Luis Bru.
A Federico Jiménez Losantos le ha venido muy bien las dos denuncias, Liberum y José Luis Mazón, por incitación al odio como un locutor hutú. Todavía no salgo de mi asombro pero dijo, y oyeron estos oídos que se ha de comer la tierra, que los no pinchados eran no poco menos sino igual a ratas y cucarachas y que había que exterminarlas. Losantos es como Risto, las dos caras de Juno, la de la derecha y la de la izquierda. Le ha venido muy bien, porque se ha callado, y Luis del Pino también. Incluso Yésica Sánchez ya n escribe esos ladrillos con cosas tan delirantes como que la proteína Spike es inocua, patada a la ciencia y entrada en la supersticióm covidicia.
Según Antón Márquez, jefe de publicidad del chiringuito, Losantos no ha pillado ningún contrato con Pfizer, después de tantos esfuerzos como ha hecho, quizás porque se vende barato o porque está ya tan desgastado que no conviene que promociones el veneno de muerte o la «terapia génica», que no vacuna, como ha reconocido Stefan Oelrich, presidente de la División de Productos Farmacéuticos de Bayer, quien ha dicho que utilizaron el término vacuna porque tenía mejor entrada. Así que Losantos tiene que tragarse todos los dicterios sobre la vacuna de la viruela y la enfermera Isabel Zendal. Losantos es tan corto de entendederas que por esa línea ha puesto el peyorativo antivacunas, como Risto, y se ha quedado tan ancho.
Federico parece que ha menguado de estatura y ya se queda por donde los grajos vuelan cuando hace frío. Bracea con sus bracitos tratando de sobrevivir y cuando habla semeja un mendigo pidiendo dame algo a Isabel Díaz Ayuso y a Juan Manuel Moreno Bonilla, tratado de huir de lo inevitable: la suspensión de pagos y el ingreso en prisión, cuando le toque enseñar la contabilidad imaginativa que le prepara el inefable y tortuoso Javier Somalo, el ideador del «accidente doméstico» que le costó la vida a la malograda Elia Rodríguez y que es una de las mentiras más gordas y más crueles que se han aventado.
El clima totalitario que ha impuesto Losantos en Libertad Digital -«en esta empresa no entra nadie que no esté vacunado porque me contagia», al tiempo que promueve el genocidio de los españoles, niños incluidos -«¿no vas a vacunar a los niños?»- se ha resuelto en una estampida de quien ha podido pillar una oferta y darle a Losantos con la puerta en las narices. Una fuga a la carrera de talentos: Ketty Garat, al The Objective, y Elena Berberana, a la televisión 7nn, a las que deseamos lo mejor, así como sus nuevos proyectos periodísticos. Cuando empieza a irse de gente de tanto talento es mala cosa; si, además, se van a medios que hacen directamente la competencia es un desastre sin paliativos. Tocan las campanas a muerto por Federico.
Les ha faltado tiempo denunciar el clima totalitario y liberticida, criminal y genocida, que has impuesto en esa cloaca hitleriana en que ha devenido Libertad Digital. Dice Elena Berberana, y dice bien, que “la pandemia de pasaporte covid ya está aquí. No hay presión hospitalaria, las UCI están al mínimo, pero la Junta de Andalucía ve urgente discriminar a los no vacunados. Quieren separarnos hasta de nuestros familiares en Navidad. Hay que frenar este delirio hitleriano”. De esos delirios, Losantos está ahíto. Ya se sabe que entre el hitlerismo y el comunismo hay una delgada línea y lo malo no es que uno se crea Napoleón en el frenopático, sin que los demás le rían las gracias. Hay que reconocer que a Losantos se le han reído mucho y no le ha venido bien para su endeble salud mental.
Un dato clave para explicar sus intervenciones de locutor hutú es su mítica y superlativa hipocondría. Federico es un hipocondriaco contumaz y compulsivo. Es un infraser de la peor especie, que diría el gran Coto Matamoros. Así que el miedo que es un sentimiento abyecto que repudiamos con razón, que dice Karl R. Popper, a él le ha atenazado. Delirios hitlerianos de un hiponcodriaco.