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El fin de la monarquía inútil

Redacción




Editorial.

El 17 de febrero de 1930 se formalizó, en San Sebastián, la Alianza Republicana con nacionalistas y socialistas, todos los partidos republicanos. Allí se decidió la estrategia para poner fin a la monarquía de Alfonso XIII y proclamar la Segunda República Española. El pacto de la transición consistió en la renuncia a la Tercera República por el PSOE y el PCE a cambio del Estado de las autonomías que significaba que había un botin electoral abrumador. También el PSOE obtuvo el sistema proporcional, que tan nefasto ha sido. Los nacionalistas consiguieron el cupo vasco, la disposición transitoria cuarta que implica que pueden anexionarse Navarra y, lo que iría siendo decisivo, la Ley d’Hondt más la circunscripción provicincial que les daba la llave de la gobernabilidad. No se llevo a cabo la concesión de la independencia, propuesta por los senadores reales con el visto bueno de Zarzuela, a través del pacto de la Corona -como Nueva Zelanda con la Commonwealth-, cuestión que fue evitada en última instancia por Fernando Abril Martorell, y bizarramente en Navarra por la escisión de Jesús Aizpún que dio lugar a UPN.

El significado de las pasadas elecciones marcan el fin de la monarquía inútil y de los consensos básicos que dieron lugar al régimen del 78. En Cataluña los partidarios de la independencia son 1.642.423 (suma de los votos de Esquerra Republicana de Cataluña, Juntos por Cataluña y la CUP), frente a 1.536.283 unionistas (suma de PSC. PP, Vox y Ciudadanos). La balanza la desequilibra los Comunes con 869.434, que depende de si se consideran nacionalistas o no, pero que una de sus propuestas en el reférendum de autodeterminación.

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Las cosas están peor en Vascongadas donde los separatistas son 593.555 (suma de los votos del PNV y EH Bildu) por 371.443 unionistas (suma de los votos del PSOE, PP, Vox y Ciudadanos, en el bien entendido caso de que los tres últimos partidos no obtienen representación).

Los separatistas no han hecho más que crecer elección tras elección. Los Gobiernos de España, o porque han necesitado a los nacionalistas, caso del PP en 1996, o por si los podían necesitar, no han hecho más que ceder. Se entregó la escuela, los medios de comunicación y la policía; se sacó al ejército, y testimonialmente quedaron escasas fuerzas del Cuerpo de Policía Nacional y de la Guardia Civil. Hemos contemplado continuos asedios a la Jefatura Superior de Policía en Barcelona. Se ha condenado a presos por sedición que penan en cárceles donde gobiernan sus partidos a través de la Generalitat. En los separatistas los objetivos están claros: referéndum de autodeterminación e independencia. En los unionistas las propuestas van desde el federalismo al fin del Estado de las autonomías o la aplicación de nuevo del artículo 155 o la ilegalización de los partidos separatistas.

Cataluña y Vascongadas están en trance de perderse. Hemos visto al Jefe del Estado asistiendo de forma vergonzante a los premios príncipe de Gerona con una adolescente aniñada en una auténtica mascarada. Muestra inequívoca de la desafección de una buena parte de Cataluña a la monarquía. España no consigue formar gobierno. y una de las opciones es con los separatistas que van hacia la Repúlica catalana.

En ese sentido, la propuesta de Vox se mueve en un lacayismo cortesano. Es la paradoja de Vox que va destruir España por su irracionalidad, por su monarquismo, por su fervorosa adhesión al régimen del 78, de la que la monarquia extrae su legitimidad o su falta de legitimidad. Los resultados electorales son buenos para Vox y pésimos para España, que es lo único importante.

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La monarquía borbónica es un lastre que nos lleva al suicidio colectivo, extendiéndose la infección a Baleares, Comunidad Valenciana, Navarra y Galicia. O acabamos con la monarquía o la monarquía destruye España. Y la monarquía está muerta en Cataluña y Vascongadas. La monarquía es es que sea constitucional es que es inútil y carece de legitimidad para enfrentarse al reto nacionalista. Es el pilar en que se sostiene la casta parasitaria. Sólo la República puede salvar a España. Una República con el presidente votado en circunscripción nacional, no dependiendo de los territorios, con legitimidad plena.

Esta es una hora de emergencia nacional, de máximo reto para la supervivencia de la nación. La monarquía está muerta. Merece ser enterrada con muy pocos honores, antes de que tenga un entierro vikingo y se lleve a la fosa a España, Vamos hacia la muerte de la monarquía inútil. Ser patriota, aquí y ahora, es ser republicano. Todo lo demás es jugar al suicidio con espríritu lacayo y cortedad de miras cortesana.