Enrique de Diego.
Eres un gilipollas, eres un nazi, el Dr. Mengele del genocidio brutal que se está perpetrando a la luz del día. César Carballo eres la inmundicia del sistema, un sádico frívolo, que no tiene media leche mediática, con las manos manchadas de sangre de haber matado a ancianos maltratándoles como si tuvieran una enfermedad ignota, terrorífica, y sigues en esa macarrada que dice todo de tu inutilidad, urgenciólogo de pacotilla, que te mereces un juicio justo por crímenes contra la Humanidad; matándoles con respiradores a golpe de oxígeno puro quemándoles los pulmones como si fuera una enfermedad respiratoria. Ya tendrás tu juicio justo y tu condena, soplapollas, que eres un soplapollas mayúsculo, Carballo de los cojones.
Tus días de cutre gloria han pasado y ha empezado la cuenta atrás del ajuste de cuentas contra todos los Carballos mindundis de la tele, contra todos los émulos patéticos del Doctor Méngele. Es entendible que te guste más una cámara que a un tonto un lápiz, que saques de sacar provecho del dolor humano, pero otra cosa es provocarlo, hacerte el portavoz del coronavirus y de la proteína Spike, aunque dudo que tus cortas entendederas den para eso, otra cosa es que seas el mamporrero del poder, la criada verborrágica de quienes busca nuestro mal, el arlequín en la farsa, el nazi del campo de exterminio en que ha devenido el mundo, el hijo de puta de todas las ensaladas intragables, el inquisidor de los grupos humanos como cuando clamas, bellaco, «España ha optado claramente por que los jóvenes se infecten de forma masiva», Mengele de cuarta, con cara de gilipollas que no puedes con ella, o cuando dices que «no tenemos ninguna medida preventiva que no sea la (timo) vacunación y después de eso pasamos directamente a las restricciones», chantaje impúdico e inmoral, entre el genocidio y el totalitarismo, entre el asesinato con el jeringuillazo y el confinamiento a la tiranía china. Tío, das asco, eres lo peor de lo peor, eres un pelele, eres la inmundicia de la medicina, que de está para salvar vidas, y te has vendido a Black Rock y a Pfizer, eres una escupidera infecta, eres un muñeco parlanchín al que se le ha dado cuerda e imita la voz monocorde del Dr. Mengele, payaso sin gracia, que no das risa, tras de ti sólo se oye el llanto de las víctimas propiciatorias, canalla, esputo de las SS, gilipollas sin límite y sin medida.