William Tay y Pierre Fontaine.
La creación de una ley de lucha contra la inteligencia con el islamismo afirmaría que comprometerse con el islam radical es traicionar a Francia, creen William Thay y Pierre Fontaine, respectivamente presidente y subsecretario general del think tank Le Millennium. Tribuna.
El debate sobre el separatismo, que se debate actualmente en la Asamblea Nacional, es una oportunidad para recordar que es sobre todo islamista. Las amenazas de muerte a Didier Lemaire por haber defendido a Samuel Paty, muestran que se trata de hacer la guerra contra un Islam radical que ahora asola muchos campos de la esfera pública. El islamismo es la principal amenaza para el arte de vivir francés, despertemos antes de que sea demasiado tarde creando un crimen de inteligencia con el islamismo.
Un enemigo desde dentro
La principal apuesta de este radicalismo religioso es que afecta a todos los ámbitos de la sociedad. En el pasado, se limitó a su componente terrorista, que fue guiado desde el exterior, con atentados cometidos en París, Madrid o Londres por comandos del Magreb Islámico, Oriente Medio o el Sahel. La amenaza ahora es más difusa ya que las etapas del radicalismo son más diversas y hay personas radicalizadas que, sin embargo, no pasan de la etapa del terrorismo. Luego toca diversos campos, pasando de la empresa, a los servicios públicos pasando por las asociaciones humanitarias o deportivas. En la mayoría de los casos, estas estructuras están mal preparadas para hacer frente a este fenómen
El caso Samuel Paty es sintomático de esta multitud de dimensiones de la radicalización islamista. El ciclo que condujo a la muerte de este profesor está marcado por actos separatistas, cometidos por individuos radicalizados en diferentes etapas, pero que jugaron un papel en la muerte de este hombre. Tenemos así una forma de cooperación tácita entre los padres de los estudiantes que optan por denunciar públicamente al maestro de su hijo y advertir a un predicador cuyas tesis pertenecen al Islam radical, y que los ayudará a mediar en el problema ”. Por otro lado, esta cobertura mediática llegará a oídos de este joven terrorista que ya cruzó la línea del terrorismo.
Esta forma de conspiración islamista que llevó a la decapitación de un profesor es un problema real para la policía y el poder judicial. Es particularmente difícil luchar contra un enemigo, que a menudo juega con los límites de la legalidad, especialmente en las asociaciones. La dificultad del gobierno para disolver la CCIF atestigua este límite en nuestro cuerpo legislativo actual.
Creemos un crimen de inteligencia con el islamismo
Una de las dificultades para el manejo de estos casos es el carácter multifacético de la cooperación que implementan, así como la heterogeneidad de los perfiles involucrados. Algunos son terroristas, otros son simplemente radicales y algunos tienen una puntuación más difusa pero que sin embargo participa en este proceso. Lo mismo ocurre con las demandas de la comunidad, los compromisos de los funcionarios electos con los círculos islamistas y las dificultades del servicio público para hacer cumplir el estado en ciertos vecindarios. Los terroristas están jugando con nuestro imperativo moral de respetar el estado de derecho, apostando por su dificultad para ser flexibles. La ley de separatismo se aplica, por ejemplo, para responder a ciertas cuestiones planteadas por el caso Samuel Paty.
La creación de un crimen de inteligencia con islamismo podría proporcionar esta flexibilidad necesaria para el logro de la justicia y la lucha contra el Islam radical. Al afirmar que cualquier individuo que proporcione medios materiales o inmateriales con el fin de ejercer presión religiosa sobre un individuo o una institución será condenado por los tribunales, estamos dando a Francia los medios para defenderse contra este enemigo. Esta ley tendría la ventaja particular de superar la complejidad de las investigaciones de inteligencia con el enemigo que no se prestan a este tipo de conductas, al tiempo que permitiría procesar en marcos más amplios que la asociación de delincuentes con carácter terrorista.
Una lucha a todos los niveles y una fuerte señal política
Frente a una ideología mortífera, que hace metástasis en todos los ámbitos de la sociedad, la respuesta legislativa debe ser firme y responder a los problemas que plantea esta infiltración en la sociedad. Debe decirse a través de esta ley que los compromisos con el Islam radical son inaceptables. Cualquier funcionario del servicio público que lo hiciera sería despedido y procesado. Cualquier persona elegida para participar en el patrocinio electoral con islamistas radicales no sería elegible además de los procesos penales en su contra. Finalmente, las sentencias irían acompañadas de la pena máxima en materia de privación de derechos civiles.
El Islam radical ha declarado la guerra a Francia. Es nuestro deber defender nuestra forma de vida, que probablemente sea el mayor legado de las generaciones pasadas. Frente a quienes atacan nuestro laicismo, la igualdad entre hombres y mujeres y la libertad de opinión, no podemos ponernos de acuerdo para negociar. Frente a lo que se asemeja al desafío del siglo para nuestras sociedades, ha pasado el tiempo de las respuestas cíclicas. Francia no puede permitirse librar una guerra sin darse los medios. La pasividad del Estado permite que el Islam radical progrese día tras día en nuestro país.
Didier Lemaire, profesor de filosofía en Trappes compartió su consternación: “Trappes es una ciudad definitivamente perdida” . ¿Es realmente Francia lo que queremos dejar a nuestros hijos? Si el estado va a proteger a los ciudadanos, también debe protegerse a sí mismo. Hagamos de la lucha contra el Islam radical una prioridad afirmando que todos los medios están implementados para este fin. La creación de una ley de lucha contra el entendimiento con el islamismo afirmaría que comprometerse con el islam radical es traicionar a Francia.