Enrique de Diego.
Esta semana ha tenido lugar un desmentido grosero en el Vaticano: el papa no ha dicho que Jesucristo no sea Dios. ¡A dónde vamos a ir a parar! El desmentido es a Eugenio Scalfari, que La Reppublica ha dicho que: «Cualquiera que haya tenido, como me ha pasado varias veces, la suerte de encontrarse con él y hablarle con la máxima confianza cultural, sabe que el Papa Francisco concibe a Cristo como Jesús de Nazaret, hombre, no Dios encarnado. Una vez encarnado, Jesús deja de ser un Dios y se convierte en hombre hasta su muerte en la cruz”.Y remacha: “Cuando discutí estas frases, el Papa Francisco me dijo: «Son la prueba de que Jesús de Nazaret, una vez que se convirtió en hombre, aunque era un hombre de virtud excepcional, no era un Dios en absoluto».
Scalfari ha charlado largo y tendido con Jorge Bergoglio, alias el papa Francisco, y no tiene por qué mentir. De hecho, el portavoz del Vaticano dijo que los entrecomillados de Scalfari no siempre son fieles al pensamiento de Bergoglio (si puede hablarse de pensamiento y no de mera verborragia disolvente). Creer que Jesucristo en Hijo de Dios es lo mínimo para un católico, no digamos para un papa. El prefecto de la Comunicación de la Santa Sede, Paolo Ruffini ha dicho que «el Santo Padre nunca dijo lo que escribe Scalfari». Infovaticana, que es considerada el sumum de la ortodoxia, lo considera un desmentido. A mí no me deja tranquilo. Scalfari ha tenido la deferencia de estar en la intimidad con Bergoglio y la cuestión no es de matiz. Y Scalfari fue director de Le Expreso y fundador de La Reppublica. No es caza menor.
Desde hace tiempo considero a Bergoglio un vanidoso, que ama los titulares. Tener un papa sin fe es cosa muy grave y sospechar que no la tiene es inquietante. Scalfari viene a abonar la sospecha cuando no a corroborarla.
Bergoglio está hundiendo a la Iglesia Católica en el ridículo y el relativismo mamarracho. Lo está haciendo en el Sínodo de la Amazonia, que para inculturizar de verdad nunca debería haberse celebrado en el Vaticano, tan eurocéntrico, sino no haber salido de la selva amazónica. Pero se trata de hacer ruido, aunque desentone y se ponga como “Visitación” un engendro pagano que simboliza la fertilidad. Y luego Bergoglio ha dicho que las plumas de un indio son como la tiara episcopal. Que Santa Lucía le conserve la vista. Esto de presentar a los amazones, cada uno hijo de su tribu, en comunión con la naturaleza es una soberana tontería como un castillo. Los amazones “temen” a la naturaleza, como le dijo un esquimal a Amundsen. ¡Basta ya de sembrar confusión!
Tienen algunas costumbres que contradicen el orden natural como matar al recién nacido si tiene cualquier tara física o alguno de los dos gemelos. Una relatora de la ONU ha dicho que tienen que respetar algunos standares ante el rechinar de dientes de uno de esos cardenales que son como “una fortaleza de clérigos mundanizados”, de los que hablaba San Josemaría Escrivá de Balaguer.
Dice Carlos Esteban en Infovaticana, web que animo a leer, y dice bien: “Hablar de ‘escuchar’, de ‘aprender’ de ritos neolíticos, cuando uno tiene en las manos el mensaje de la encarnación, muerte y resurrección del Hijo de Dios suena a farsa. Y lo es”.
“La vida real del indígena amazónico en la selva es como la describía Hobbes: pobre, desagradable, brutal y corta. Y el hecho de que los pastores de mi Iglesia se conjuren para ocultar esto bajo el decorado de cartón de un paraíso idílico me resulta insoportable”. Y a mí, porque es manifiestamente insoportable. ¿Qué tendrá que decir Bergoglio sobre ecología que suena a la pachamama? ¿Qué pueden hacer los cardenales en esa materia?
El relativismo católico tiene un nombre: modernismo, “el compendio de todas las herejías”, lo definió San Pío X en la Encíclica Pascendi. El modernismo establece que cada generación puede decidir el contenido de la fe; es decir, que no hay revelación. Para ello lo primero que se niega es la Divinidad de Jesucristo, porque es quien Revela. No se puede dar la comunión a los divorciados porque el matrimonio es indisoluble. Y el sacerdocio ministerial es propio de los varones, porque así fue instituido por Cristo. Forma parte de la Revelación del Hijo de Dios.
El Sínodo de la Amazonia se cree con capacidad de elegir a varones probados, casados, por supuesto, y también dar el orden sacerdotal a las mujeres. Es herético. Es modernista. Niega la Revelación. Los del Opus Dei harían bien en leer “La Tercera Campanada” o es que todos nos hemos acomodado, todos somos modernistas y hacen un corte de mangas con los mensajes de San Josemaría Escrivá de Balaguer. Si en la Amaznonia faltan sacerdotes habrá que rezar más, pedir al dueño de la mies que envíe obreros a su mies, predicar más y mejor sobre las Verdades de la Fe, con alegría y no con mamarrachadas.
Todo esto que parece tan democrático deviene en la peor tiranía, en la de la estupidez. Ya no se cree en Jesucristo sino en Bergoglio. Dice el Cardenal Gerhard Müller con clarividencia que: “Los católicos ya no tienen que creer en Dios, sino en el papa, al que los ideólogos dominantes dentro y fuera de la Iglesia presentan como «su papa»”. El papa está condicionado por las Escrituras y por la Tradición, por la Revelación de Jesucristo, Hijo de Dios. Fuera de ella el papa es indigno y hereje, es tirano, porque se cree capaz de enmendarle la plana a Dios. En estos tiempos de prueba, la mejor arma es la oración y dentro, el Santo Rosario.