Editorial.
En 1975, España era la séptima potencia industrial y la deuda era inexistente. Con la malhadada transición, se instaura el Estado de partidos, la partidocracia, y se empieza a vivir de deuda. La política se convierte en una profesión y el botín electoral se aumenta exponencialmente con el Estado autonómico. La aristocracia política imita a la monarquía: se hace casi vitalicia, hereditaria y degenera en casta parasitaria.
Ahora, la decisión del Banco Central Europeo de no comprar más deuda de España pone fin a la farsa, a la pantomima, mis veces publicitada por la propaganda oficial. Van a recortar las pensiones, cuando deberían eliminar las autonomías y su despilfarro.
La sociedad española va a sufrir un shock tremendo. Es la hora de la sociedad. De ella depende. O se subleva y lucha contra la casta parasitaria o cede una vez más. Hay que prepararse para la lucha.