Enrique de Diego.
Estamos en guerra. Los globalistas han desatado las hostilidades de esta guerra planetaria, despiadada y cruel. Los mayores criminales se han dado cita para que con su títeres los políticos, los medios de in comunicación como voceros de mentirosa propaganda y los servicios de salud actuando de sicarios se masacre a la población, y luego se la hambre y se le mate de frío.
Para ganar esta guerra debemos asumir plenamente la mentalidad de combatientes, con constancia, con fortaleza, con rabia en los corazones. Tenemos dos armas poderosas: nuestra proyección como consumidores y como electores. Debemos combatirles en todo momento, sin permitirnos descanso. Hemos de apagar la televisión, a ser posible romperla, como la principal arma mentirosa del enemigo y su propaganda. Dejar de ver sus digitales por donde trasladan sus mentiras y sus ocultaciones, que son peores que las mentiras groseras. Ni uno solo de los que llaman medios de comunicación, y han dejado de serlo, son meros aparatos de propaganda del enemigo de la especie humana, es capaz de hacer un sencillo análisis de causa-efecto sobre la plaga de repentinitis que diezma a la población y su directa relación con las timo vacunas.
Como consumidores, hemos de estar despiertos y no comprar ni un solo producto al enemigo. Grandes marcas y grandes corporaciones conspiran contra nosotros, se han conjurado para nuestra perdición y nos consideran tan tontos que aspirar a que sigamos comprando sus productos. Más tontos son ellos. Guerra sin cuartel, guerra sin piedad, guerra en todos los frentes, guerra a sus marcas y sus servicios. Netflix es una empresa de entretenimiento, punta de lanza del globalismo, es una cloaca corruptora; ni uno de nuestros euros a Netflix. Hay que difundirlo y extenderlo. Disney es una empresa satánica que se dedica a la corrupción y perversión de menores. Nunca jamás Mickey Mouse, ni Disneylandia, de donde desaparecen, misteriosamente, muchos niños cada año.
Uniliver es una empresa de alimentación, que nos degrada la salud con montones de aceite de palma, y que quiere imponer la censura a los disidentes. Ni un solo producto en nuestras mesas. Burger King es de Bill Gates y McDonalds compra sus patatas fritas todas a Bill Gates, el jefe de la conjura, el mayor criminal de la historia de la Humanidad. No pisar, ni nosotros ni nuestros hijos en sus establecimientos. La red de cafeterías de Starbucks es igualmente de Bill Gates; no hay que pisar en ellas. L’Oreal es otra empresa que trata de mantener la verdad en el ostracismo e imponer la censura. ¡Parece mentira! Ni uno solo de sus productos en nuestras casas. Lo mismo sucede con Nintendo. Dejemos de comprar su basura de vídeo juegos. Meta, con Facebook e Instagram, es una pútrida cloaca globalista. Buscar otras redes sociales, como Gab.com. Hundid al payaso de Mark Zuckerberg.
Lo mejor es comprar en pequeños comercios, a marcas nacionales, que estén fuera de toda duda. No comprar a las grandes corporaciones. No consumir productos veganos, dañinos para la salud, caballo de Troya del globalismo. No pasarles una, sed beligerantes, militantes, no callarse por ser educados, no dejar correr sus mentiras, confrontar cada uno de sus consignas sobre el timo climático, contradecir la calentología, criticar los coches eléctricos Tesla que son un peligro con sus baterías de litio que se incendian, y los mismos coches que conducen descontrolados.
El sistema político es una colección de desgastadas marcas para engañar al incauto ciudadano. Todos, en España, son lo mismo. Venden nuestra perdición. La abstención activa es un imperativo ético de nuestra supervivencia.