Asunción Sánchez Tormo.
Carlos González ha conseguido hacer de Elche una ciudad amable, y muy visitable para los turistas. Recientemente ha tenido lugar la Venida de la Virgen, que se ha celebrado con total brillantez desde la Playa del Tamarit con el personaje histórico de Juan Cantó; doce autobuses más que el año pasado llegados en la madrugada, sin asustarse por el relente y el frío, para acompañar a la Virgen, con cadafal y manto nuevo. Elche es una ciudad industriosa y respetuosa de las tradiciones, y el alcalde es el primero en mimarlas.
Va a acometerse este año la peatonalización de la emblemática Corredora y ya se percibe en el Centro histórico otra vitalidad y una alegría de vivir, después de afrontar tantos sinsabores y dificultades. El Centro necesita con urgencia revitalización después de la etapa crispada y oscura de Mercedes Alonso, la pepera que imitaba a Atila en no dejar crecer la hierba. De aquella malhadada del PP viene el traslado del Mercado Central, un desastre sin paliativos, perpretado con improvisación y alevosía, Una etapa que mejor olvidar y que Carlos González ha dejado atrás, para bien de todos, porque gobierna para todos, pacificando el Consistorio, porque ejerce el diálogo como costumbre, no como retórica.
Pablo Ruz, por cierto, es discípulo de Mercedes Alonso y ha sido salir elegido para el Senado, y ya no pisa las pedanías, ni va con el organillo a las procesiones en las que antes se prodigaba repitiendo ¿qué hay de lo mío?
Los barrios, las pedanías están recibiendo un nuevo impulso, como el gran proyecto emblemático de un nuevo Palacio de Congresos, en el que está empeñado el alcalde, Carlos González, que tiene equipo eficaz, puesto que se ha rodeado de los mejores, como la concejal de Hacienda, Patricia Maciá; tiene, sobre todo, un modelo de ciudad atractivo, que se va cumpliendo con paso firme. Hay Carlos González para varias legislaturas por el bien de Elche.