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Federico se mete en la vida privada de César Vidal a propósito de una modelo espectacular

Redacción




Reproducimos a continuación un capítulo del libro «La gran traición», del que es autor Enrique de Diego,ala venta en Amazon, en el que se narran la traición de Losantos al gran César Vidal, que motivó el abandono de éste de Es Radio y Libertad Digital:

Antes de entrar en el momento crucial en que César Vidal está a punto de morir, de caer fulminado en medio de un delirante Consejo de Administración de Libertad Digital, de sumergirnos en el memorándum que Vidal envía a Federico reseñándole todo lo que no funciona en la empresa, en vísperas de su abrupta despedida, y hasta ahora misteriosa, de Es.Radio, vamos a asistir a una escena de enredo, en la que Jiménez Losantos intenta meterse en la vida privada de César Vidal a propósito de una modelo espectacular. Una comedia sobre un fondo de tragedia que se encamina a su fatal desenlace.

Federico Jiménez Loantos, haciendo los honores. /Foto: protestantedigital.com.

Estamos en el 4 de julio de 2013, 8 días antes de que César Vidal se despida, aparentemente sin previo aviso, de la audiencia y es la entrega del Premio Torsón de Oro, de la Orden del Torsón de Santiago. Está presente en el acto Cristina Cifuentes, que aún no es presidenta de la Comunidad de Madrid, y el escultor Santiago Santiago. Y una modelo de 1,80, que corta la respiración y el hipo, que es amiga del premiado. No tengo más datos respecto a su espectacular fisonomía. La beldad dará que hablar. Veamos.

La entrega del Torsón de Oro fue un microcosmos de lo que pasaba en Es.Radio.  Como César Vidal estaba convencido de que no darían información del acto en Libertad Digital decidió que la persona que tenía que hacer su presentación fuera Federico Jiménez Losantos. De esa manera tenían que informar a la fuerza o, coloquialmente, por narices. Losantos pronunció entonces una frase que se convertiría en titular y que decía: “No hay suficientes premios para premiar a César Vidal”.  Dicho por él, verdad no le faltaba. Con todo, la ceremonia a Losantos no le debió gustar mucho. Federico nunca se apea de su vanidad y lleva muy mal no ser el centro.

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Sonya, la esposa de Tolstoi, consiguió encontrar los diarios del escritor, que éste pretendía esconder a su conocimiento. “Le gustaría –resumió Sonya– destruir sus viejos diarios y aparecer ante sus hijos y el público solo con sus vestiduras de patriarca. ¡Su vanidad es inmensa!”. Ciertamente, Losantos no es Tolstoi, ni mucho menos, pero en vanidad puede medirse con soltura y aún sentirse como su hermano mayor.

Santiago Santiago, Cristina Cifuentes, César Vidal y Federico Jiménez Loantos. /foto: santiagosantiago.es.

Lo cierto es que a Losantos no se le acercaba nadie, o por desinterés o por temor reverencial. Para colmo, llegó Cristina Cifuentes y saludó muy cariñosa a César Vidal, pero pasó totalmente por alto -o por bajo- a Federico.  De hecho, fue Losantos el que tuvo que acercarse a ella que lo saludó protocolariamente, por no decir que con frialdad. En medio de ese panorama en el que no estaba rodeado de aduladores diciéndole que era el número 1 aparece la despampanante modelo. Era muy, muy llamativa con su 1,80 de estatura y un tipazo de abrigo y eso fue el remate y el rechinar de dientes turolenses, si bien Federico tiene más bien debilidad por las anoréxicas.

Lo cierto y verdad es que entre César Vidal y la Venus no había ninguna relación, salvo el de conocerse. Pero para Losantos no fue como la gota que colma el vaso sino como la lluvia torrencial que lo desborda. Aquella Salambó había aparecido, antes, algunas veces, con sus trémulas y fulgentes carnes bien proporcionadas en Es.Radio para ver a César Vidal levantando a su paso oleadas de admiración y tormentas de envidia. Lo primero, hacia ella; lo segundo, hacia César. En aquellas visitas episódicas, Javier Somalo y Dieter Brandau se pusieron de color verde envidia y Luis Herrero, que no oculta que está más salido que el pico de una plancha, estuvo preguntando de manera bastante descarada y poco educada a César Vidal el tipo de relación que mantenía con él moza tan fermosa como la vaquera de La Finojosa.

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Enrique Cerezo y Federico Jiménez Losantos departiendo en presencia de la modelo despampanante.

Apagadas las candelarias de la fiesta, desvanecidos los oropeles, al día siguiente Federico Jiménez Losantos llama a César Vidal para decirle que no le parecía bien que la modelo apareciera en actos donde estuviera César. Hete aquí a Vidal convertido en un Tenorio o en un Casanova y a Losantos erigiéndose como celoso censor de las buenas costumbres. Cierto es que no se atrevió a utilizar el término amante –no lo era y bien sabía Federico que Vidal no es persona frívola para devaneos- pero, en un momento dado de la conversación, le indica que había visto a otra amiga suya por allí y que si quería tener una novia aquella era más adecuada. Celestineo de cuarta.

César Vidal no daba crédito a lo que escuchaba.  ¡Federico diciéndole con quién podía o no ir y señalando que la modelo no, pero aquella otra amiga – mucho menos despampanante – sí.  Como el de Orihuela del Tremedal se enrollaba mucho, le dijo que no se preocupara porque no tenía la menor intención de entablar ninguna relación con la modelo y ahí quedó todo. El episodio es, desde luego, surrealista. Vale aquí lo de la paja en el ojo ajeno y la viga made in Ayanta en el propio.

Dejémoslo todo en un simple ataque de envidia y de orgullo herido por no haber sido la reina del baile.  Para colmo, en ningún momento se le ocurrió decir – ya hubiera sido el remate – que aquella relación pudiera repercutir en el trabajo de César Vidal en Es. Radio.  No, simplemente le molestaba y se lo hacía saber. Pero, ¿quién era Losantos para meterse en la vida privada de los demás y dar lecciones o marcar pautas, incluso ofrecerse como Celestina alternativa y vocacional? ¿Con qué autoridad moral o con qué ignota y esotérica legitimidad? César Vidal nunca había hecho nada parecido con nadie de Es.Radio. Ni tan siquiera con el propio Federico.

http://ramblalibre.com/2019/01/29/el-crepusculo-de-losantos-10-federico-lleva-al-borde-la-muerte-a-su-amigo-cesar-vidal/