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Cartas a mi Padre asesinado por Sánchez e Iglesias XXIV-La impunidad judicial a la altura de los delitos del sanchismo

Redacción




Ignacio Fernández Candela

Amado Padre:

Personados tu nuera y yo en una de las causas que se siguen, sin rumbo cierto por la corrupción judicial que supone una Fiscalía prostituida y al servicio de un doctor cum fraude y sus amigachos de correrías delictivas, se puede comprobar con escozor en las entrañas el blindaje de estos canallas que entienden el poder como una patente de corso, autorizados a traspasar las líneas rojas de la ley con un ordena y mando propio de tiranos, de esos históricos que terminan sus días con ajusticiamiento en plaza pública. Y no es un decir sobre lo tiránico que esta ralea de descerebrados y oportunistas sin conciencia llevan a rajatabla el despotismo de enriquecerse sin freno, con una muestra de insensibilidad y amoralidades dantescas frente a las necesidades del pueblo al que torturan, ausente cualquier atisbo de humanidad y empatía civilizada. Monstruos en definitiva, creados por la picaresca endemoniada de las comodidades democráticas que impulsa los actos criminales de una banda peligrosa de niñatos crecidos, protegida por una no menos peligrosa banda de infiltrados en los tribunales.
De esa representación en la causa por tu asesinato protocolario junto a tu consuegro Enrique-enterrados en soledad y sin poder velaros, malditos sean vuestros ejecutores -, sumados decenas de miles con ocultación de hasta 90.000 inocentes, solo queda la huella carroñera del genocida desgobierno, cuyos cancerberos apostados en los tribunales se aplican en mantener la impunidad de estos ufanados demonios, muy seguros de conseguir objetivos propios del estalinismo que representan sin menores disimulos.
Nuestro abogado mandó una misiva en la que no ocultaba la desolación provocada al criticar el sectarismo de juez Marchena quien interrumpía, en su conciencia lo lleve con el último suspiro y la postrera rendición de cuentas del alma junto a tantos de semejante condición, cualquier atisbo de compensación moral por el asesinato de vuestras personas. Una jugada maestra de cálculo extrajudicial con la demostración fehaciente de que la separación de poderes no sirve para nada, una vez que los criminales alcanzan el objetivo de someter a la disciplina de Satanás toda apariencia de juicio terreno con que algunos  deshonran la toga.
La estupefacción del abogado concordaba con la previsión en el análisis de que se avanzara en la querella, inusitadamente ingenua la pretensión de nuestro representante legal frente a la suspicacia que mi mujer y yo mostramos, a sabiendas de que el Gobierno de España está secuestrado por delincuentes apostados rastreramente tras siglas políticas.
Querido Papá, el severo juicio de la Ley frente al delito es para otros: los sojuzgados de antemano para esquilmarlos económicamente si se aspira al juicio imparcial o a la honrada inspiración salomónica a la que debería aspirar cualquier humano togado con recta conciencia. Pero sucede que la conciencia es un talento divino tan alejado de los que usan el juicio para condicionarlo al mal de los poderosos, tal y como sucede con estos ganapanes de tres al cuarto que dieron un golpe de estado encubierto y por fraude electoral.
El dicho reza que no hay peor tirano que el pobre convertido en amo. Y qué razón lleva la sabiduría popular basada en la experiencia, mi admirado Padre que descansas lejos de las garras de estos hijos de Satanás. Aquí observamos a diario la carroñera demostración de los asesinos que usaron la pandemia para aniquilar protocolariamente a toda una generación y sacar rédito político. Ya ves, beneficiado un circo de engendros: un trepa de saunas gay, un pringado profesor, cantamañanas y mediocre, que buscó lucrarse carroñeramente a la sombra de la tiranía chavista; una psicótica peripatética, arrodillada hasta tener un ministerio rasado con sus inconfesables traumas y complejos idos; un esperpento cizañero llegado de una Argentina a la que el muy aprovechado  no retorna y cuantos se han arrimado en esta función diabólica…
Salvador Illa junto a ese teleñeco endemoniado de Fernando Simón. El primero con pintas de enterrador del farwest, aupado para sus conveniencias políticas a un ministerio de Sanidad que le ha servido de trampolín de prevaricación para sus intereses siniestramente personales. El otro una absurda alegoría de sociópata inutilidad, mantenida, repulsiva y permanente. Los dos, como menos, responsables de una masacre que clama justicia imparcial y no intervenida ni por la Fiscalía del demonio ni por jueces cobardes de jaez parcial.
Un Salvador Illa, el filósofo del exterminio oportunista, que en su calculador salto al arribismo catalanufo, queda desaforado como ministro y en el limbo del purgatorio judicial es blanco certero de las querellas que exigen su responsabilidad criminal y los oscuros tejemanejes que protagonizó con franco desprecio a la salud de millones de ciudadanos.
Y no es que crea que la justicia vaya a obrar íntegramente con los antecedentes de este desgobierno de traidores intervencionistas, Papá, pero cabe un ápice de esperanza al saber que además de criminales no dejan de ser imbéciles, capaces de errores de bulto cuanto más confiados se creen en sus tiránicas impunidades. Esperanza de juzgar los delitos de lesa humanidad hasta hoy, a pesar de tantas evidencias delictivamente impunes con la falta de una justicia verdadera.
Te Quiero, Siempre, Padre.