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PSOE y el Demonio: por sus obras los conoceréis

Redacción




Ignacio Fernández Candela. Escritor.

La advertencia contra los tejemanejes del Diablo es harto conocida desde tiempos inmemoriales. El hombre se deja engañar por la complacencia del mal y la expectativa de los beneficios, incondicional y aviesamente, así se explica la podredumbre moral del socialista español, siempre dispuesto a transigir con la malignidad en busca de la vida fácil que le proporciona el sectarismo a cualquier precio criminal. Genocidio, asesinato, latrocinio, corrupción, estafa, mentira perenne, destrucción de la familia, exterminio de la vida por nacer, pederastia….Son demonios. No tienen excusa ideológica, ni personal, ni colectiva. Cualquier crimen es asumible si algún chiringuito nutre los bolsillos para mayor gloria de la exclusividad izquierdista; exclusivamente retorcida y sin límite en el empeño de la conculcación del Código Penal. Es tal la superioridad moral, tan hipócrita, que se la adjudican con el aplauso del Satanás que los espera a la vuelta de la esquina, cuando el polvo regrese al polvo; más pestilente, pero polvo finiquitado.

Hay que tener estómago y ser temerario para apoyar la malignidad del traidor monclovita, el psicópata Pedro Sánchez. No importa la magnitud del delito si se mantiene la idónea complicidad para formar parte del colectivo premiado por la conciencia ausente. El tribunal que los juzga no es de este mundo porque son expertos en comprar voluntades togadas, por eso las generaciones cuando mueren desfilan como manadas carroñeras ante un juicio ineludible, proporcionalmente ineludible a la facilidad con que aquí se escabullen después de practicar, de manera acostumbrada, el ventajismo sin escrúpulos. Tan cínicos como para provocar una Guerra Civil y como verdugos demonizar a las víctimas que no tuvieron más alternativa que defenderse de una exterminación orquestada para saquear los recursos de  España. Como Pedro Sánchez, confiado en que sus desmanes satánicos quedarán impunes. Espeluznante destino le aguarda tras la inerte apariencia de una tumba.

Las obras del Diablo se reconocen por la hipocresía, la mentira y la contradicción que crean confusiones en el entorno. La malicia es taimada pero identificable porque se disfraza de aparente justicia en el discurso para obrar lo contrario. Perfectamente reconocible en este desgobierno de criminales encabezado por el estafador cum fraude. Los acólitos son de semejante cariz y aunque al principio lo disimulan, con el tiempo no pueden ocultar que son auténticos hijos de Satanás. Ignorantes de lo que les espera como Pablo Iglesias e Irene Montero y la patulea de abonados a la siembra cizañera; característica ésta, la cizaña, también muy común de las intenciones demoníacas tras la ideología política de lo siniestro. Lo encarna el comunismo fusionado con un no menos maligno socialismo, un PSOE echando de nuevo el resto cainita, lacra histórica desde su fundación, hoy en apogeo, incrementando en sus filas las deficiencias amorales, aglutinadas por sus líderes y contagiadas por la comodidad y el parasitismo al conjunto de incondicionales seguidores.
Por las obras son conocidos, por la podredumbre de sus frutos en un árbol retorcido, de raíces hediondas enterradas en azufre. Huelen a detritus diabólico, el abono perfecto para la cizaña de los ignorantes. El hálito postrero, la recogida de la mala siembra de estos ufanos arribistas, serán espeluznantes.