Enrique de Diego.
En el siglo XV, sin que hubiera una capital como tal en Castilla, pues era itinerante donde estaba el rey. o la reina Isabel, durante el reinado de Enrique IV, rey enamorado de Segovia, y la reina Católica, la ciudad del Acueducto y de El Alcázar, donde se guardaba el tesoro real, fue la ciudad más importante, también por su potencia industrial pues se exportaban más de mil piezas de paños veintidosenos, más de mil bayetas y casi dos mil raxas. Se exportaba a Borgoña, Francia, Flandes, Inglaterra, Milán, Florencia y la misma Roma. Los mejores sombreros de Europa se fabricaban en Segovia.
Las torres almenadas de los Arias Dávila y de los Lozoya, se elevaban sobre los caserones o palacios de aquellos burgueses industriales: los Tordesillas, los Cáceres, los Cuéllar, los del Río y Alonso González de la Hoz, contador del rey y rico industrial, con su famosa Casa de los Picos.
Durante el siglo XVI su importancia política desciende, aunque sigue siendo mucha, pues El Escorial es tierra de Segovia, y Felipe II instala en Segovia, junto al aduz del Eresma la Casa de la Moneda, pero su potencia industrial, basado en la oveja merina se mantiene.
Parejo a ella, una intensa actividad intelectual de primer orden, que se despliega por Castilla y Europa y da nombres de la talla del médico humanista, Andrés Laguna. En ese ambiente espectacular destaca el linaje de los Núñez Coronel, familia de Abraham Seneor, el último rabino de las aljamas de Castilla. Pablo Coronel, Antonio y Luis Coronel, componen una espectacular triada de humanistas y seguidores del gran humanista Erasmo de Rotterdam. Esta egregia familia daría también a Iñigo Pérez Coronel, que sería de tesorero de la Junta de Hermandades en la rebelión comunera, y estaría emparentada con el héroe por excelencia de Segovia, Juan Bravo. quien matrimoniaría en segunda nupcias con María Coronel.
De Pablo Coronel ya hemos hablado como posible autor de El Lazarillo de Tormes y secretario del cardenal Cisneros y de la Biblia Políglota. Sus sobrinos, Antonio y Luis, fueron profesores del Colegio Montagu de la Sorbona donde recalaba Erasmo. Antonio y Luis gozaron de la amistad del de Rotterdam con quien se escribían con frecuencia, y con Juan Luis Vives.
Antonio Coronel, filósofo renacentista, segoviano del siglo XVI, rector del parisino Colegio de Montaigu de los franciscanos. Por este colegio, además de los hermanos Coronel, pasaron Erasmo, Luis Vives, Calvino e Ignacio de Loyola. A Antonio se deben Quaestiones logice secundum viam realium et nominalium Praedicabilia (París, 1509); Expositio super libros Posteriorum Aristotelis (París, 1510), distribuida en doce capítulos; el Tractatus exponibilium et fallaciarum (París, 1511); Rosarium Logices (París, 1517), Dúplex tractatus terminorum (París, 1518), y Liber super praedicamenta Aristotelis (Alcalá, 1538).
En 1512, Luis, ordenado ya sacerdote, se doctoró en Teología. Luis, considerado como gran teólogo, subió en significación al publicar su Física dedicada al “Illustrissimo viro Inacho de Mandocia”. Afianzó sus relaciones con Luis Vives, al que ayudó en sus comentarios al libro de la Ciudad de Dios de San Agustín, cuya publicación y revisión había aconsejado Erasmo.
Luis Coronel se significó por ser un defensor del erasmismo en España. Durante un momento inicial, los hermanos Coronel combatieron el luteranismo y miraron con recelo la actitud dudosa de Erasmo, pero les convenció de la bonanza de este hombre Luis Vives, al que se unieron en amistad. El interés y la admiración de Luis Coronel por Erasmo eran indudables. Así lo atestigua, entre otras cosas, el propio Luis Vives.
Fue secretario general del Inquisidor General Don Alonso de Manrique. Juan Luis Vives nos le describe muy ocupado en sus funciones inquisitoriales pero desbordante de admiración por Erasmo, «este nuevo Jerónimo, este nuevo Agustín».
Tomó su mejor pluma para defender el Enchiridion, que había sido calumniado. Protagonista fundamental de la Conferencia de Valladolid, de 1527, en la que se pasó revista a la obra de Erasmo que se pretendió condenar, pero Luis Coronel consiguió que ese hecho no se produjera y fuera un claro éxito para la filosofía cristiana de Erasmo. Brillante fue su intervención en la que después de recordar que es muy corriente en la Sorbona responder a las objeciones poniéndose en el lugar del disputador que adopta una tesis extrema, invocó la entonces reciente edición de las Apologías para demostrar cuanto empeño tiene Erasmo en evitar el escándalo: ha suprimido las palabras que más se le reprochaban.
El 7 de marzo de 1531, el Doctor Coronel falleció, «muy religiosa y católicamente».