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Carta del Editor: La muerte como espectáculo

Redacción




Enrique de Diego.

Su amigo Jaque expresó que «cayó redondo al suelo. Es un espectáculo tan divertido que, en los primeros instantes, la gente se reía pensando que era una coña más». Habla sobre la muerte del mago Arsenio Puro, quien falleció a la temprana muerte de 46 años, en pleno show de magia en la sala Houdini. Infarto fulminante. No sólo te matan las timo vacunas encima haces el más pavoroso ridículo. No es un infarto cualquiera, del que quedan lesiones, no sirve de nada tener cerca un desfibrilador. Es un infarto de la proteína Spike.

Esta semana ha muerto el cantante jamaicano Mikaben en un concierto en París. Va hacia los camerinos y sucumbe. La repentintis ni perdona. Es la muerte súbita del adulto merced a Pfizer, Moderna y Astra Zeneca… No avisa, no perdona. Ataca al corazón como un enemigo. No es un experimento, ni tan siquiera una terapia génica, sino un arma para matar y convertir la muerte en un espectáculo. Ha habido que suspender 15 largos minutos el Burgos-Mirandés por una repentinitis en la grada. En el partido del Elche ha habido otro susto. Un espectador ha muerto en el partido Real Sociedad-Mallorca.

De ahora en adelante, ir a ver un espectáculo es ir a ver posiblemente a la muerte. Incluso te puedes reír como en el óbito ridículo de Arsenio Puro. Ir a un partido de fútbol conlleva el riesgo de morir o de que detengan el partido para que vayan las asistencias a la gradas. Nunca queda en un susto, como indica Marca del campo de Elche. Siempre son infartos fulminantes, muerte súbita. Médicos y enfermeras siempre llegan tarde.

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Ha muerto la culturista Johana Colla, de 3o años, en la habitación del hotel. También ha muerto el culturista, Doug Brignole, donde la siega es tremenda, que se han debido timo vacunar todos, quien al ponerse el veneno mortal escribió, retador, que si moría era la prueba de que los no timo vacunados tenían razón. También ha muerto la bellísima gimnasta leonesa Itziar Martínez, a los 34 años. Se suceden los consabidos panegíricos de circunstancias, pero no se pone el grito en el cielo, ni hay rasgar de vestiduras. Hacen falta más, lamentablemente, y habrá, de seguro, noches de antorchas y horcas.

La muerte como espectáculo horrendo. Literal, como José María Martín Urbano, entrenador, cuando presenciaba el partido del Unicaja y el JDA Dijon. Otros mueren entre amigos, dando la nota, haciendo algo tan sencillo como tomar unas cañas. Es el caso del policía foral Txema Vergara Salguero, de 51 años. Estos son los famosos o los caen fulminados de una forma aparatosa para nunca más levantarse. Reseña un tuitero que «según datos comunicados por un compañero que trabaja en extrahospitalaria (SAMU) durante su turno de guardia han tenido una muerte súbita 44 años, un infarto 52 años, un código ictus, 54 años y otro ictus en una señora de 57 años que tuvo uno previo en febrero ¿Lo veis normal?».

Ya hay datos de la matanza: en España hay 117 muertes diarias, 94% más que en 2019.  La masacre ha hecho estragos entre los pensionistas y viudas/viudos: ha habido 358.439 bajas, un 8,60% más. Sin embargo, el Ministerio de Sanidad, a pesar del escándalo Pfizergate, no se molestaron en testar la transmisión, ya que Ursula von der Leyen les compró 187 vacunas por cada europeo, de la inefable Carolina Darias insiste y persiste en la matanza, secundada por todas las autonomías, por todos los partidos.

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La muerte tenía un precio, como en la película, barato, ridículo. Colas acudiendo al matadero. Ahora tenemos el espectáculo de la muerte o la muerte como espectáculo. Yo no me rio, como los espectadores de Arsenio Puro, yo restallo de ira.