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La violencia electoral generada desde Podemos

Redacción




Ignacio Fernández Candela.
Mítines democráticos considerados una provocación explica la agresión contra VOX según el chulo Echenique y las meretrices moradas. Cuando no surte efecto el autoatentado para victimizarse, resta el pretexto de frenar a la «ultraderecha» con violencia. El origen de la metodología revanchista se pergeña en Galapagar, ahora calle Serrano. El incremento de esa violencia en campaña electoral obedece a consignas secretas y públicas de la manipulación podemita. Son tantas las líneas rojas sobrepasadas que la justificación de las agresiones se ha convertido en el hábito de los comunistas cuando los electores les dan la espalda. Y es que, a poco que pierdan influencias de poder, pueden quedar a merced de una Justicia que investiga la carrera de corrupción generada incluso antes de la fundación del partido bolivariano en España, auspiciado por el chavismo venezolano.
Circunstancialmente el PSOE es cómplice de los oscuros secretos que el Delcygate, entre otros, supone como traición a los españoles. La manzana podrida surgida de la Complutense acabó emponzoñando a la izquierda complaciente que no hace ascos a la carencia de honra y moral. Es más cómodo prescindir de la ética tildando de fascistas a cuantos demócratas hicieron posible una Transición y décadas de convivencia y respeto en paz y consenso, que seguir con limpieza el juego democrático. Además constituye una huida hacia adelante, cuando engañan menos a medida que se enriquecen esgrimiendo el manido cuento de la justicia social, abandonando en la pobreza a sus antaños afiliados.
Cada vez es más evidente que la anormalidad de estos tiempos no estriba en la singularidad de la pandemia, sino en el oportunismo criminal de estafadores políticos que agravaron las consecuencias y que cuando pierden el fuelle de los votantes despiertos llaman a la agresión, culpando a los ciudadanos de las radicalidades que genera una siniestra con actitudes mafiosas y usos de criminalidad común.
Que el guardaespaldas de Pablo Iglesias fuera el cabecilla de la trifulca en Vallecas contra VOX, convierte en responsable al demagogo criminal que pierde el suelo bajos sus pies sin sostén legal ni excusa. La actitud delictiva de los comunistas es incompatible con la expresión de las ideas. Si no existiera ese abismal complejo de confundir el libertinaje con la libertad, se estaría sopesando atajar la conflictividad con las Fuerzas de Seguridad del Estado al servicio de la ciudadanía y no a las órdenes de la sevicia del miserable Marlaska, tan culpable como Sánchez e Iglesias de las agresiones contra VOX.
Si se atreven con la justificación de la violencia no dudarán en justificar un posible fraude electoral. Ojo avizor. Esperemos que el 4 de Mayo, Madrid propine en libertad el mayor escarmiento frente a esta pandilla de caraduras, sin argumentos para convencer a nadie decente; el uso abierto de la apología de lo violento debería sentarlos en los tribunales previa  ilegalización de una formación que no puede esconder sus muchas tretas propias de la delincuencia común. Solo falta que los tribunales lo ratifiquen por mucho que el creciente matonismo procure evitarlo.