AYÚDANOS A COMBATIR LA CENSURA: Clicka aquí para seguirnos en X (antes Twitter)

FIRMA AHORA: El manifiesto contra el genocidio de los niños

Carta del editor: La estupidez supina de la agenda verde globalista nos sale carísima

Redacción




Enrique de Diego.

En 1849, se desató en California la fiebre del oro. Llegaron por el Pacífico a la bahía de San Francisco, otros atravesaron las Montañas Rocosas. Los primeros en llegar recogían el oro cerniendo la tierra y la grava con tamices de alambre o bien exploraban un curso de agua sirviéndose de una «mesa de lavar». Fue el momento que inspiró la canción: «Oh, California/ esa es la tierra para mí./ Me voy para Sacramento/ con mi jofaina sobre las rodillas». Sin embargo, aunque extraordinariamente abundante, el filón se agotó.

En realidad, fue la electricidad lo que creó California. Allí se decía que «la electricidad es el camino a la salud, riqueza y felicidad de la humanidad». En ese estado, el suministro de energía a larga distancia mediante presas de agua data de 1903-1906, y en 1909 un genio de la ingeniería de nombre Erza F. Scattegord pasó a ser el principal ingeniero eléctrico de Los Ángeles. Scattegord hizo que la electricidad californiana fuera barata en casi cualquier lugar de la región.

En 1934 sólo el 35% de los hogares de todo Estados Unidos estaban electrificados, pero en California lo estaba el 83%. El promedio nacional de Estados Unidos del coste del kilovatio/hora era de 2,17 dólares. En California era de 1,42 dólares. Al generar el 10% de Estados Unidos, ese estado pudo beneficiar tanto a los granjeros como a los que vivían en las ciudades. En 1924, mientras el 90% de todas las granjas norteamericanas seguían careciendo de electricidad, no era raro ver granjas completamente electrificadas en California, con vacas que se ordeñaban eléctricamente, bombas eléctricas que irrigaban los huertos y los campos, y toda la gama de electrodomésticos en las casas.

NO TE LO PIERDAS:   A propósito de Teruel: Necesitamos españolas que se eleven a la dignidad de madres

La electricidad barata impulsó la continuada prosperidad de California en los años veinte, a lo largo de los difíciles treinta y después. Hizo posible el florecimiento de vasta industrias manufactureras que se establecieron durante la segunda guerra mundial y transformaron toda la costa este haciéndola aún más rica. Esa fue una de las razones de que se asentaran los estudios cinematográficos en Hollywood y las empresas tecnológicas de Silicon Valley.

Frente a ello, Europa, sobre todo Alemania, y España han apostado por la ruina económica que representa una electricidad cara, bajo los dictados de la estupidez supina de lo verde, que ha devenido diabólico, el disfraz del globalismo. Alemania ha vuelto a hacer el más espantoso ridículo y ha llevado a Europa al desastre. Alemania, España y Reino Unido obtienen más del 25% de su energía de las renovables, eólica y fotovoltaica; en abril, se llegó al 40% de esas fuentes de energía y en agosto fue la electricidad más cara de la historia. Esto se debe a que estas energías están altamente subvencionadas por el Estado, para enriquecer a los fondos de inversión como Black Rock. segundo accionista de Iberdrola.

En España funcionan cinco nucleares, ya que se cerró Santa María de Garoña. Y sólo quedan 2 de carbón, de las 21 que había en 2011.

El globalismo travestido de verde ha caído simpático mediante la falacia de que combate el timo cambio climático, De esa forma ha desarmado eléctricamente a Europa. En 1980, cuando el globalismo vio renqueantes a los dos partidos tradicionales, los socialdemócratas y los conservadores, especialmente a los primeros, propició la salida a escena del falso ecologismo, el Partido Verde. Fue en Alemania de la mano del reconocido pedófilo y pederasta Daniel Cohn Bendit. Cosechó los votos perdidos por la izquierda y se situó como el partido bisagra, con toda una serie de dogmas herrumbrosos e inservibles.

NO TE LO PIERDAS:   Francia, Holanda (Amsterdam) y Australia (Melbourne) en pie de guerra

Ahora los alemanes, que han cerrado todas sus nucleares, piden «solidaridad» al resto de Europa, ante el frío gélido de su invierno, los cortes de luz en su industria y en los hogares. Nada más absurdo que esa «solidaridad» que ni se meren ni podemos darles.

Como la manía muy cara del coche eléctrico. Con la electricidad por las nubes, y subiendo continuamente por la broma macabra verde, plantear un futuro con el coche eléctrico es tomar por bobos a la gente.