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Carta a Pedro J, el más pelota, que se supera en bajeza moral y cae en el abismo baboso

Redacción




Enrique de Diego.
Mira, tío, no te leo en tu depravada y degenerada senectud, Pedro J, el más pelota, lacayo de las élites globalistas, bufón de Pedro Sánchez y de Begoña Gómez, ese par de tramposos, de la que dices, de Begoña, «cuando ni siquiera está acusada de ningún delito», mira, tronco, se te va a poner la napia más larga de la que ya la tienes de tan mentiroso que eres, pues la tal Begoña está siendo investigada por presunto tráfico de influencias y el juez de instrucción ha visto indicios de delito pues en otro caso no hubiera admitido a trámite la denuncia de Manos Limpias.
Das vergüenza en tu baboseo untoso. Otros me mandan tus tuitter de cortesano oficial escandalizados de lo bajo que has caído y como te deterioras más en tu indigna senectud, quién te ha visto y quién te ve, florero maloliente de las tenidas globalistas que conspiran la muerte de los ciudadanos desprotegidos, y a los que tú te sumas al coro de los sapos, como a la reunión del Club de Bildeberg el año pasado en Lisboa.
No eres periodista, te has olvidado de que el periodismo es contrapoder, y, con visible tartamudeo y parkinson, rebuznas tus paridas de mequetrefe y de payasete al servicio del mejor postor, para que te financien tu mierda y escoria de digital. Evacúas chorradas como que «poner al Jefe del Gobierno como ejemplo de «calaña» y llamar «corrupta» a su esposa cuando  ni siquiera está acusada de ningún delito sería repudiable en boca de un político español, pero es intolerable en la de un Jefe de Estado extranjero».
Y dice un tuitero que «Pedro J Ramírez estaba ayer en primera fila junto a Begoña en la presentación de Tierra Firme, el libro de Pedro Sánchez, y aplaudiendo como el que más. Otro periodista al servicio del gobierno vía subvenciones públicas».
Mariachi de las genocidas farmacéuticas, bocachanclas que ya nadie te hace caso, petardo y gangoso insufrible, evítanos el espectáculo de tu miserabilidad, de tu putrefacción. ¡Venga, vete por donde amargan los pepinos, Galinsoga de cuarta!