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¿Por qué consumimos lubricante de motor?

Redacción




En el mundo actual, donde las mentiras difundidas por nuestros enemigos son rampantes y los principales medios de comunicación a menudo no logran proporcionar información precisa, he encontrado consuelo en la sabiduría esotérica sobre salud de los disidentes de Internet. Como muchos de ustedes, la estafa solo ha reforzado mi creencia de que no se puede confiar en el establishment médico convencional y he descubierto que buscar fuentes alternativas de información me ha llevado a tomar algunas de las mejores decisiones para mi salud. Una de esas decisiones fue eliminar los aceites de semillas industriales de mi dieta, y los resultados han sido nada menos que transformadores. Con este simple movimiento bajé 30 libras, eliminé toda la inflamación de mi cuerpo y me siento mejor y más fuerte que nunca.

Para comprender por qué los aceites de semillas son malos para la salud, es fundamental comprender primero su historia. Los aceites de semillas, como el de soja, canola y maíz, se introdujeron por primera vez a principios del siglo XX como respuesta a la creciente demanda de aceites vegetales baratos y producidos en masa. Estos aceites se utilizaron inicialmente en la producción de margarina como sustituto de las grasas animales, que eran más caras y difíciles de producir. Sin embargo, el proceso de extracción de estos aceites dista mucho de ser natural. Los aceites de semillas se derivan de semillas que no son naturalmente aceitosas, como la soja, el maíz y las semillas de algodón. Para extraer el aceite de estas semillas, primero hay que tratarlas con productos químicos agresivos, como el hexano, una neurotoxina que también se utiliza en la producción de pegamento y diluyente de pintura. Luego, las semillas se someten a altas temperaturas y presión, lo que degrada aún más la calidad del aceite.

Los orígenes del aceite de canola

El aceite de canola, uno de los tipos más comunes de aceites de semillas industriales, tiene una larga historia que a menudo pasa desapercibida por quienes lo consumen. Desarrollado originalmente en Canadá durante la década de 1970, el aceite de canola se derivaba de la planta de colza, que se había utilizado durante mucho tiempo como fuente de aceite para diversos fines industriales.

Uno de los usos más notables del aceite de colza fue como lubricante para motores diésel . El aceite era apreciado por su capacidad para soportar altas temperaturas y su bajo punto de congelación, lo que lo convertía en un lubricante ideal para motores que operaban en entornos hostiles.

A pesar de sus orígenes como lubricante industrial, el aceite de canola finalmente se transformó en un producto alimenticio mediante una serie de modificaciones genéticas y procesos químicos. Mediante cría selectiva, los científicos pudieron crear una nueva cepa de colza con niveles más bajos de ácido erúcico, un compuesto tóxico que hacía que el aceite no fuera apto para el consumo humano. Una vez que se desarrolló la nueva cepa de colza, el aceite se sometió a una serie de procesos químicos, incluido el desgomado, el blanqueo y la desodorización, para eliminar las impurezas restantes y hacerlo más apetecible para el consumo humano. Inspeccione los envases de los alimentos que consume y descubrirá que este lubricante de motor Frankenstein se encuentra en casi todo lo que come.

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Por qué los aceites de semillas son malos para la salud

Las consecuencias del consumo de estos aceites altamente procesados ​​y extraídos químicamente son numerosas. Uno de los problemas más importantes de los aceites de semillas es su alta concentración de ácidos grasos omega-6. Si bien los omega-6 son esenciales para nuestra salud, la dieta occidental ya está muy sesgada a favor de estos ácidos grasos, con una proporción de alrededor de 20:1 de ácidos grasos omega-6 y omega-3. Este desequilibrio puede provocar inflamación crónica, que es la raíz de muchos problemas de salud modernos, como enfermedades cardíacas, diabetes y trastornos autoinmunes.

Además de su alto contenido de omega-6, los aceites de semillas también son muy inestables y propensos a la oxidación. Cuando se exponen al calor, la luz o el aire, estos aceites pueden descomponerse en compuestos tóxicos, como radicales libres y peróxidos de lípidos, que pueden dañar las células y contribuir al desarrollo de cáncer y otras enfermedades. Además, los aceites de semillas se han relacionado con una serie de otros problemas de salud, como la obesidad, la resistencia a la insulina y el deterioro de la función cerebral. Estos aceites también pueden interferir con la absorción de nutrientes esenciales, como las vitaminas A, D, E y K, que son cruciales para mantener una salud óptima.

Con qué reemplazar los aceites de semillas

Si los aceites de semillas son tan perjudiciales para nuestra salud, ¿qué deberíamos usar en su lugar? La respuesta es simple: grasas naturales sin procesar. Las grasas que los seres humanos han utilizado durante miles de años, como el aceite de oliva, el aceite de coco, el aceite de aguacate y las grasas animales como la mantequilla y la manteca de cerdo, son muy superiores a los aceites de semillas industriales que se han vuelto omnipresentes en la dieta moderna. Estas grasas tradicionales son ricas en nutrientes, como las vitaminas A, D, E y K, y son menos propensas a oxidarse, lo que las convierte en una opción mucho más saludable para cocinar y consumir. Además, estas grasas suelen ser ricas en ácidos grasos omega-3, lo que puede ayudar a contrarrestar el exceso de omega-6 en la dieta occidental y promover la salud y el bienestar general.

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Eliminar los aceites de semillas industriales de mi dieta ha sido sin duda lo mejor que he hecho por mi salud. El viaje para descubrir la verdad sobre estos aceites ha sido largo y tortuoso, pero los resultados han valido la pena. Al buscar fuentes alternativas de información y confiar en la sabiduría de la Internet disidente, he podido tomar control de mi salud y tomar decisiones informadas sobre los alimentos que consumo.

No es ningún secreto que nuestros enemigos nos quieren débiles, enfermos y distraídos. Saben que una población fuerte, sana y mentalmente aguda es mucho más difícil de controlar y manipular. La promoción de los aceites de semillas como una “alternativa saludable” a las grasas tradicionales es sólo un ejemplo de las muchas formas en que nuestros enemigos están trabajando activamente para socavar nuestra salud y bienestar. Al llenar nuestra dieta con estos aceites dañinos, pueden mantenernos en un estado de inflamación crónica, lo que debilita nuestro sistema inmunológico, perjudica nuestra función cognitiva y nos hace más susceptibles a una amplia gama de enfermedades y problemas de salud.

El objetivo final de nuestros enemigos es la destrucción de nuestras naciones y el reemplazo de nuestro pueblo por aquellos que sean más fáciles de controlar y manipular. Al mantenernos enfermos, débiles y distraídos, pueden acelerar este proceso y garantizar que no podamos resistirnos a sus planes.

La promoción de alimentos poco saludables, como los aceites de semillas, es sólo un aspecto de esta estrategia más amplia. Al mantenernos en un estado de mala salud, pueden facilitarles la llegada de millones de inmigrantes extranjeros que nos reemplazarán en nuestros propios países. Saben que una población enferma, débil y distraída tiene menos probabilidades de levantarse y luchar contra esta invasión, lo que les facilita la realización de sus planes.

La importancia de tomar el control de nuestra salud

Para resistir los planes de nuestros enemigos y proteger a nuestras naciones, es esencial que tomemos el control de nuestra salud y bienestar. Al eliminar sustancias nocivas, como los aceites de semillas, de nuestra dieta y reemplazarlas con grasas naturales no procesadas, podemos fortalecer nuestro cuerpo y nuestra mente, haciendo más difícil que nuestros enemigos nos controlen y manipulen.

Es crucial que tomemos conciencia de las formas en que nuestros enemigos están trabajando activamente para socavar nuestra salud y bienestar y tomemos medidas para contrarrestar sus esfuerzos. Al educarnos sobre los peligros de los aceites de semillas y otras sustancias nocivas, podemos tomar decisiones informadas sobre los alimentos que consumimos y tomar control de nuestra salud y bienestar y, eventualmente, recuperar nuestra patria para la gloria de Dios.

Andrew Torba
Director ejecutivo, Gab.com
Cristo es Rey