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Las anchas caderas de la podemita

Redacción




Ignacio Fernández Candela.
La quema de la sede podemita en Cartagena ha resultado ser otra farsa de los mayores sinvergüenzas que han parido madres en democracia. Jaleados por minorías dementes o apesebradas siguen con la consigna del fascismo, para intentar asegurarse las poltronas máxime cuando la inmensa mayoría los tiene calados y apuestan por el encarcelamiento de estos variados delincuentes que representan la insaciable chusma de la más siniestra mediocridad.
Si la UDEF los ha cazado intentando engañar al juez Escalonilla con los vídeos del caso Neurona manipulados, es fácil que ese afán delictivo que caracteriza a la formación comunista sea reincidente en la intención de engañar a la sociedad con artimañas burdas, llamamientos de alertas antifascistas o autoatentados como el de Cartagena que demuestran no solo la miserable y sustancial peste del partido más tramposo junto al PSOE sanchista, sino también los desesperados recursos de los que se valen para seguir amarrados a la sopa boba de las arcas del Estado usando los parapetos del poder para no acabar en la cárcel.
Y tanto es así que en esa desesperada intencionalidad de estafa social, una más, los podemitas se han pintado las cristaleras con insultos fascistas y han tirado cócteles molotov-a los que tan cumplidamente referenciaba Pablo Iglesias en sus conferencias de matón de barrio-incendiando la sede con expresa acusación contra una violenta ultraderecha. Considerando que esa ultra es la de la manifestación pacífica con banda sonora «Que Viva España» de Manolo Escobar, la credibilidad de estos majaderos se anula cuando además han servido un vídeo manipulado donde se ven carpetas sobre una mesa que aparecen y desaparecen durante el ataque, con las cortinas bien descorridas cuando usualmente están cerradas. Y con ese cortinaje abierto a propósito los muy idiotas se pintan amenazas en el cristal mientras la cámara los saca desde dentro. Chapucera descoordinación de imbéciles sin honra que a la mañana siguiente aparecen como víctimas de ese «fascismo» que en España son ellos, con todo lo hipócrita y repugnante que hay viviendo del cuento político.
No pasa inadvertido que una de las victimistas apandadoras tiene el mismo ancho de caderas que la mamarracha filmada por la cámara con las cortinas extendidas. Y es que como delincuentes que son se les pilla básicamente porque carecen de honra como de inteligencia, siendo la bazofia social que ve peligrar las prebendas otorgadas por unos cuantos millones de descerebrados que se creyeron esta farsa de aprovechados, parásitos y malparidos que han pretendido destruir décadas de convivencia en democracia.
La de las caderas anchas no puede disimular que es estúpida porque una figura como esa es reconocible así se enmascare el culo que lleva por cara.
Si se demuestra que ha sido un engaño que los encarcelen y tiren la llave al Mediterráneo, por gilipollas.