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Mentiras y ocultismo en Libertad Digital del enano matarife

Redacción




Enrique de Diego.

Cuando recibió la llamada el director general de Libertad Digital, Javier Somalo, sobrino del cardenal Somalo, sintió que le flaqueaba las piernas y el mundo se le venía abajo. Su primer instinto fue recurrente: llamar a Federico Jiménez Losantos, él sabría lo que hacer. Así nació la mentira del «accidente doméstico» de Elia Rodríguez, 38 años, en la flor de la vida, entregada a su trabajo como directora de los programas Es la Mañana de Fin de Semana y Es Toros, y la voz de El Corte Inglés en Es Radio, segoviana.

Se había derrumbado fulminada en la ducha. Se especula que iba a ducharse para bajarse la fiebre muy alta. No fue el día anterior a trabajar por tal motivo, cosa inusual en ella, ya digo, muy entregada a su trabajo. Y allí se desplomó, el 7 de septiembre de 2021, sin apariencia de ningún golpe que justificara la muerte ni que la hiciera explicable. Se había timo vacunado el día anterior y empezó a sentirse mal, fatal, con una fiebre de 39,5 que no bajaba. Con una amiga con la que hablo por teléfono, la fuente que utilizamos para desentrañar la historia de mentiras y ocultismo de Libertad Digital, le dijo que se iba a urgencias al hospital, al que nunca llegó. También se comunicó con whatsapp con un compañero de trabajo, cuyos mensajes obran en nuestro poder, por delicadeza no los hacemos públicos, hasta que se hizo el silencio.

Exigir transparencia en Libertad Digital es predicar en el desierto. Losantos, en una empresa muy personalizada, ha impuesto la timo vacunación obligatoria, la que brama con su matraca característica para imponer a toda la población. Elía Rodríguez era el mentis a todo su discurso fanático e irracional, que le sitúa como un totalitario de tomo y lomo. Empezó la red de mentiras de Libertad Digital y la tesis mendaz del «accidente doméstico», que deja en mal lugar a Elia, como si hubiera resbalado, descuidada, torpe, cuando murió de una embolia o un infarto, cuando la proteína Spike supera el endotelio y llega al corazón o al cerebro.

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Empezó la ocultación, el ditirirambo, la hipocresía, «La muerte no es el final», las lágrimas de cocodrilo de Juan Luis Steegmann, nada que la relacionará con el dogma de Losantos quien califica de «antivacunas» y de «lunáticos», a quienes se oponen a inyectarse el «veneno mortal», del que atinadamente habla el Dr. Zelenko, el «arma de bio terrorismo», del que atinadamente habla el Dr. Peter McCullough. Pero el hecho está hay, y el hecho debiera mandar en el periodismo, y es tozudo: Elia Rodríguez Álvarez de Lara se timo vacunó -una sola dosis- y le dio una reacción febril que la fulminó.

Un empresario, un hombre cabal hubiera abierto una investigación, hubiera puesto en duda sus codiciosos dogmas, pero esperar eso de Losantos es pedir peras al olmo. Siguen los fastos fatuos de la falsa normalidad. Jaume Segalés toma el micrófono de Es la Mañana de Fin de Semana, pero antes habrá dos especiales con los mensajes de despedida de Elia y en Es Toros habrá uno de fragmentos de entrevistas realizadas por ella.

Elia, su muerte ha sido inútil, porque Javier Somalo y Federico Jiménez Losantos decidieron que, puesto que había muerto en su casa, se trataba de un «accidente doméstico». Grosera mentira, total ocultación, del enano matarife.