«Me di cuenta de que mi tasa de abortos espontáneos de un año a otro había aumentado un 100%».
La Dra. Kimberly Biss es ginecóloga y obstetra titulada que ha convertido su consulta privada de Florida en un grupo de cinco proveedores que atiende aproximadamente 300 partos al año. Después de haber participado en más de mil embarazos, la Dra. Biss observó algunas tendencias preocupantes en sus pacientes una vez que las vacunas genéticas COVID-19 se pusieron en marcha en 2021.
«Ahora que la gente está recibiendo los documentos de los ensayos, hubo malos resultados allí. La tasa de abortos espontáneos fue del 80% en los ensayos de Pfizer. Ellos lo sabían», afirma.
«Esta información fue comunicada por primera vez por mis colegas Naomi Wolf y su equipo de Daily Clout, y ampliamente revisada por el Dr. James Thorpe. De las 270 mujeres que se quedaron embarazadas, sólo se hizo un seguimiento de 32, y 26 abortaron. 81%.»
La doctora Biss empezó a rastrear y comparar sus datos en tiempo real, la mayor parte de los cuales se publicaron en 2022 en el Substack de la doctora Jessica Rose.
«Una gran cantidad de escuelas de medicina, más del 50 al 60 por ciento de su dinero probablemente proviene de Big Pharma», dice la Dra. Biss.
Nos sumergimos en los datos que la Dra. Biss recopiló, y discutimos cómo las campañas de presión de las agencias federales de salud y Big Pharma influyeron en el despliegue de la vacuna en mujeres embarazadas y lactantes.
«Al principio, nos encerraron, todos comíamos Uber Eats, toda la basura procesada, no podíamos ir al gimnasio, no podíamos hacer ejercicio, no salíamos al aire libre, no tomábamos el sol, que es nuestra vitamina D. Por lo tanto, todos teníamos deficiencia de D. Es decir, nos dijeron que hiciéramos todo lo que no promueve ningún tipo de salud», dice la Dra. Biss.