Vivimos tiempos duros en tu ausencia ahora que descansas en Paz. En cierto modo me alivia que no estés cuando todavía vive un esperpento de Satanás como es Pedro Sánchez quien, después de agravar los efectos de la pandemia y matarte junto a decenas de miles de personas, más de 50.000, se ha tomado el miserable psicópata unas vacaciones en La Mareta y Doñana con el denominado begoño; a todas luces identificado por mucho que se pretenda engañar al pueblo con el vástago, la vástaga, el vástague del Sabañón… perdón, Sabiñano, que regentó las saunas gay donde el presunto criminal, de lesa humanidad, desarrolló su verdadera carrera política. Y fulgurante. Allá donde se reunía la plana mayor del PSM encontró el trepador, en sus bajas guardias, el argumento para ponerse en vanguardia, ascender con sólidas razones de entrega personal… seguramente poco dignas y especialmente secretas.
Con todo lo que era este país nuestro que me enseñaste a amar y respetar desde tu condición de oficial del Ejército, trabajando en la élite del orden constitucional al lado de los responsables de la salvaguarda de una ciudadanía que se esforzó en dar lo mejor de sí durante décadas, ahora ese aprovechado de los vapores de sauna es quien está al frente de una España destinada a su destrucción, si antes no se va a tomar por culo, esta vez figurado, el verdadero causante de la tragedia que padecemos previo fraude electoral. Porque a este estafador doctor cum fraude ya se le veía llegar con el pucherazo en las primarias del PSOE; declaración de intenciones de un rastrero engañador de masas estultas que apuntaló la corrupción de lo personal en la silente oscuridad de un reservado vaporoso, con la intimidad corrupta de unas voluntades de codicia sin límite que ostenta en una presidencia secuestrada, sin ninguna decencia. Ese mamarracho es quien decide la suerte de España. Eso, esa, ese.
Querido Padre, es cierto que tu ausencia es dolor de cada amanecer en el recuerdo de cómo marchaste después de darlo todo y sin poder velarte por las órdenes de mamarrachos sin moral, autómatas del Demonio, bien pagados de sí mismos por una soberbia que espero enterrada en azufre incandescente cuando mueran. Sorpresivamente ejecutados por toda una eternidad, rumiando las brasas que los desintegren en vida eterna con inimaginable y perenne tortura. Es más, pido a Dios que los aniquile en viaje de vuelta en Falcon o lo secuestren, al otro, para llevarlo de uniforme naranja para Guantánamo por cómplices de asesinos, narcotraficantes y malparidos, sin más. Al uno y al otro, a los asesinos que nos privaron de ti y mataron también a tu consuegro sin que mi esposa y yo, vuestras familias os pudieran velar, además enterrados en soledad. El dolor infligido es tanto que ni viendo enterrar vivo a todo este desgobierno criminal, acaso se acercaría al resarcimiento de la tragedia que pasamos.
Sabrás, allá donde te amamos en ausencia terrena, de la evolución de acontecimientos cuando el chulo de Vallecas, el cómplice de narcotráfico, se enfrenta a un horizonte jurídico demasiado evidente como para que millones de ciudadanos hartos vayan a dejar escapar de responsabilidades penales a uno de los causantes de la ruina que va a propiciar un desastre quizá, esta vez, con ganas de venganza. Porque, a tenor de cómo se desenvuelve el Pueblo frente a las injusticias, es harto sorprendente la paciencia de una mayoría damnificada que sigue sumisa ante los criminales que los someten con, esto es lo más grave, la certeza de que este desgobierno posee un rasgo de criminalidad que pasa por el fraude, el latrocinio, la estafa en la mentira permanente y el genocidio; causa última por la que estamos personados deseando entre rejas a estos viles hijos de Satanás cuyas carreras repugnantes se iniciaron en una universidad-reducto de pringados e inútiles que un día decidieron volar para ofrecer sus servicios a narcocriminales-y esas saunas a las que tanto se debe el éxito político de la corruptela socialista. De Tetuán al Falcon. Ojalá del Falcon al duro suelo de tanto usarlo: así se librara España de un lastre pestilente. Aunque en aras de la verdad más incómoda, falta saber si nuestro país es merecedor de mejores suertes. Porque mal está un embaucador, un tramposo histórico, un embustero histórico sin honra, pero peor es el país que, incapacitado para una elemental defensa de su honor, lo permite.
Así estamos, querido Papá, en el pandemónium regido por mediocres que hubiesen sido humillados en aquellos tiempos en que España se ganaba a pulso sus méritos. La España que no despierta.
A punto de confinar nuestro país de nuevo-se les ve las aviesas intenciones de politizar el dolor y la ruina generalizada-, no hay otra reacción que la liviana protesta. Nunca dio más de sí la indecencia de la oportunidad con aquellos negocios de vapores tóxicos de los que se aprovechó quien hoy se cobra con España los servicios prestados a la flor y nata, apestosas, del socialismo madrileño.