Enrique de Diego.
Ahora que ya sé que tenéis tres generales sin honor y cobardes en el grupo parlamentario, y que Macarena Olona, que parece que lleva la bandera hasta en las bragas, es un falsa patriota, que no sirve para nada, te toca el turno a ti Ivancito Espinosa de los Monteros, que no haces honor al apellido que significa la mesnada real que se destacó en Las Navas de Tolosa. Lo hago aprovechando que te representas en carne mortal en Alicante y que tienes una reunión con militantes de Vox. Iván, de los cojones de codorniz, llegaste a la política queriendo representar a los católicos, con una preciosa familia, con Rocío Monasterio, que será una de las próximas en recibir una carta mía, para saber que se ríe tanto con esa sonrisa impostada, con el genocidio que estáis apoyando, y me parece que tú de católico tienes lo justito, o acaso más de satánico, o de sepulcro blanqueado. Porque mira, guapito de cara, se han reunido con los tuyos los de la Asociación Libertum, preocupadísimos por la aniquilación de los españoles, y les han dicho que sí que están de acuerdo, pero que no se van a poner ahora a que les llamen conspiranoicos. Valientes hijos de puta que sois los de Vox, hipócritas, raza de víboras, acomplejados, acobardados, dementes; o sea, que en el 11 M queréis saber la verdad, y hacer el gilipollas con el enano globalista a tanto el minuto de parodia y estupidez, que en nombre de la racionalidad os combatí para defender la memoria, dignidad y justicia de las víctimas, y cuando hay una conjura en toda regla con el Partido Comunista Chino, la genocida y corrupta OMS, el felón Anthony Fauci, el desquiciado que está como una chota Bill Gates, las codiciosas farmacéuticas, los medios de manipulación, y el grandísimo hijo de la gran puta de Pedro Sánchez, os arrugáis; os plegáis; estáis en el consenso genocida, con el medicucho ese de tres al cuarto, mediocre hasta decir basta, el soplapollas de Juan Luis Steengman, apellido vasco a lo que se ve, afeándole al de Falcon que timo vacuna, porque no son vacunas, han usurpado tan bello nombre, son armas letales de la tóxica proteína Spike.
Mira, cacho merluzo, pedazo de cabrón, Ivancito de los cojones de codorniz, a ver si te atreves a mirar a los ojos a los militantes de Vox con los que te reúnes hoy y les dices que les vas a dejar exterminar, que vas a permitir que aniquilen a los españoles en el genocidio de la estupidez, en este reality show que habéis montado entre todos, vosotros también, de campos de exterminio llamados vacunómetros, siempre los totalitarios asesinos con sus eufemismos. A ver si tienes cojones, de mirándoles a los ojos, que no vas a mover un dedo, que te juegas el alma, por ellos, por sus hijos y los hijos de sus hijos, que los vas a dejar infectar y matar con las jeringuillas de la muerte de la proteína Spike, o ¿es que estáis también vendidos a las farmacéuticas? ¿Vais a dejar que pinchen a los niños, canalla, que no vales para nada? ¿Vais a dejar que nos aniquilen y nos dejen sin futuro? No te arriendo la ganancia, so gilipollas, que dijo Jesucrito que quien toque a uno de estos pequeñuelos más le valiera atarse una piedra de molino al cuello y tirarse al mar y tú harías el papel con tu barba recortadita. Y avisa el Señor: «tened cuidado». Y os digo yo: «tened cuidado» todos, porque el horizonte que se dibuja es insoportable y va a terminar habiendo venganza. ¡Ay! de los canallas, de los cobardes, de los cómplices del genocidio como tú. Cumple con tu obligación imperiosa, urgente, o vete a tomar por culo y que te sodomice un pez espada. Más te valiera atarte una piedra de molino al gaznate y tirarte a la fosa de Filipinas, que todo se andará.