Enrique de Diego.
Estamos en guerra. No en una drôle de guerre, sino en una guerra cruel y despiadada, de exterminio, en la que no hay normas y se ataca a los ancianos y a los niños, con especial preferencia. No hay cañonazos ni silban las balas, pero los malditos asesinos con bata blanca o travestidos de enfermeras inoculan el veneno de muerte en los cuerpos en un terrible ejercicio de bio terrorismo, que va in crescendo con calendarios vacunazis en aumento, con autismo causado por las timo vacunas letales, ahítas de aluminio y de mercurio que el cerebro de los niños no puede procesar, introduciendo el arma mortífera del ARNm en nuevas vacunas contra la gripe, que nunca ha servido para nada y de ahora en adelante servirá para matar.
Por si me olvida un sólo segundo que estamos en guerra, me basta mirar al cielo y ver como, con la connivencia del Ejército del Aire, quienes han jurado protegernos, nos bombardean con dióxido de azufre y con yoduro de cloro para forzar la sequía y el calentamiento, los famosos #chemtrails, con los que se pone en peligro la fauna de aves y que son tóxicos para la vida humana.
Estamos en guerra, despiadada y cruel. Conocemos todos los enemigos, los asesinos de bata blanca, los pediatras, los colegios de médicos, las redacciones, la clase política, que exhibe sin vergüenza el pin de la agenda 2030, que luce impúdico el monarca. Una guerra sin sentido, que están llamados a perder, llena de mentiras repetidas por gentuza como Pedro Sánchez, hablando el muerto de hambre del calentamiento global, en nombre de esa grosera mentira se trazan planes vanos para encarcelar a la gente en las zonas de ‘bajas emisiones‘ o en las cárceles tiránicas de los malditos 15 minutos.
Hay que combatirlos siempre y a toda hora. No pises un Burger King, no des un euro a Disney ni a Netflix, no compres productos Pescanova, maldice las cervezas Heineken, Amstel, Cruzcampo, El Águila… El que no está contra la satánica agenda 2030 es porque no está informado, es un borrego cobarde o está vendido. Todos estos son mis enemigos. En las guerras no cabe la indiferencia.
Ha muerto Ignacio de la Fuente, periodista de La Voz de Galicia, timo vacunado orgulloso y tragacionista. Uno menos. Ha tenido su merecido. Por hacer propaganda del veneno de muerte, de la inoculación letal.
Ellos no van a parar con sus groseras mentiras y nosotros tampoco, mucho menos, cada vez más, cada vez más fuertes. Ellos tienen como perros de presa corruptos a los policías y guardias civiles y a los traidores de las Fuerzas Armadas. Nosotros tenemos nuestro coraje que nos viene de lo Alto. Y a cada paso que dan cosechan otra derrota, se hunden más. Quieren cerrar las granjas de Holanda con la excusa de reducir el nitrógeno, que es un factor positivo, pues el partido de los agricultores arrasa. Caen los globalistas, como la asquerosa Jacinta Arden de Nueva Zelanda, o están en situación crítica como Benjamín Netanyahu, el primer ministro israelí que se ufanó de haber convertido a Israel en el campo de pruebas de Pfizer. Todo son victorias, porque no tenemos precio. Arde Francia, arde París contra el niño bonito de los Rothschild, el nauseabundo Emmanuel Macron.
Aquí en España crece el malestar y la resistencia es cada vez más fuerte y poderosa, como en Bilbao donde todavía resuena el éxito de la gran manifestación sobre la sobremortalidad o el domingo ante el Tribunal Supremo donde unos miles de héroes de nuestros días se han manifestado ante el Tribunal Supremo para denunciar que no hay división de poderes, no hay democracia, no hay representación, y en tales condiciones votar es legitimar la farsa, o la cita en Valencia –amunt Valencia- contra la maldita y satánica agenda 2030 el 1 de abril a las 11 horas en la Plaza del Ayuntamiento. Un fino y avezado analista me dice que los encarcelamientos, detectados en Las Palmas y en Sevilla, explosionados por Rambla Libre, serán la tumba del globalismo, los vamos a sepultar y el final será cuando Bruselas se atreva en Argamedón a tratar de imponer en 2024 el pasaporte digital europeo, sin el que no se puede vender ni comprar, la marca de la bestia, que se atreverá porque estos tarados no saben parar en sus planes, lo tienen todo perdido en su fatal arrogancia pero están en una huida hacia adelante.
Estamos en guerra, un conflicto tremendo como no se vio desde los tiempos de Noé y de Babel, en el que se nos pide a todos sacar lo mejor para vencer y cantar al final el Gloria, Gloria, Aleluya, y un milenio de paz será dado al mundo. Dejad que vengan que ya llegará el ajuste de cuentas y que paguen por sus crímenes y atrocidades.