Virginia Montes.
En un hecho sin precedentes tres televisiones globalistas, la NBC, ABC y CBS, abjuraron ayer de su deber de informar. Dejaron sin voz al presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, en horario de máxima audiencia, porque no soportaban sus acusaciones de que va a ir al Tribunal Supremo a luchar contra los «regímenes demócratas corruptos». La Fox y la CNN introdujeron comentarios críticos. No se ha visto mayor ataque a la libertad de expresión perpetrado por los medios de comunicación. Ha saltado por los aires la vieja máxima de los hechos son sagrados, las interpretaciones libres. Es evidente que la rueda de prensa de Trump era noticia. Está en su derecho, motivos no le faltan, a acudir al Tribunal Supremo para que investigue lo que él considera fraude, un hecho muy grave en cualquier democracia. Esas tres televisiones han suplantado al Poder Judicial, en un demencial partidismo. Se ha establecido la consigna de que Trump no tiene pruebas. Mejor para sus antagonistas en los medios, quedaría desacreditado. Pero ocurre, sin embargo, que el recuento agónico aparecen todos los votos para Biden, en un conteo que depende de funcionarios demócratas. Acudir al Supremo es de profilaxis social. Nadie debe temer al Tribunal Supremo y el cuarto poder se ha cubierto de mierda.