Enrique de Diego.
Federico Jiménez Losantos siempre ha sido un hombre del sistema, con una tarea importante: entretener a la gente crítica, patriota y con ansias de cambio, para apuntalar al sistema. Alineado con el sector liberal y especialmente con Esperanza Aguirre ese esquema funcionó desde el PP, hasta que con Mariano Rajoy intentó la operación de Ciudadanos, de forma que sufriendo el PP un duro castigo optara por aceptar el liderazgo de Esperanza Aguirre. Vox salió al margen de su influencia, ideado y apoyado por Julio Ariza, pero pronto fue asumido por Losantos en el esquema conocido, como simple muleta del PP.
Cuando el sistema ha precisado y exigido un consenso totalitario y monolítico, el pensamiento único con un planteamiento eugenésico, descubrimos que todos decían e imponían lo mismo: el veneno de muerte como la solución salvadora. Federico Jiménez Losantos se dedicó a ello con fervor inusitado. Todo el sistema cerró filas y algunos ocuparon posiciones de vanguardia como arietes. El objetivo era el pinchazo obligatorio y generalizado; forzándonos a todos al suicidio e imponiendo medidas de corte claramente nazi, e incluso a los niños, puestos en terribles peligros.
Puso a Libertad Digital a tal fin en primera línea de ataque con el tridente Luis del Pino, el diputado de Vox, Juan Luis Steegman y Luis del Pino, y poniendo a una meritoria, Yésica Sánchez, a producir material seriamente averiado, como el reportaje dedicado a demoler a los dirigentes llamados «antivacunas», con especial inquina hacia Fernando López-Mirones, o la crónica delirante en que concluía que la proteína Spike no era patógena.
El imposible metafísico, tan caro al demente Bill Gates, del pinchazo universal le pareció al sistema factible y lanzaron las más burdas manipulaciones, hablando a todas horas de la oleada de los no timo vacunados y situando a los tales como enfermos contagiosos, que no iban a salvar a la Humanidad, como ha dicho el gran Luc Montagnier, sino que la haría perecer a consecuencia de sus perjuicios de gente inculta bebe lejías. Durante un tiempo la propaganda fue feroz y a medida que encontraba resistencia más sólida y resuelta, esa propaganda se tornó histérica y bramó maldiciones; en ello destacaron personas, en apariencia tan antagónicas, como Risto Mejide y Federico Jiménez Losantos.
Había que romper ese frente compacto por algún lado. En twitter eran tan frecuentes como angustiosas las llamadas de los purasangre a contestar y frenar a Losantos, del Pino y Steegmann. Hoy se puede decir sin ningún género de dudo que ese grupo vacunazi está desarbolado y que por ese terreno hemos realizado una infiltración en profundidad exitosa. Desde hace tiempo, han sido vencidos y superados. La sorprendente actitud de acudir contra mí de llevarme a los tribunales indica que el daño causado es superior a lo previsto y ha sido como un esfuerzo heroico colectivo: esos 79.000 oyentes perdidos, según la última oleada del Estudio General de Medios, ha sido lo demuestran, junto con la estampida del Club de Amigos de Libertad Digital. Pero ese recurrir a la Justicia con afán punitivo y liberticida indica que Losantos nunca fue liberal -su alma sigue siendo comunista, de ahí que haya sido vocero fervoroso de los totalitarios planes globalistas, que tienen en China su modelo- y está civilmente muerto civil y periodísticamente. Se ha derrumbado víctima de repentinitis.