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Los neoinquisidores contra la ciencia y contra la Humanidad

Redacción




Enrique de Diego.

Nada nuevo bajo el sol, que dice el Eclesiastés. Las mismas técnicas de pánico y manipulación que utilizaron los inquisidores y los nazis -Mengele ha tomado el mando de las democracias-, el mismo planteamiento contrario a la ciencia, acientífico, el desprecio más absoluto al método prueba-error, la misma persecución de la verdad y el pensamiento crítico.  Imponiendo la mentira codiciosa como verdad oficial.

Primero, matan a los ancianos con malos tratamientos, les queman los pulmones con respiradores, tratan la enfermedad como respiratoria, y no como inflamatoria. Provocan un genocidio protocolario.

Confinan a la población, porque no sabían que hacer. La someten a confinamiento perimetral. Usan PCR que no sirven para nada, que tienen un mísero 3% de efectividad, o sea nula. Prohíben los viajes. Arruinan las empresas y a las personas. Les obligan a llevar mascarillas que no sirven para nada, cuyos orificios son inmensos en relación al virus.

Bill Gates y Melinda, ahora divorciados, con el símbolo de la agenda 2030 detrás.

Con los medios de comunicación dirigen la orquesta, siembran el pánico, agitan los espíritus. Medios que tienen intereses en las farmacéuticas. El fondo buitre Black Rock, con sus 700.000 millones de dólares administrados, tiene intereses en Atremedia, Mediaset. el Grupo Prisa y la farmacéutica Pfizer.

Al final, deciden los destinos del mundo muy pocas personas: Foro de Davos, Club de Beldeberg…En España, tienen dos sucursarles: el PSOE y el PP, bajo el paraguas de Felipe de Borbón, que rinde homenaje poniéndose en la solapa el pin de la agenda 2030, viaje hacia ninguna parte, lleno de mentiras de partida, que incluye la porosidad de las fronteras, el fin de las patrias, el fortalecimiento de las burocracias supranacionales, la UE, la ONU, la OMS, en una especie de remedio de gobierno mundial, para afrontar problemas globales, en donde se han inventado un calentamiento global, para combatirlo se precisa una reducción de la población, que el desquiciado Bill Gates ha cifrado entre el 10 y el 15%.

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Pedro Sánchez, luciendo en la solapa la señal de la bestia, el pin de la agenda 2030.

En todo este brebaje de ensoñaciones diabólicas, aparece la pandemia del coronavirus, quimera de laboratorio, y en España todos bailan al son que toca Pedro Sánchez, el servicio de salud, funcionarial, actúa sin independencia de juicio, las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado ponen el punto represor y opresor; los medios ofrecen el entretenimiento para el encierro forzado, la neoinquisición actúa contra los librepensadores. Y empieza una carrera frenética para conseguir una vacuna con la que resuelto el problema se nos dejará en libertad, volveremos, aterrados, a la nueva normalidad. Se pone en marcha la codicia de los ejecutivos de las farmacéuticas y el neomalthusianismo de los Bill Gates, dominando la OMS; ante el cortoplacismo, sin tener en cuenta los tratamientos, se desechan toda norma de prudencia, los experimentos con animales, se reducen los tiempos y los gobiernos firman la inmunidad, que parece impunidad, para las farmacéuticas, ansiosas por el negocio. Las vacunas eran innecesarias, pero ahora serán un problema para todos, otro problema global.

Se percibe que las democracias han degenerado, que no existe ningún contrapoder, que se ha impuesto una dictadura política revestida con la bata sanitaria. A los que defienden la ciencia, que lleva a desarrollar el espíritu crítico y atenderlo, a propugnar el método prueba-error se les denigra tildándolos -palabro de la neolengua- de «negacionistas», se les pone ese sambenito por los nuevos inquisidores. Y las multitudes, bajo el pánico, con amenazas de no poder viajar, con el Estado opresor veladamente poniendo su rostro más terrorífico insinuando la pérdida del puesto de trabajo a los que resisten. El genocidio protocolario da paso, tras meses de confinamiento y miseria, a la entrega de la gente a las falsas vacunas, en las que será peor, mucho peor, el remedio que la enfermedad: se reducirá la población, se eternizará la pandemia con cepas más agresivas (como se ve en la India o en las Islas Seychelles), el negocio-timo de las farmacéuticas florecerá para siempre, gran parte de la población será esterilizada o será infértil y la dictadura planetaria se hará realidad. Pero todo depende de la responsabilidad de cada uno. Yo la he asumido, y ¿tú?