Luis Bru.
Cuando la diputada de Coalición Canaria, en un rasgo de sinceridad, clamó en el Congreso de los Diputados, «Canarias es un polvorín, Canarias es un volcán»…, desde luego no había leído la prensa de Canarias, ni había visto Tele Canarias. Porque informan de otro planeta. En estos momentos de invasión y de crisis, la prensa silencia y calla, o ¡busca ángulos, en descubierta, positivos! Si, como dice Ignacio Vega, los medios de comunicación se dedican al «terrorismo social», los de Canarias se inmolan. Un marciano llegado a Canarias que se asomara a los digitales no entendería nada si se le dice que hay 6.700 sarracenos instalados, por el Gobierno, y con la Cruz Roja haciendo negocio, y que han llegado 18.000 invasores de los que un número indeterminado, Cruz Roja cifra en 2.000 los que ha pagado el viaje en avión a la Península.
Los canarios, a través de sus digitales, está más preocupado por la perra Tigrilla que por la llegada masiva de cayucos. Así Canarias 7 informa ayer de que «ordenan repetir el juicio contra el acusado de matar a la perra Tigrilla» por el hecho de que «la autoridad judicial no permitió ejercer la acusación particular a la letrada de la Asociación Abogados Prodefensa de los Animales (Prota). El encausado fue absuelto pues el Juzgado de lo Penal nº 2 de la Palma de Gran Canaria consideró que actuó en defensa propia.
Informa Canarias 7 de que «llegan a España las primeras vacunas contra el coronavirus» y que «este sábado llegan las lluvias!. La noticia de apertura es que «el Consultivo discute varios decretos ley a los que se ha aficionado el Gobierno». Y en la cuarta línea hay una mención: «Llega una embarcación a El Hierro con 41 migrantes».
Nada de salirse de la corrección política. Ya se sabe, la repetición del juicio sobre la muerte de la perra Tigrilla debe ocupar la atención de los lectores. En El Día de Tenerife abren portada pero de un modo harto peculiar, que parece dictado por la podemita consejera de Derechos Sociales (esos que no existen), Noemí Santana. El Día titula que «la atención menores migrantes genera 6oo empleos y más de 200 proveedores». Lo firma F. Marmón y desarrolla que «la Consejería de Derechos Sociales saca del paro a profesionales que trabajan por primera vez en lo que han estudiado y a desempleados de más de cincuenta años». Se trata, dice el plumilla, que parece encantado con la consejería, de «una de las caras más amables de esta dolorosa situación en la que adults y menores se adentran en el mar arriesgando sus vidas para conseguir un futuro mejor». No se puede ser más humanitario y más pelota.
Nos queda por saber, por contra, cuántos empleos destruyen la llegada masiva de foráneos ilegales y si estos pocos que crea de estómagos agradecidos son indefinidos, si van a ser temporales o se van a quedar ahí toda la vida. Terrorismo social en grandes dimensiones y sin límites.