Enrique de Diego.
A nada conduce el buenismo. Estamos en una guerra, no en una guerra convencional; no es una guerra que nosotros, los no timo vacunados, los hombres libres, hayamos declarado, pero es una guerra cruel y despiadada, en la que vamos a perder seres queridos, manipulados por gentuza que ocupan puestos relevante en los medios. Estamos en una guerra y el que no lo asuma está en disposición de perderla y ser llevado por la corriente.
Estamos en una guerra declarada por las élites globalistas, pero a la que sirven las castas políticas y también las mediáticas, que en su disposición por quitarse gente de encima no para en mientes ni perdona la vida de nuestros niños. Estamos en una guerra y hemos de aplicar la lógica de la guerra, que es la de amigo-enemigo, sin medias tintas. En todo momento, estamos en guerra.
Hemos roto por el flanco derecho, por ese pigmeo moral de Losantos, que utilizaba el sistema para administrar el miedo y mantener entretenida a la derecha. De su bajeza, ha dado muestras en el trato dado como bebelejías, nos ha llamado ratas y cucarachas y ha llamado a nuestra eliminación. El cínico ha pretendido en nombre de no sé qué concepto de libertad promover el pinchazo obligatorio y hacerlo extensivo a todos los niños de España, a todos vuestros hijos, hasta conseguir la extinción.
Hay que profundizar en esa brecha abierta al enemigo, hay que hacerla más grande, enorme. Dice James A. Buchanan, Premio Nobel de Economía y gran liberal de la escuela de la ‘public choice’, de que el Pastor que cuida de los intereses de su comunidad merece que se le financie. A Losantos ni pan ni agua. Hay que hundir a Losantos. Como la orden imperiosa que recibió la Marina inglesa, sabiendo que estaba en juego el dominio del Atlántico, ¡hundid el Bismarck! ¡hundid a Losantos! Hundid su Club de Amigos de Libertad Digital. ¡Qué nadie compre en su tienda de baratijas!
En la última oleada del Estudio General de Medios, ha perdido 79.000 oyentes. ¡Qué nadie le oiga! ¡0 oyentes es el objetivo! Es una guerra y a los propagandistas del enemigo hay que silenciarlos. No es una drôle de guerre, es una guerra con todas las consecuencias. Me alegro de la desgracia de Losantos pues es una victoria, es el primer enemigo tambaleante que puede sucumbir; quiero que le caigan todas las desgracias juntas; esa es la mentalidad de un combatiente. Esa es la lógica de la guerra contra los enemigos interiores y exteriores. Esta es una guerra sin cuartel en la que se lucha por el espíritu. Así que sin piedad, como hacen ellos. ¡Hundid a Losantos! Por nuestra supervivencia, por nuestros niños, por nuestro futuro como sociedad. ¡Hundid en el fondo de los mares! ¡Qué su nombre sea maldito y no se vuelve a hablar de él! ¡Hundid a Losantos!