Javier de la Calle.
Suenan las notas del himno de España. Once jugadores enfundados en la camiseta roja esperan el momento de representar a la selección Sub-17. En el once español, cuatro futbolistas negros. España, el equipo que hizo campeón del mundo una persona tan blanca como Andrés Iniesta, va camino de ser Francia.
Las categorías inferiores son el anticipo de lo que ocurrirá en breve en la absoluta. Uno no es de donde nace, si no a donde sus costumbres lo ligan. Y España no es el África Subsahariana.
Que 4 de 11 futbolistas sean negros es una buena extracción de lo que está ocurriendo en las calles. Casi la mitad de los nacidos en España son hijos de padres extranjeros. El hecho de que estos destaquen en el fútbol manda al banquillo a españoles autóctonos, aunque esto debe de servir de aviso para la juventud española. Los hijos de inmigrantes encuentra en el fútbol una forma de destacar para conseguir ingresos. Los padres españoles han optado por encerrar a sus hijos para que jueguen al fútbol virtual en el FIFA para que no se expongan a la inseguridad de las calles. Los jóvenes españoles ya no quieren correr detrás de un balón. Prefieren alentar sin sudar a los que han cedido su espacio en la sociedad.