Luis Bru.
La remontada hasta un inalcanzable primer puesto, y la crisis galopante a la que ha sido abocada Telecinco, tiene un nombre: series turcas, de bajo presupuesto, magnífica interpretación, buenos guiones, donde se cuentan historias humanas llenas de sentimientos, donde la familia y los hijos ocupan un lugar estelar. De repente, las Marujas y las Chonis han abandonado a la carrera Sálvame, y a todo Telecinco, con una fórmula que aparece cansina y gastada en donde el espectador sigue atrapado en Cantora, Ambiciones o en el culebrón periclitado de Rocíito y Antonio David. Podríamos escribir dentro de dos meses o dentro de dos años lo mismo sobre Telecinco.
Entre Antena 3 y Nova, el menú de la series turcas domina: Inocentes, Mar de Amores, La Hija del Embajador, Infiel, Tierra Amarga, Pasamarga…tras el exitazo de Mujer. Inocentes es la historia tragicómica de una familia traumatizada por una madre castradora, en donde la familia les permite sobrevivir. Sabiye, Hans y Vulvan son los protagonistas más destacados, llenos de traumas y complejos, pero que unos a otros se apoyan y quieren, con momentos de gran ternura. Hipérbole psiquiátrica en donde todos los actores brillan a gran nivel. En Nova, destacamos Mar de Amores, auténtica novela río de la Turquía de los años setenta, en donde brilla la interpretación de Gemillel y se añora al capitán Ali. Siempre hay niños como sucede en las familias estructuradas, graciosos, simpáticos, queridos.
Telecinco se lo tiene que hacer mirar: ha quedado como una televisión de sodomitas para sodomitas, con muchos puntos de rencor. Se está quedado sin público a la carrera, en auténtica estampida. En la series turcas no sale ninguna pareja de sodomitas, como es norma obligada en las que antes hacían los españoles degenerados. Los turcos no chillan, actúan con naturalidad; las series cuentan historias y las cuentan bien. No son series de simples romances, como las iberoamericanas, sino historias de familias, con pasiones a flor de piel, amor humano que cuenta las relaciones entre padres e hijos, abuelos y nietos.
Una forma de televisión que parecía vieja y que ha vuelto con gran fuerza, como si respondiera a una añoranza incontenible, con una gran escuela de actores y sin sexo explícito; en la mayoría, se besan en la frente o en los carrillos; eso las hace aptas para todos los públicos. Con Telecinco han acabado. No es nada malo. Antena 3 saca pecho de su liderazgo ocultando la única razón: la series turcas.