Fernando Alonso Barahona. Crítico de cine.
Morton Vint (Jonathan Rhys Meyers), un ambicioso editor y crítico literario, viaja a Venecia en busca de las valiosas cartas que el poeta Jeffrey Aspern (Jon Kortajarena) escribió a su amante y musa, Juliana Bordereau.
Aunque ya han pasado varias décadas de aquella historia de amor, Juliana (Vanessa Redgrave) sigue manteniendo su íntimo y preciado secreto bajo llave en el palazzo, una opulenta casa donde vive junto a su sobrina Tina (Joely Richardson). La intención de Morton es introducirse como huésped, cautivar a Tina y ganar su confianza, ocultando sus intenciones reales. Morton, ansioso por lograr su cometido, no dudará en manipular a las dos mujeres para alcanzar su meta.
Los papeles de Aspern es una novela corta de Henry James y una de las mejores junto a Otra vuelta de tuerca y Washington Square ( llevada al cine de forma magistral en 1949 por William Wyler : La heredera ). El argumento atrapa desde el primer instante, el punto de partida es literario , romántico, fascinante.
La escenografía es suntuosa y recrea la época a la perfección, y en el reparto aparece la mítica Vanessa Redgrave que a sus ochenta años continúa encantando a la cámara. Junto a ella – por cierto – su hija Joely Richardson.
Jonathan Rhys Meyers, Lois Robbins, Jon Kortajarena, Poppy Delevingne, Morgane Polanski, Barbara Meier, Alice Aufray, Nicolas Hau completan el reparto de esta película dirigida por Julien Landais en su debut cinematográfico y que llega a las pantallas con dos años de retraso ya que se rodó en 2018.
Henry James ideó su obra ( escrita en 1888 ) tras una vivencia real que él mismo ha narrado:
De alguna forma, desde el primer vistazo, consideré romántico que Jane Clairmont, la medio hermana de Mary Godwin, la segunda esposa de Shelley y, durante un tiempo, amiga íntima de Byron y madre de su hija Allegra, hubiera estado viviendo en Florencia, donde llevaba residiendo desde hacía mucho tiempo y durante la misma época que yo, y que, de hecho, si yo lo hubiera sabido un poco antes la habría podido ver en persona.
En la novela el protagonista se acerca a conocer en persona a la que fue musa y amante del artista . Para ello trasladó la acción a Venecia, un lugar mucho más evocador de un pasado decadente, e inventó un poeta norteamericano, Jeffrey Aspern, muerto hacía mucho tiempo, cuya amante, ya muy anciana, vivía en un ruinoso palacio veneciano junto a una madura sobrina solterona.
Luchino Visconti en el marco de Venecia , con la amante anciana y los recuerdos del pasado (Jon Kortajarena da vida a Jeffrey Aspern en los Flash back ) hubiera logrado una obra maestra. Y por supuesto William Wyler o en España el gran especialista en adaptaciones literarias Rafael Gil.
Sin embargo, los brillantes materiales se quedan a medio camino con la fría puesta en escena de Landais. Los personajes carecen de fuerza. La película es muy teatral, utilizando pocos escenarios y sin sacarle partido al palacio o a los jardines.
La pasión se apaga por momentos, solo aparece en las palabras, no en el corazón de los personajes. Parte de ello, sin duda, se debe a la hierática interpretación de Rhys Davies, muy lejos del hombre creado por el escritor. Vanessa Redgrave por supuesto domina la película y en casi todos los sentidos justifica ella sola su visión. Tampoco esa dicotomía entre el mercantilismo del editor que busca novedad y negocio y la mujer que continua fiel a su pasado y a sus pasiones termina de funcionar de forma óptima. Una pena porque era otra de las bazas de la historia y de sus protagonistas.
Las flores que Vint ( el editor ) cultiva y regala a la anciana musa y amante del poeta, el acercamiento más que egoísta a la sobrina, los planos de la casa señorial e imponente son los mejores momentos de una película que no acaba de remontar el vuelo.
Y, sin embargo, la Redgrave, la fotografía y el impulso por leer el original de Henry James nos bastan para acercarnos a esta esforzada e insuficiente Los papeles de Aspern.