Enrique de Diego.
La virtud de mi libro «República Constitucional» es la brevedad, que lo hace contundente y demoledor; la estricta y fiel capacidad de sintesis del ideario de don Antonio García Trevijano, que lo torna eficaz, resultando demoledor para el Estado de Partidos, una falaz democracia que nos ha llevado al abismo y está decidido a dar un paso al frente. El tono coloquial que lo hace asequible para el gran público.
Como dice «Delia» en su comentario en Amazon, «es un panfleto». El gran Dalmacio Negro me dijo que era «un catecismo». Para Miguel Ángel: «bien escrito, directo, intuitivo e interesante, explica de maravilla lo que quiere exponer, aunque bajo mi humildad falta todavía mucho para que se plantee esa situación». «DSG» incide en que es un «resumen oportuno, escueto pero suficiente, para tener una idea de la propuesta de República del Sr. Trevijano».
Y «Radopa» me hace el mayor elogio, pretendiendo ser crítico: «es una oda, más bien un texto de adoración a don Antonio García Trevijano». Y remacha: «en ocasiones da la sensación de que habla como si estuviera en un bar tomando el aperitivo». Estilo coloquial para convencer al español medio, lo que hace que esté encaramado permanentemente en los primeros puestos de ventas..
Por correo electrónico, me preguntan que «leo que Javier Martín Adamuz te tiene un poco de inquina a cuenta de que dice que hay gente que pretende apropiarse de las ideas de Trevijano, etc… No entiendo de qué va la cosa». Informo de la publicación del libro «República Constitucional» como explicación, si bien divulgar es amplificar el eco no es apropiarse, como dice el mediocre Javier Martín Adamuz. «Me pareció un tipo poco recomendable», indica mi interlocutora. «Intentaré conseguir tu libro. Yo soy partidaria de una República Constitucional, pero creo que la sociedad española no está preparada ni tiene conciencia de que debe coger la sartén por el mango y cambiar el sistema». «República Constitucional» sigue su camino imparable para conseguir masa crítica.