Virginia Montes.
No estará ni Elon Musk, porque no quiere aparecer en la foto diabólica de Davos, ni tampoco Bill Gates, un habitual del Foro Económico Mundial, en horas bajas, acuciado por las investigaciones en Japón y Florida sobre las timo vacunas, 116 millonarios, hijos de satanás, se reúnen en la estación de esquí suiza.
Algo pasa, y grave, en el Foro de Davos que no nos quieren contar, pero nos enteraremos. Las recetas bien conocidas de la agenda 2030 son las del «capitalismo de Estado», el modelo chino, aunque los chinos brillan por su ausencia, más impuestos para empobrecer y proletarizas a la exhaustas clases medias, más ecologismo perdedor y subvencionado, con la argucia del timo climático y recesión planetaria. Para este viaje no se necesitan alforjas: la agenda 2030 y el nuevo desorden mundial, lo más parecido al desorden y el caos, está ya gastado y no tiene nada que ofrecer más que sangre, sudor, lágrimas, muerte y esclavitud.
Ausencia llamativa de oligarcas rusos y presencia abrumadora de eugenésicos norteamericanos: 33 millonarios como el consejero delegado de J.P. Morgan Chase & Co Jamie Dimon, el CEO de BlackRock, Larry Fink, y el de Blackstone, Steve Schwarzman.
Pedro Sánchez, el Foro de Davos vive momentos de patetismo y recurre entre los políticos al presidente español, acude a rendir pleitesía a Larry Fink. Los políticos huyen como las ratas del Foro de Davos sabedores que juega en su contra.
Por parte española la inevitable y muy inútil Ana Patricia Botín, al frente del Banco de Santander, el de BBVA, Carlos Torres, alias «Carlocho». así como los presidentes de Telefónica José María Álvarez-Pallete; el de Iberdrola Ignacio Galán, el de Naturgy Franciso Reynés y el de Ferrovial, Rafael del Pino. Además de los consejeros delegados de Repsol, Josu Jon Imaz y de Siemens Gamesa, Jochen Eickholt.
Todo es misterio en la oportuna muerte del magnate Emilio Botín