Luis Bru.
Isabel II fue una mala reina, con una pésima familia. Carlos, el nuevo rey, es un mentiroso compulsivo, un globalista deleznable y un exótico partidario del timo cambio climático, al que le deseamos lo peor. Andrew era amigo de orgías pederastas de Jeffrey Epstein. ¡Vaya familia!
La difunta reina era una persona ociosa e inane, dedicada a amasar su fortuna, mientras el Reino Unido está cada vez más desunido, con Irlanda del Norte queriendo unirse a Irlanda y Escocia pretendiendo romper los lazos con Inglaterra, era es una nación multicultural, o sea no es una nación, desde Tony Blair, está islamizada cuya capital es Londokistán.
Isabel sigue a la tumba al duque de Edimburgo, jefe de la nauseabunda masonería inglesa y deja una herencia penosa y putrefacta, lejanos ya los ecos de la legitimidad de su padre en la segunda guerra mundial. El cargo de primer ministro se ha degradado hasta incluir a un hipócrita, mentiroso, borracho, mujeriego con vocación de bufón como Boris Johnson, sucedido por una inconsistente copia endeble de Margaret Thatcher.
Inglaterra ya no existe y pronto dejará de ser el Reino Unido. Carlos, alias el tampax, es lo peor de lo peor, casado con una mujer con cara de caballo, fea hasta decir basta. Eso sí: su familia es una de las principales accionistas de Black Rock.