Enrique de Diego.
Las encuestas van dando la razón al presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, y la quita a la inefable Cayetana Álvarez de Toledo. Ciudadanos no aporta nada, simplemente resta. En Galicia la tendencia es que el PP saca mayoría absoluta y, en todo caso, necesitaría a Vox, que conseguiría un diputado. Peor están las cosas en Vascongadas, donde Carlos Iturgaiz, repescado a última hora, se encamina a un batacazo glorioso, con siete diputados, dos menos que en las anteriores elecciones, dos de los cuales serán de Ciudadanos, según el absurdo pacto alcanzado entre Pablo Casado e Inés Arrimadas.
Ciudadanos es un partido escombrera, cuyos resultados no son fiables tras los sonoros pucherazos como el de Castilla y León, y el de Murcia. Inés Arrimadas no tiene credibilidad, tras ser la número dos de Albert Rivera, su alter ego y haber participado de sus gloriosos fallos.
Había dos caminos para afrontar el sinsentido de Ciudadanos: o buscar la extinción, cosa que probablemente se produzca en cualquier caso; o sumarle, perpetuando así su agonía, cuando Ciudadanos nunca debió salir de Cataluña. La primera es la elegida por Alberto Núñez Feijóo, que se la ha permitido su partido; la intentó Alfonso Alonso, con referencias a la proporcionalidad, y le costó la cabeza. La segunda es la opción preferida por Cayetana Álvrez de Toledo, a la que se pliega siempre Pablo Casado, porque es la voz de José María Aznar.
Alberto Núñez Feijóo sabe que le basta reclamar el voto útil o decir que su mayoría está en peligro y que puede gobernar un tripartito de izquierdas para conseguir los votos que fueron a Ciudadanos. En Vascongadas ese discurso, obviamente, no puede utilizarse, y Ciudadanos tiene muy mal cartel, está en horas bajas. ¿Entonces, a qué ha venido el interés en salvarles a Ciudadanos dándoles dos puestos de salida, cuando con toda certeza no sacaría nada? Hubiera sido la ocasión de mostrar que Ciudadanos no representa nada.
A Cayetana, al tiempo, le preocupa Vox, para intentar que el PP, trufado de corrupción, ocupe todo el espacio de centroderecha, pero está consiguiendo todo lo contrario. No dirige la palabra a los diputados de Vox, porque, como globalista, los considera sus peores enemigos, pero trata de ocupar su espacio, a base de polémicas, destruyendo lo que queda del PP, y la gente suele tender por optar por el original, Vox, y no por las copias, sobre todo si son tan malas-