Enrique de Diego.
El PSOE y Podemos, como representantes máximos del Estado de partidos, que tienen el máximo poder, han actuado rematadamente mal ante la pandemia, en todas las etapas. También lo han hecho dentro de los esquemas del modelo político, que tiende cada vez más a la mediocridad, al dominio de la imagen sobre la gestión, a la búsqueda de un culpable dentro del Estado de partidos, la Comunidad de Madrid, gobernada por el PP, y ha escudarse en comités técnicos que han sido escogidos entre los amigos sin tener relación con la ciencia, en ninguno de los sentidos del término.
Primero, el Gobierno minimizó el riesgo, y puso a todas las televisiones a denunciar el alarmismo, no cerró las fronteras, Rambla Libre lo pidió el 2 de febrero, cuando debía ser inmediato, sobre todo con China e Italia. Después entró en pánico, por su total imprevisión de forma que faltaron los más mínimos elementos de material sanitario, como mascarillas, que hizo inviable seguir el exitoso modelo de Corea del Sur. Optó así por el modelo chino y confinó a toda la población, impidiendo tomar el sol y los rayos ultravioleta, y después ha utilizado todo el arsenal de maniobras políticas para mantener el máximo posible a la población en el confinamiento, a pesar de provocar una caída del PIB superior a la sufrida en la guerra civil.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez ha sufrido un drama personal de elevadas proporciones: tiene infectada de coronavirus a su esposa Begoña Gómez, a su suegro y a su madre, Magdalena Pérez-Castejón. El suegro fue trasladado a Moncloa donde fue tratado por el Grupo Operativo Sanitario y, ante el diagnóstico grave, trasladado en una UVI móvil de presidencia, con un médico, un guardia civil como técnico sanitario, y una enfermera. Muchos no entienden las atenciones a una persona ajena a Presidencia ni el riesgo asumido trasladándolo a Moncloa en ese estado. La madre del presidente fue infectada en el maldito 8 M cuando marchaba en la cabecera socialista detrás de la pancarta que se ha convertido en una orgía de infecciones.
Tiene, además, infectada a la vicepresidenta, Carmen Calvo, quien animaba a participar en las manifestaciones con un «les va la vida en ello», que ha resultado premonitorio y profético; y a dos ministras, de Política Territorial, Carolina Darias, y de Igualdad, la poco preparada Irene Montero. Un peso excesivo de llevar incluso para el autor de «Manual de resistencia» y que pone en serias dudas su capacidad para liderar a la nación en la lucha contra el coronavirus, pero más aún este virus que «no sabe de ideologías» ha puesto en cuestión todos los dogmas vacuos, sostenidos a base de ser repetidos, pero inconsistentes, del socialismo: el feminismo, la política de fronteras abiertas y la multiculturalidad. Todos los dogmas a los que tan adherido está Pedro Sánchez y que tan caro le está costando en sus seres más queridos.
Podría decirse que todos los gobiernos occidentales han fallado, de una u otra forma, pero el español es de los que lo ha hecho con más estrépito y consecuencias más nefastas para el propio Gobierno y sus familias. Si nos deslizamos a Venezuela o hacia un plan Marshall, el tiempo lo dirá, pero será a consecuencia de quedar atrapado por la ideología o por la pseudoideología de detritus, que actuando como sustituto o sucedáneo de la religión ha degenerado en una pulsión supersticiosa, que se blinda a toda racionalidad: «preferimos morir por el coronavirus que no asesinadas por el heteropatriarcado», una ideación ideológica, sin base real, mientras el virus tiene consecuencias letales. Ahora el Gobierno teme una oleada de querellas de las familias de las víctimas por negligencia criminal que amargue la vida del Gobierno, que no estaba preparado para lo que se venía encima y que actuó tarde y mal, exagerando el carácter drástico del confinamiento para trata de hacer olvidar el fracaso de su ideología.
El primer error fue no cerrar las fronteras. Rusia tiene una amplia y porosa frontera con China. Lo primero que hizo, para proteger a sus ciudadanos, fue sellarla a cal y canto. Resultado. Según la Vanguardia, hay 300 casos en toda Rusia y 17 en Moscú; ningún muerto. Funciona, obviamente. España reaccionó muy tarde: selló sus fronteras el 16 de marzo. Antes estuvo la polémica del Mobile, donde el Gobierno y los payasos de la tele se esforzaron a fondo por decir que «no había razones sanitarias» que justificaran la suspensión. Ni cuando el virus adquirió claros caracteres de pandemia en Italia se tomó la medida de urgencia de cerrar las fronteras con ese país. Italia del Norte, la Lombardía, fabrica en China, al igual que lo hace España. El cierre de las fronteras dañaba a nuestro sector turístico pero aún más cuestionaba uno de los dogmas del globalismo en el que milita nuestro Gobierno. Al fin y al cabo, aquí se recibió con fanfarrias al Aquarius sin hacer pasar ninguna cuarentena a nadie. Y se ha elevado a la categoría de héroes social a Óscar Camps, el líder de la ONG. La izquierda estaba atrapada por la ideología, y más aún por el modelo de Estado de partidos.
Más aún, la ONU ha marcado el 8 M como la festividad laica de la mujer trabajadora, como la sacrosanta fecha para celebrar el feminismo, en el que el PSOE y Unidas Podemos militan fervorosamente. De hecho, hubo una seria pugna por capitalizar esa fecha entre ambos y groseras acusaciones de machismo hacia los ministros socialistas, en general, y de incompetencia -algo evidente- hacia la nerviosa hasta el histrionismo Irene Montero, a cuenta de su Ley de Libertades Sexuales o del sí es sí. «Les va la vida en ello», dixit Carmen Calvo. Había que mostrar músculo y allí acudieron Begoña Gómez y la madre del presidente, en edad vulnerable. Esa fecha queda como maldita, porque fue la progresión exponencial del coronavirus que allí tuvo su agosto, como si fuera heteropatriarcal, o como si no supiera de ideologías, porque el mismo error, por vanidad, sin que les fuera nada en ello, salvo el plebiscito de las masas y la vanidad de Santiago Abascal y de Javier Ortega Smith, el hombre sin luces, que ya estaba infectado, tras un viaje a Milán.
El feminismo excéntrico y esotérico que trata de crear y de creer la izquierda como nueva religión ha pasado una factura terrible, que seguramente tendrán que dirimir los tribunales porque el Gobierno desoyó todas las advertencias imperiosas, ya que se cuestionaba la fe que es la ideología vacua. Se la ha pasado al propio presidente del Gobierno como justo castigo, aunque el virus no entiende de estas paridas. Lo cierto es que las que gritaban «somos socialistas, somos feministas» cayeron tras el embrujo del virus, y lo propagaron, entre besuqueos y achuchones. Y la ministra de Igualdad, la podemita Irene Montero cayó igualmente bajo el abrazo de un virus surgido en China, con epicentro en Wuhan. Y tantas estúpidas heroínas anónimas. Ese virus corre el riesgo de tumbar el feminismo y la globalización, el libre comercio que tiene sentido solamente entre democracias.
Un ejemplo de la perversión del esquema ha sido Fernando Simón.Dice Eduardo Inda que «el ciudadano piensa que Fernando Simón es inútil total» y por una vez se ha quedado corto él o el ciudadano. Ha sido la idea pura de inutilidad de la cueva platónica, ha sido la inutilidad superlativa, pasto para un poema de Quevedo, ha sido tan inútil que produce sonrojo y bochorno, ha sido patético como un personaje de Gila pero no sirve, en ninguna de las acepciones, para director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, no das para ninguno de los conceptos de tan largo puesto.
Muérete de la vergüenza, estas son algunas de sus pifias. Impropias de un director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias:
7-02. «Estamos en temporada de gripe. La probabilidad más alta ante cualquier sintomatología incluso viniendo de Wuhan, es de que sea un cuadro gripal”
9-02 “No es excesivamente letal. El problema es que se trasmite más fácilmente de lo que pensábamos ”.
“Parece que la epidemia tiene posibilidades de empezar a remitir. Nosotros creemos que España no va a tener, como mucho, más allá de algún caso diagnosticado. Esperemos que no haya transmisión local. Si la hay, será transmisión muy limitada y muy controlada… Me sorprende este exceso de preocupación”.
09/02 “Tiene una letalidad que no es desdeñable, pero no es tan grave como parecía. En estos momentos, el nivel de riesgo de España es relativamente bajo. No hay ninguna razón para alarmarse, está controlado… El coronavirus es una enfermedad de muy bajo nivel de transmisión.”
13/02 Suspensión del Mobile World Congress (MWC). ”No existe un criterio sanitario para suspender e MWC”. “Está un poco fuera de lo razonable”
16/02 “En España ya no hay casos, y nunca ha habido transmisión del virus. Uno se infectó en Francia y otro en Alemania”.
23/02 “España no se plantea el cierre de fronteras”. “Sería un poco fuerte hablar ahora mismo de pandemia por coronavirus”
28/02 Con 45 infectados. “No hay ninguna razón para cambiar de escenario porque el riesgo está perfectamente delimitado, no es un riesgo poblacional… la contención está funcionando”.
29/02 Con 59 contagiados, dos de ellos en estado grave en UCI. “No hay una gran transmisión a nivel nacional”. Sobre eventos y celebraciones: “La situación no es similar en España a ojos de Sanidad ya que descarta por el momento cancelar grandes eventos como la Fallas, ya que no hay motivos para ello… no debe propagarse el miedo”.
02/03 Con 125 casos diagnosticados. “El 90% de los casos de coronavirus en España proceden de Italia”
04/03 Con dos muertos y 228 contagiados. “No es necesario cerrar los colegios… ahora mismo no tiene sentido”. “No reduciría el riesgo de transmisión de forma significativa… podría incrementarlo para algunos focos de interés”
06/03 Con un tercer muerto y 365 contagiados. “No es necesario que la población use mascarillas”.
El paradigma del chupatinta, lameculos, abrazafarolas y tiralevitas. ¿Cómo ibas tú a decir algo sobre el 8 M con la ilusión que les hacía a Carmen Calvo,»les va la vida», Irene Montero y la sin par Begoña Gómez? Así que en los primeros compases te dedicaste a tranquilizar y no a cumplir su misión. Con sus manguitos, ha sido el vivo ejemplo del inútil de la partidocracia. Si no fuera tan grave lo que ha hecho y en la que nos has metido, si no hubiera tantos muertos y tanto sufrimiento, si no se vieran tantos nubarrones en el futuro, tanta hambre y tanta miseria, sería para descojonarse con él, pero has asumido una responsabilidad tremenda.
Dos inútiles, Salvador Illa y Fernando Simón, rodeados de inútiles a los que han llamado expertos y son cualquier cosa menos eso, altos cargos y paniaguados del PSOE, de la comisión de «expertos»: 4 médicos, si bien alguno especializado en áreas que nada tienen que ver con el problema (cardiología) y que salvo uno (el faculty de Harvard) son todos o altos cargos o ex-altos cargos del PSOE. Un microbiólogo. Dos economistas. Un licenciado en derecho. Un historiador. Una química. Un periodista y “antropólogo social”. Un diplomático. Un doctor y un licenciado en ciencias políticas (“politólogo” según él). Un astrofísico “especializado” en la superficie del Sol, los satélites y el cambio climático.10 de los 15 son altos cargos o ex-altos cargos de gobiernos del PSOE y uno más (M. Cuenca) es un alto funcionario público. 2 están vinculados a Podemos (el doctor en CC. Políticas y el “politólogo”, como era de esperar). 3 son profesores (o ex-profesores, hasta que Sánchez les dio un cargo oficial) del Instituto de Empresa (la cuota de Begoña)
Con estos expertos lo raro hubiera sido no batir todos los récords negativos en este desastre (más contagiados por millón de habitantes, más fallecidos por millón de habitantes y más sanitarios contagiados que nadie, mayor quebranto en la economía que nadie, el confinamiento más duro, más improvisado y más arbitrario que nadie, etc., etc.)
Igual que el encargado de los planes de reconstrucción, un hombre de partido, Patxi López. Y los sindicatos y patronales subvencionados aceptando la incompetencia de la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, de que los ERTEs se prolongan hasta el 30 de junio y después no se puede despedir seis meses más, como si al empresario le gustara despedir, y para tranquilizar la conciencia del político, se le fuerza a presentar concurso de acreedores. Un número impresionante de los españoles va a tener que vivir del Estado –funcionarios, renta mínima, ERTEs, parados, pensionistas- y la pregunta es de dónde se va a sacar dinero para pagar a tantos, si no hay tejido productivo para pagar impuestos. De deuda, mientras se pueda. No sólo se empobrecerá a esta generación, de una forma difícil de imaginar, sino a dos generaciones por los menos.
Mientras en Alemania ha habido una manifestación contra el confinamiento, y en Estados Unidos otra, en tres estados, y en el de Michigan entraron en el Parlamento manifestantes con armas de asalto, legales, en España la población ha dado un ejemplo pastueño y lanar, permitiendo ponerle multas manifiestamente ilegales, y aplaudiendo en los balcones a las 20 h a unos sanitarios llevados al matadero sin material de protección.
El Estado de partidos ha destinado quince millones de euros a las televisiones, pieza fundamental de la mentira del sistema. El duopolio se ha dedicado a engañar a la población, a desarmarla, a meterla en casa, hastag obsesivo, no ha advertido de la calamidad que ha provocado el Gobierno, ha presentado a los españoles dóciles con una minoría de irresponsables, y no ha ofrecido ni una imagen de ataúdes, ni del dolor. Todo consigna ñoñas y ejemplos edificantes, nada de las empresas que han cerrado, ni los autónomos a la última pregunta. Desde Antena 3, La Sexta, Telecinco, Cuatro, La 1, El País, la Ser ha habido un mensaje único, unidireccional. Aunque el descrédito de los medios es grande, la sociedad española debe ser consciente de que no se puede seguir así, que es un abuso de poder insufrible.