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El estrepitoso fracaso del Opus Dei (2): Un Obispo numerario en Suiza, sacrílego y hereje modernista

Redacción




Enrique de Diego.

El estrepitoso fracaso del Opus Dei no deja otra que una intervención extraordinaria del Cielo para enderezar la situación. ¡Ven, Señor, no tardes! Buen ejemplo de ese fracaso doctrinal es la existencia de Joseph Bonnemain, miembro numerario del Opus Dei, obispo de Coira, capital del cantón suizo de los Grisones, que entre sus excentricidades está la compulsiva afición al culturismo, de donde le viene el sobrenombre de «Supermán», que no abomina de la unión entre dos lesbianas, siendo la sodomía motivo de condenación como dice con claridad San Pablo, que no cree en Jesús Oculto en la Eucaristía y de ahí que en su Misa de entronización, auténtica mascarada, diera la comunión a tres destacados protestantes, como gesto ecuménico de hospitalidad, importándole un comino que no tengan fe en la Sagrada Eucaristía. Además, no tiene claro el celibato porque «la Iglesia está en desarrollo» y está a favor de que puedan comulgar, en pecado mortal, los divorciados. Un progresista. Un sacrílego y un hereje modernista.

Bonnemain, nativo de Barcelona y formado en la Universidad de Navarra, viene a suceder a Vitus Huonder, tildado de conservador, contra el parecer del alto clero local. Al mismo tiempo, Bergoglio aceptó la renuncia del obispo auxiliar de la importante diócesis suiza, Marian Eleganti, que se ha distinguido en los últimos años por su obstinada defensa de las tradiciones y doctrina de la Iglesia. El nombramiento ha sido relativamente peculiar. Bergoglio habría propuesto tres nombres como posibles obispos de Coira, nombres que rechazaría el conservador Capítulo de la Catedral, un caso insólito en la práctica eclesial. Este rechazo dejó la elección por completo en manos del Papa Francisco, que se decantó por Bonnemain.

Ordenación de un ex anglicano.

El 13 de octubre de 2018, un ex anglicano convertido al catolicismo fue ordenado sacerdote para la diócesis de Coira según el rito de  San Pío V: el primer caso desde hace 70 años para el cantón que dio nombre al país. Fue el obispo de Coira, Monseñor Vitus Huonder, partidario de la liturgia tradicional, quien ordenó a Marcus Williams, diácono de 40 años de edad.

San Josemaría Escrivá de Balaguer: «Vivir en la Iglesia de siempre»

El tal Bonnemain es un mal hijo de San Josemaría Escrivá de Balaguer que no desea «vivir en la Iglesia de siempre», la «única postura contemplada» en «La tercera campanada», porque «nos ha ido muy bien perseverar así» ya que «nos consta que cediendo no se consigue nada», pues «la lógica de Dios desafía abiertamente a la lógica de los hombres», para entenderlo basta abrir los ojos y «no acostumbrarse al error y al pecado», «porque se teme más el juicio de los hombres que el juicio de Dios».

El Opus Dei no tiene otra opción que señalarle la puerta de salida, si quiere ser fiel al espíritu fundacional, si quiere ser fiel a San Josemaría Escrivá de Balaguer, un santo como la copa de un pino, y como tal clarividente, si quiere seguir siendo digno de llamarse Dei. Escribe el Fundador en «La Tercera Campanada»: «si alguno se resistiera y no se reformara, pienso que no habría más solución que aconsejarle que solicitara la salida. En el Opus Dei no podemos albergar a nadie con la desgraciada capacidad de romper la compacta -lo digo adrede: ¡compacta!- unidad de fe».

Pecado contra el Espíritu Santo, que no se perdona

Aún más grave, es que esta nítida deriva modernista, este abusivo desprecio por el gran regalo de Cristo, la espléndida donación de sí mismo que es la Eucaristía, se ejecuta con la aquiescencia, en una estructura a la postre altamente jerarquizada como la Obra, de Mario Facio, el argentino pedido por Bergoglio para venirse a Roma y, por ende, por el Prelado, Fernando Ocáriz. ¡Qué lejos ha llegado el deterioro! Decía San Josemaría: «nosotros nos negamos a jugar con la fe», que «a la debilitación de la fe, acompaña una desorientación de la conciencia. Se llega hasta el extremo de considerar, con categoría de fenómenos positivos, sucesos que no admiten más explicación que la caída de la criatura», evitando «discernir el bien del mal», en «esta casi universal deserción moral», hasta caer en «grave pecado contra el Espíritu Santo», el único que no se perdona, que no tiene perdón; «confundir a la Iglesia con una asamblea de fines más o menos humanitarios, ¿no significa ir contra el Espíritu Santo?».

Patente blasfemo y un debocado hereje

Esta situación no se puede tolerar, no estamos ante un obispo excéntrico, sino ante un patente blasfemo y un desbocado hereje. Cito de nuevo «La tercera campanada», que es en propiedad el testamento del Fundador, la última voluntad que obliga a todos los miembros de la Obra, empezando por el Prelado: «No olvidéis el particular empeño que pone en estos tiempos el demonio, para lograr que los fieles se separen de la fe y de las buenas costumbres cristianas, procurando que pierda hasta el sentido del pecado con un falso ecumenismo como excusa», porque -sigue diciendo el Fundador del Opus Dei, cuya palabra obliga- «la realidad demuestra que en esos conciliábulos, unos afirman que sí y -sobre el mismo tema- otros lo contrario. Cuando -a pesar de esto- aseguran que van de acuerdo, lo único cierto es que todos se equivocan. Y de esta comedia, con la que mutuamente se engañan, lo menos malo que suele producirse es la indiferencia: un triste estado de ánimo, en el que no se nota inclinación por la verdad, ni repugnancia por la mentira». Ecumenismo del bueno, del de oro de ley era el del anterior obispo Vitus Huonder, ordenando a un converso anglicano, y con qué delicadeza se le ve tratar a Cristo en la Eucaristía.

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Porque el soplagaitas de Bonnemain es un modernista, que contiene todas las herejías, porque no cree en la Divinidad de Cristo, ni en su Presencia Real en la Eucaristía, ni, por ende, en la existencia de la Revelación, de un código revelado que a obliga todos por igual, a Bergoglio y a Bonnemain, lo contrario es falta de fe y tiranía, y, por supuesto, se debe negar la comunión a demente y sobón y abortista Joe Biden, porque el Cuerpo de Cristo no debe entrar en un alma tan podrida y comería él su propia condenación. «En una palabra, el mal viene, en general, de aquellos medios eclesiásticos que constituyen como una fortaleza de clérigos mundanizados», «toda una cabalgata de tipos que, bajo la máscara de profetas de tiempos nuevos, procuraban ocultar, aunque no lo consiguieran del todo, el rostro del hereje, del fanático, del hombre carnal o del resentido orgulloso».

La Verdad por delante y el matrimonio indisoluble y el divorcio como herejía

Cristo no debe entrar en el alma de un hombre o una mujer divorciados que viven en pecado, y nadie, cuando digo nadie, y menos que nadie el Papa, puede cambiar eso. Veamos, y sean fieles los miembros de la Obra, lo que pensaba San Josemaría Escrivá de Balaguer: «no caben ni ambigüedades ni compromisos. Sí, por ejemplo, os llamaran reaccionarios porque os atenéis al principio de la indisolubilidad  del matrimonio, ¿os abstendríais, por esto, de proclamar la doctrina de Jesucristo sobre este tema, no afirmaríais que el divorcio es un grave error, una herejía?». Sí, herejía con todas las letras. «Hijos de mi alma, que ninguno me venga con remilgos y distingos, en estos momentos en que se requiere una firme entereza doctrinal. Abominemos de ese cómodo irenismo de quien imaginara pacificar todo, encasillando unos a la izquierda y acomodando otros a la derecha, para colocar graciosamente en un prudente centro -nada de extremismos, aseguran- el fruto de su juego dialéctico, ajeno a la realidad sobrenatural, Ellos inventan el juego y deciden la posición de los demás. De esas típicas posturas falaces de ciertos eclesiásticos, que traicionan su vocación, brota como resultado la frívola componenda, la doctrina desvaída, el alejamiento del pueblo de sus pastores, la pérdida de autoridad moral y la entrada en el ámbito de la Iglesia de facciones partidistas».

El amor de San Josemaría a la Eucaristía, a Jesús Sacramentado, era tierno y recio

Vamos a lo más importante. A ese gesto sacrílego de dar la Comunión a tres protestantes, dirigentes, por supuesto, que demuestra ausencia de fe en Jesús Sacramentado. Dice el Fundador del Opus Dei, a quien caracterizaba un exquisito amor, tierno y recio, a Jesús Eucaristía: «y, sobre todo, dando disposiciones que conducen a arrancar de las almas el Santo Sacrificio de la Misa y la certeza en la Real Presencia de Jesucristo en el Santísimo Sacramento del Altar y Reservado en el Sagrario». Cuentan la anécdota de la bronca monumental que les echo a la Asesoría Central de Mujeres porque no habían puesto un ornamento de fiesta en el Tabernáculo. Con esa fe gorda, que se podía cortar, les dijo, más o menos, no es textual, pero sí refleja el espíritu: Hijas mías, si no os dejo esto ahora claro, terminaréis poniendo clavos en el Sagrario. Nunca pudo imaginar que un hijo suyo en Suiza, numerario y obispo iba a tratar peor a Jesús Sacramentado que en la flagelación.

«Los sacerdotes, obispos y cardenales van por el camino de la perdición y con ellos llevan a muchas almas»

El 18 de junio de 1965, en San Sebastián de Garabandal, el Arcángel San Miguel, por directo encargo de la Virgen María, Madre de Dios y Madre Nuestra, les dijo a cuatro niñas de 11 y 12 años, incapaces de entender y, por tanto, de tergiversar el mensaje: «Los sacerdotes, obispos y cardenales van mucho por el camino de la perdición y con ellos llevan a muchas más almas» y añadió: «A la Eucaristía cada vez se le da menos importancia». Habrá un Aviso, un Milagro y un Castigo. El Aviso vendrá precedido por la celebración de un Sínodo; este es, el Sínodo de la sidoneidad, cuyo fin es la destrucción de la Iglesia. Estos son tiempos para no perderse en ansias de poder eclesiástico a cualquier precio. Jesús viene. Hay que estar ciego para no ver los signos. Conchita, de Garabandal; «la Santísima Virgen nos ha hablado varias veces que su Hijo Jesús vuelve de nuevo». Alphonsine Mumureke, vidente de las apariciones de Kibeho, Ruanda: «El regreso de Jesús está muy cercano…La Reina de los Ángeles viene a aconsejarnos que nos preparemos para la venida de su Hijo». Lo mismo en los seis videntes de Medjugorje.

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En las apariciones de Nuestra Señora de Akita (1973-1975), Japón, a la monja Agnes Katsuko Sasagawa, la Virgen describe la situación actual al terrible detalle: «La obra del demonio se infiltrará hasta dentro de la Iglesia de tal manera que se verán cardenales contra cardenales, obispos contra obispos. Los sacerdotes que me veneran serán despreciados y encontrarán oposición de sus compañeros…iglesias y altares saqueados; la Iglesia estará llena de aquellos que aceptan componendas y el demonio presionará a muchos sacerdotes y almas consagradas a dejar el servicio del Señor. El demonio será especialmente implacable contra las almas consagradas a Dios».

Desagraviar por las ofensas a Jesús Sacramentado

Hay que desagraviar y expiar por las ofensas a Jesús Sacramentado cometidas públicamente por el mal obispo de Coira, Joseph Bonnemain. Sor Emmanuel Maillard es una monja de la Comunidad de las Bienaventuranzas, íntimamente ligada a Medjugorje, cuyos mensajes de Nuestra Señora de la Paz difunde y da a conocer en una labor encomiable. En su libro «El Niño escondido de Medjugorje», cuenta como al ir a cerrar el Tabernáculo por la noche sale un grito del copón. «Muchas hostias están en agonía, saben que serán recibidas en moradas inmundas donde reinan esos pecados que engendran la muerte. Permanezco clavada en el suelo, petrificada…Esas hostias sienten repulsión de ser consumidas. ¡Jesús pide socorro!». La Madre Yvonne-Aimée, una mística francesa, muerta en 1951, tenía muchos carismas, entre otros Jesús le encargaba que recuperara Hostias consagradas, ella acudía solícita a salvar a su Bienamado de la profanación. «Esta tarde, Jesús me dijo nuevamente, que por la noche iría a sustraerlo de otra casa en la cual había sido ultrajado. ¡Oh, pobre Jesús, querido Bienamado, tan mal amado!». Cuenta, Sor Emmanuel, una historia enternecedora, que le enterneció toda su vida a Monseñor Fulton Sheen, famoso por sus predicaciones a través de los medios de comunicación. Es la historia de Li, una chinita católica, que ante la profanación comunista que derrama las Sagradas Formas del Copón, se desliza cada día hasta la Iglesia y de rodillas con su lengua va tomando cada una, hasta que al final la descubren, cuando consume la Última y la matan. «Diariamente -dice Sor Emmanuel Maillard- hieren a Jesús, se ríen de Él, lo pisotean. El número de sectas que profanan la Eucaristía va en aumento. Cada domingo, en casi todas las parroquias, ciertos fieles comulgan a pesar de vivir en grave pecado, aquellos que la Biblia llama «abominaciones» y que confieren la muerte al alma. Jesús nunca ha sido tan torturado, pequeña Li. A veces, se han quitado hasta los reclinatorios, y pobre de aquel que se atreve a arrodillarse durante la Consagración es mal visto y corre el riesgo de hacerse excluir». Y atruena la voz del Arcángel San Miguel en Garabandal: «A la Eucaristía cada vez se le da menos importancia».

Fieles a «La tercera campanada», testamento de San Josemaría Escrivá de Balaguer

Concluyo está a modo de corrección fraterna a Mario Facio y a Fernando Ocáriz para que no escondan «La tercera campanada» y sean fieles al testamento de San Josemaría Escrivá de Balaguer, con una cita de esa carta llena de visión sobrenatural y de amor a la Iglesia de siempre: «Personas alejadas de hecho de Jesucristo, porque carecen de fe, han ido fomentando un clima de renuncia a toda lucha, de concesiones en todos los frentes. Y así, cuando el mundo ha necesitado una fuerte medicina, no ha habido poder moral capaz de parar esta fiebre de impudor y violencia, que el marxismo explota tan hábilmente, para hundir aun más al hombre en la miseria.

«Se escucha como un colosal non serviam! (Ierem. 11,20) en la vida personal, en la vida familiar, en los ambientes de trabajo y en la vida pública,. Las tres concupiscencias (cfr, 1 Joann. 11, 16) son como tres fuerzas gigantescas que han desencadenado un vértigo imponente de lujuria, de engreimiento orgulloso de la criatura en sus propias fuerzas y de afán de riquezas. Toda una civilización se tambalea, impotente y sin resortes morales».

El estrepitoso fracaso del Opus Dei