Enrique de Diego.
La opinión pública asiste sobrecogida al escándalo mayúsculo de las cloacas del Estado contra dos hombre buenos, Luis Pineda y Miguel Bernad, a quien la Fiscalía indigna tiene la osadía de pedir 125 años y 25 años. ¡Qué vergüenza! Nunca había caído el Estado de Derecho más bajo. De ellos, por culpa del indigno juez Santiago Pedraz, «han cumplido» tres años Pineda y ocho meses Bernard, tratados como peligrosos asesinos, sacados a operarse con grilletes. ¡Qué asco de Estado de deshecho!
Dice el Abc, que se ha prestado al linchamiento, con ese indigno periodista Javier Chicote, que «El encargo del BBVA a Villarejo para desacreditar a Luis Pineda por 500.000 euros al año. El comisario jubilado y en prisión provisional José Manuel Villarejo cobró 500.000 euros al año durante un periodo indeterminado a cuenta del BBVA para desplegar el «Proyecto Pin», un encargo específico de la entidad financiera por el que debía desacreditar a la asociación de consumidores Ausbanc y su presidente, Luis Pineda, y que culminó con la presentación de una denuncia anónima ante la UDEF que, a su vez, acabó desembocando en un procedimiento judicial por el que se sienta en el banquillo y afronta una petición de más de 100 años de cárcel».
¡Qué mundo, qué país con todos los principios morales rotos y perdidos! Los mafiosos se dedican a perseguir a los honrados, y lo hacen a la luz del día, utilizando a la Policía, a la UDEF, y a la Justicia, jueces y fiscales de la Audiencia Nacional, quienes cobran por protegernos, amparados por gente aparentemente moral como Jorge Fernández, elogiados por periodistas que van de cabales como Francisco Marhuenda, toda la ponzoña del mundo, toda la escoria de la sociedad, en lo más alto, almorzando con la fiscal general del Estado, Dolores Delgado, y Baltasar Garzón.
Hoy doy por seguro que el juicio se declarado nulo, que se lo meterán donde les queda los jueces de la Audiencia, que se hará justicia de la injusta. Hoy he hablado con Miguel Bernad y me ha dicho: «¿quién me devuelve a mí ocho meses de mi vida en la cárcel? ¿Quién se los devuelve a mi familia destrozada? ¿Quién le devuelve a mi hijo que, por el disgusto, perdió el bebé que esperaba? Y no poder haber disfrutado de los últimos meses de vida de mi madre, ¿quién me los devuelve? Haber tenido que sufrir el oprobio de que me viera a su hijo con grilletes, ante la vergüenza pública, linchado por todos los medios, con la pena del telediario».
Nadie le devuelve cosas tan sagradas como la vida de un niño. Miguel Bernad y Luis Pineda se merecen un homenaje nacional, porque han luchado por todos nosotros contra la corrupción que nos invade. Cuando fueron detenidos, los dejaron solos. Dando cuchilladas se fueron Montse Suárez y haciendo grabaciones Virginia López Negrete, dos nulidades acanalladas.
A mí, a Rambla Libre, nos queda la honra y el honor, en nuestra humildad, de haber dado siempre, desde primera hora, la batalla por dos hombres buenos, Miguel Bernard y Luis Pineda, convencidos de su inocencia a fuer de patriotas de honradez acrisolada. La dimos con fuerza, contra mundi, me enorgullece que el buen abogado de Miguel Bernad, José María Bueno, haya utilizado en sede judicial cinco artículos de Rambla Libre. Sólo por eso, ha merecido la pena esta aventura periodística. Sólo por eso, merecía la pena ponerla en marcha y continuarla como reducto, Isla Barataria, del periodismo independiente. Cuando todo está corrompido, la libertad tiene un elevado coste. Yo he estado dispuesto a pagarlo. Venga el homenaje nacional a Miguel Bernad y Luis Pineda, dos hombres buenos y honrados que por fin ven la luz.