AYÚDANOS A COMBATIR LA CENSURA: Clicka aquí para seguirnos en X (antes Twitter)

FIRMA AHORA: El manifiesto contra el genocidio de los niños


Carta al impresentable de Jorge Bergoglio: Eres un mamarracho vanidoso globalista

Redacción




Enrique de Diego.

Entre los católicos que rezan cada día más, para algunos eres el anticristo, para otros eres el último Papa, otros muchos prefieren no pensar, para mi, Jorge Bergoglio, eres un mamarracho vanidoso globalista. En cuanto Pontífice tienes tanto poder como yo, cristiano corriente, por cuanto te debes a la Revelación y vas a dar cuentas, como yo, en el Juicio Universal, con muchas más responsabilidad. Te debes a un código doctrinal estricto, dado por Nuestro Señor Jesucristo, cuyas palabras no pasarán, que te obliga y te exige. Salvo que hagas caso al modernismo, compendio de todas las herejías, según el cual el cristianismo ha de adecuarse a cada época, porque no hay Revelación, y Jesucristo no es Dios, Hijo de Dios, pero, con San Pablo, yo se bien de que me he fiado. Tú no puedes decir que las mujeres pueden acceder al orden sacerdotal, porque Cristo no lo hizo y Él no era de dejarse llevar por modas. Coqueteas con el modernismo, y corres el peligro de ser un heresiarca, cada dos por tres, porque te gusta más salir en las portadas que a un tonto un lápiz y la forma de salir es mediante el escándalo.

Eres partidario de las uniones civiles de los homosexuales, por ejemplo, pero San Pablo deja bien claro que los tales no se salvan. Has tonteado con que los divorciados pueden tomar el Cuerpo de Cristo, y quien lo toma en pecado mortal come su propia condenación. Te contesto con palabras de un Santo visionario de nuestro tiempo de crisis, San Josemaría Escrivá de Balaguer. «Si, por ejemplo, os llamaran reaccionarios porque os atenéis al principio de indisolubilidad del matrimonio, ¿os abstendríais, por esto, de proclamar la doctrina de Jesucristo sobre este tema, no afirmarías que el divorcio es un grave error, una herejía?»-

NO TE LO PIERDAS:   Oliver Ibáñez, un youtuber solo contra la corrección política

También dice, y yo te veo reflejado, Bergoglio, en estas líneas: «Ellos inventan el juego y deciden la posición de los demás. De estas típicas posturas falaces de ciertas eclesiásticos, que traicionan su vocación, brota como resultado la frívola componenda, la doctrina desvaída, el alejamiento del pueblo de sus pastores, la pérdida de autoridad moral y la entrada en el ámbito de la Iglesia de las facciones partidistas. En el fondo, todo se reduce a que han caído en las redes de la dialéctica propia de una filosofía opuesta a la verdad, porque se fundamenta en violencias a la realidad de las cosas. Se descubre, también, que se teme más el juicio de los hombres que el juicio de Dios».

Eres, Bergoglio, lo que San Josemaría llamaba un «clérigo mundanizado» y me das pena. Sirva esta carta como corrección fraterna. De nuevo el Santo visionario que te clava: «Confundir a la Iglesia con una asamblea de fines más o menos humanitarios, ¿no significa ir contra el Espíritu Santo? Ir contra el Esíritu Santo es hacer circular, o permitir que circulen sin denunciar falsedades, catecismos heréticos o textos de religión que corrompen las conciencias de los niños, con enseñanzas dañosas y graves omisiones».

Hablas más de lo que les interesa a los globalistas, que buscan nuestra ruina, que de las verdades del Evangelio, más de lo que le interesa a Soros que lo que es de Jesucristo, incluso tuviste la desfachatez de publicar una Encíclica de esa mentira colosal del calentamiento global. A ti no parece preocuparte la salvación de los hombres, ni el cuidado de la Liturgia, tan banalizada, ni de los Sacramentos, abandonado con grave quebranto el Sacramento de la Penitencia que conlleva que se tome el Cuerpo de Cristo con excesiva familiaridad, incluso en pecado mortal.

NO TE LO PIERDAS:   Carta al payaso diabólico Risto Mejide: Eres imbécil, ni siquiera eres capaz de establecer relaciones causa-efecto

Luego, están tus mamarrachadas, tus salidas de pata de banco, tus pérdidas de la caridad cristiana, tus adefesios, como en el Nacimiento que has puesto en el Vaticano, que ofende al buen gusto, hortera de bolera. Como, al principio de tu Pontificado, dijiste, más o menos, que ya estaba bien de hablar todo el día del aborto, como si fuera peccata minuta y no un hundimiento de la civilización, o cuando llamaste a aquella madre de familia numerosa, coneja, insultándola y haciendo mangas y capirotes de la doctrina de la Iglesia sobre la natalidad y la santidad del matrimonio o todas las mamarrachadas que hiciste en el Sínodo de la Amazonia, so mamarracho, o el silencio que mantienes sobre el martirio de los cristianos a manos de los sarracenos o el papanatismo con que hablas de los inmigrantes ilegales, como cuando fuiste a decir Misa a Lampedusa con un cáliz hecha con madera de una patera, demagogo, sin tener en cuenta que por Lampedusa han entrado terroristas o tiraron de una barca a los cristianos. Estás haciéndote cómplice del intento de exterminio de la raza blanca dictado por los amos del mundo.

El remedio de los remedios es la piedad. Yo no he rezado nunca por tus intenciones, porque sé que son aviesas. Hay un sacerdote que reza por tu conversión, que ya es decir; yo también pienso que no tienes fe, que temes más el juicio de los hombres que el de Dios, que eres un sórdido vanidoso, diciendo tonterías al uso, calentando la oreja de los poderes mundanos con tus memeces. ¡Qué pobre hombre eres, Bergoglio!