Enrique de Diego.
En la pocilga que han degenerado las más importantes redes sociales, cuyo poder es menguante y su descrédito total…Quizás lo fueron desde el principio, pero lo disimularon, me refiero a Facebook, Instagram, Youtube y Twitter, ésta es una parodia renqueante, a la que Elon Musk intenta comprar a bajo precio, de los 44 millones de dólares iniciales, ahora está buscando el precio real, el precio de mercado, queriendo saber los bots, los no humanos, que el mendaz CEO de Twitter ha situado en el 5% cuando otros los sitúan en el 50% -esa es la cantidad de usuarios falsos que siguen a demente y sobón, Joe Biden, el más deleznable presidente de la historia de los Estados Unidos- y algunos otros, entre ellos yo, lo acercan al 90%.
Elon Musk me parece un falsario y un hombre del sistema que se está intentando salvar de la quema que ve venir, de la noche de los cuchillos largos, que, sin ninguna duda, sobrevendrá. Entre sus gloriosas bravuconadas está el haber dicho que ni piensa votar al satánico Partido Demócrata, al que siempre ha votado, incluso en las elecciones presidenciales fraudulentas de 2020, donde pusieron al más tonto y al más payaso de todo Estados Unidos. No votará porque es el partido del «odio y la división».
Ha dejado en ridículo a Bill Gates como un hipócrita y ha hecho mofa del tarado situándole como un trans embarazado y ha recibido la inquina del personaje que está detrás de la petición de que se retire la publicidad de Twitter si se hace con la compañía, con la inevitable participación en el cortejo de la inmunda Open Society del vejete acabado de George Soros. Ha pisado todos los juanetes de los globalistas más caracterizados, por la simple razón de que olfatea su derrota.
Luego ha puesto la palabra maldita para los tiranos globalistas: libertad de expresión. Y eso ha sentado como un tiro en la pocilga de Twitter, cuyos trabajadores lloran a mares por la esquinas. Al pajarito le está haciendo un descosido monumental. Podría tener lógica empresarial la compra si recuperara a Donal Trump o rodaran las cabezas de quienes censuraron la verdad sobre Hunter Biden contenida con pruebas fehacientes en su ordenador, pero Trump apuesta por su red social, de la que es su principal activo y estos degenerados de Twitter tienen un odio cerval a la libertad de expresión, en cuyo ambiente no saben vivir. Es mejor que Elon Musk huya. En Estados Unidos Gab se ha comido a Twitter, y Parler y varias más.
A mí me han suspendido la cuenta, ya era hora de sacudirme la autocensura, y no se ha notado nada en la audiencia de Rambla Libre. En Twitter me mantenía por la suposición errónea de que la audiencia dependía de la promoción que hacía de los artículos de Rambla Libre entre los 20.500 seguidores. Hemos mejorado mucho el producto, le hemos dado más pulso y mordiente, más variedad, como en el timo climático o la basura de propaganda ucraniana y una sustancial mejora de nuestra sección internacional, donde USA es clave. con las elecciones de mitad de legislatura en noviembre, donde se espera una barrida en pelo de los demócratas, que parecen todos sodomitas. Todo eso, toda esa mejora puede explicar el que se haya mantenido la audiencia y aún haya aumentado.
Pero, visto con perspectiva, de esos 20.500 seguidores, buena parte eran bots, por encima del 60%. Siempre se activaban 2 ó 3 seguidores bots dando la nota. Hubo ataques a mi cuenta de los del arcoiris y la viruela del simio en que todos parecían bots, el 95%, siguiendo consignas, repitiendo los mismos tuits, sobre temas que ni les van ni les vienen a los sodomitas, que no entrarán en el Reino de los Cielos; por ejemplo, sobre las timo vacunas eran asquerosamente intolerantes, hasta la zafiedad y la prepotencia, como si la sodomía nublara el juicio. Por mucho, que bloqueara se multiplicaban sin originalidad alguna.
Twitter es una pocilga. Ahora que no estoy yo, más aún. En Gab.com me encuentro como pez en el agua. Gab tiene un peso considerable en USA, precisamente porque el 100% responden a humanos, libertarianos, hombres libres que expresan sus opiniones sin temor la censura. La primera vez que me censuraron en Twitter una semana fue por poner el tuit «la timo vacunación tiene como objetivo eliminar población». Cada palabra es verdad y entraña una gravísima acusación. Delenda est Twitter.