Luis Bru.
Losantos siempre ha sido rastrero, pero ahora está insufrible, más rastrero que nunca. Se arrastra sobre su pequeño vientre mendigando, lamiendo el culo, poniéndose en evidencia, actuando como Gollum, a quien le tiene un aire.
Vive del Presupuesto público. Eso es una obviedad. Ya no está la caja B del PP para que Luis Bárcenas le compre 410.000 euros, de los de entonces, de acciones de Libertad Digital SA. Ya no está el PP en el Gobierno, pero sí en la Comunidad de Madrid, claro que sólo, está Ciudadanos, el partido de sus amores, en otros tiempos, y está Vox. Para el servil y lacayo Federico es un auténtico sudoku. Ya no sabe ante quién doblar el esquinazo, aunque lo hace con bastante soltura e indignidad.
Federico vive de la Comunidad de Madrid, como siempre, y la publicidad institucional de ideología de género le viene como agua de mayo y la defiende con pasión de sicario y con genuflexiones de lacayo. En caso de duda, atiza a Vox, a los aristogatos y al pin parental. Tiene unas tragaderas que le han convertido en un chiquilicuatre patético. Lleva defendiendo todo el tiempo que no hay adoctrinamiento en los colegios de Madrid, que sólo ha protestado uno, porque los padres tienen miedo, Federico, como es normal en los procesos totalitarios, que tú bien conoces.
Ha pasado por su estudio Isabel Díaz Ayuso y se le ha ocurrido preguntar al lacayo que ‘por qué no quitar dos puntos de la ley LGTBI» -¡dos puntos!, toda la ley entera, soplagaitas- y el ama le responde rauda. «olvídate». Chitón, punto en boca. Isabel comprende que «las familias estén preocupadas como se cocinaron ciertas leyes en la Asamblea de Madrid», bienintencionadas -ya te vale-, pero en el desarrollo «se fueron imponiendo los colectivos que siempre lo politizan casi todo», de modo que «la progresía tirana se va asumiendo mansamente», porque «no es muy liberal modificar la carga de la prueba», pero si modifican las leyes les llaman «homófobos», de forma que no tienen «mayoría». He ahí la cuestión. Está Ignacio PaniAguado con sus mariachis de Ciudadanos, a los que apoyaba el ínclito Federico, que no tiene principios, o está dispuesto a cambiarlos por un plato de publicidad institucional, que prefiere que le carden en el día del orgullo gay, a que le llamen eso de homófobo. ¡Faltaría! Pogre vergonzante y vergonzoso. Ciudadanos es una cloaca, una mierda pinchado en un palo, un manojo de complejos, los maricomplejines, e Ignacio PaniAguado ya no sabe por dónde le viene el aire, que ese tío es un muermo y está descentrado. Ignacio PaniAguado está más quemado que la moto de un hippie.
Es decir, que sí hay adoctrinamiento, que la educación en Madrid está dominada por los colectivos que el pin parental es de urgente necesidad. Y que más te valiera, aunque sea para ponerte en evidencia, meterte la lengua por el culo antes de poner a parir a Rocío Monasterio, lacayo.
Total, elemental querido Watson, que todo se reduce a «si tiene mayoría o no tiene mayoría»…Ya te has dado cuenta, mercachifle. Y para eso tienes que ponerte tan kale borroka con Vox y tan rastreo con Ignacio PaniAguado e Isabel Díaz Ayuso.