AYÚDANOS A COMBATIR LA CENSURA: Clicka aquí para seguirnos en X (antes Twitter)

FIRMA AHORA: El manifiesto contra el genocidio de los niños


A propósito de «Lepanto, la batalla decisiva», el magnífico libro sobre la gran batalla

Redacción




Enrique de Diego.

Se han cumplido 450 años de la decisiva batalla de Lepanto, tremenda victoria de la Liga Santa, de San Pío V y don Juan de Austria, con el concurso heroico de venecianos, genoveses, a soldada del rey Felipe II, y la contribución de los Caballeros Hospitalarios de San Juan de Malta, en «la más grande ocasión que vieron los siglos», como escribió brillantemente un soldado español, cumbre de nuestras letras, Miguel de Cervantes, que participó, el «manco de Lepanto», aunque no quedó manco sólo incapaz de servirse del brazo, y nos ha dejado épicas escenas del valor en el abordaje.

Antes que nada reseñar que Agustín R. Rodríguez González ha escrito un libro magnífico, nos atrevemos a decir que ha escrito el libro que la batalla merece, con «Lepanto, la batalla decisiva», publicado por la Editorial Sekotia, que se ha apuntado un buen tanto con él. No sólo Lepanto, sino su contexto, con los piratas berberiscos y el imperio otomano y los esfuerzos denodados, no siempre coronados por la victoria, del emperador Carlos y por Felipe II.

Una Venecia humillada en su vocación pactista por la pérdida de Chipre que hace ya posible el viejo sueño cruzado del Papa Santo Pío V y un hombre excepcional, don Juan de Austria, auxiliado magníficamente por el Marqués de Santa Cruz, Álvaro de Bazán, y con la contribución inestimable y poderosa de nuestros Tercios al mando de hombres como Luis de Requesens y Alejandro Farnesio, que se cubrieron de gloria. Magistral la narración de la batalla con la tremenda contienda entre las naves capitanas de la flota cristiana y la turca. Muy interesante todo el análisis de los barcos de unos y otros, con la ventaja de la galera española, y del armamento, con la ventaja también de los arcabuces, y el temido abordaje en el que los españoles eran muy superiores. Una lección constante de amor marinero y de buena documentación que sabe a sal y a gloria, en el que se rinde homenaje a los piratas berberiscos y a la flota otomana de Suleiman, el magnífico.

NO TE LO PIERDAS:   Galería del lacayo pepero: Chanisaurio, fascinado por su propia estupidez
Don Juan de Austria.

Vamos a detenernos en don Juan de Austria. Tiene virtudes y hechos para rivalizar como héroe nacional con El Cid. Tiene gallardía, humildad para dejarse aconsejar, arrojo en el combate, humanidad en la victoria. Es el ideal de caballero nuestro Jeromín. Pero, ¿de verdad hoy es sentida Lepanto como una gran victoria? Sin duda, para una gran parte de la población. Pero para otra, la comunidad musulmana, puede verse todo lo contrario, como una gran derrota. Y para esa degeneración de la condición humana que llamamos el progre o los progres, Lepanto, llevados por su mala y sucia conciencia, quizás sea un acto de imperialismo execrable. Más aún, don Juan de Austria antes de Lepanto sofoca la rebelión morisca en las Alpujarras, contienda a sangre y fuego. Veamos aquí a don Juan de Austria en el panteón de los villanos. Y, sin embargo, en Las Alpujarras y en Lepanto brillan sus dotes de mando de gran estratega, de héroe nacional.

Una nación exige, según el filósofo Karl R. Popper, regularidades comunes que permitan la comunicación entre sus connacionales. La fiesta nacional puede gustar más o menos, pero a todos nos conviene que exista pues es una regularidad, un patrimonio nacional. La identidad de España se ha forjado en la lucha contra el islam, en la Reconquista y también en Lepanto, que fue, como bien dice el autor Agustín R. Rodríguez González, una batalla decisiva, que decidió el futuro de dos mundos y frenó la soberbia otomana y su dominio del Mediterráneo.

Hoy, se nos dijo por el globalismo y una izquierda que estaba en derribo ideológico, debemos ser una amalgama de comunidades yuxtapuestas. Las sociedades, entre ellas la española, no han tendido a ser homogéneas, como se ha buscado en toda la historia, sino tan heterogéneas que resultan amorfas, con identidades muy marcadas, como la musulmana, agresiva y ganando terreno, ante el papanatismo de la izquierda y el sucursalismo, de la derecha; la primera cayendo en la estupidez de que cosechara hay unos votos que pierde a chorros en la izquierda tradicional; la segunda, acomplejada ante lo políticamente correcto. Y luego están los parásitos de las facultades de ciencias sociales que no son ciencias ni sociales, Políticas Sociología, Psicología, Ciencias de la Información, que sin ninguna utilidad pública simplemente se dedican a demoler el edificio social y para los que don Juan de Austria es un «facha», simplismo recurrente, para alcanzar algún sueldo público o alguna subvención.

NO TE LO PIERDAS:   Santiago Abascal arrasa en "El hormiguero" y Pablo Iglesias, el menos visto

No hay ninguna regularidad, ninguna narrativa común, la nación se fracciona o se desmembra, convirtiéndose en mero territorio amorfo y en conflicto. El experimento multicultural ha fracasado completamente, como vemos todos los días, convertido la Patria en terreno para el delito que incuba la guerra civil. Hemos de aspirar a una sociedad homogénea con Miguel de Cervantes de faro cultural, cueste lo que cueste. Para ello, hemos de acabar con el adoctrinamiento disfuncional en la educación, cerrar las facultades de sociales, aniquilar la izquierda y la derecha, porque regenerarlas es imposible.

A quien le parezca utópico o imposible este objetivo, se equivoca de medio a medio, o ya está muerto en vida o entregado al enemigo interior; no hay otro camino para sobrevivir en el futuro, hemos de recuperar España con una narrativa común de la que nos sintamos orgullosos y que permita el diálogo, una nación hecha de las glorias pasadas y de los olvidos, que nos hacen auto flagelarnos. Una España que lea este libro con deleite y que recorra con Don Juan de Austria la serranías de Las Alpujarras y que vibre con los audaces y peligrosos lances de La Real. Como diría el gran don Juan de Austria en vísperas de Lepanto,»no es tiempo ya de consejos, sino de combate». Santiago y cierra España.

Lepanto, la batalla decisiva, Agustín R. Rodríguez González, Editorial Sekotia