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Galería del lacayo pepero: ¡Salvad al soldado Dávila!

Redacción




Miguel Sempere

Carlos Dávila Pérez de Camino surgió al mundo en Madrid, el 13 de mayo de 1948. Empezó estudios de Medicina que no terminó y luego pasó por la Escuela Oficial de Periodismo, que eran tres años lectivos y no daba un título propiamente universitario.

Tras hacer las páginas médicas en Abc y crónica política, y pasar por Diario 16, Carlos Dávila ya es un lacayo del PP a tiempo completo desde 1996. Es ese año, acceso de José María Aznar al poder, cuando entra en Radio Nacional de España y en 1998 cuando se le da un programa de entrevistas en TVE, llamado “El tercer grado”.

Nada de tercer grado ni de diálogos al límite, adulación empalagosa

Hay una propensión en los lacayos a darse ínfulas de lo que no son: periodistas y, por ende, a utilizar títulos que sugieren independencia. Ya lo vimos con Isabel Durán con rótulos de programas que nada tienen que ver con la realidad: “Sin rodeos” y “Más claro, agua”, que pretenden sugerir una periodista incisiva, cuando, ciertamente, no es así. Claro, que no va a poner “Con rodeos alrededor de Génova” o “Más turbio que el lodo”, títulos que sí responden a la realidad. Hay que mantener la ficción. Desde luego, Carlos Dávila no sometía a “tercer grado” en sus entrevistas a nadie y, por supuesto, a los del PP, ni se le ocurría, todo era bailarles el agua y espantarles las moscas. Sus entrevistas eran otra cosa. En esta propensión a ir de periodistas aguerridos, pasando el tiempo en una cosa que se llamó Intereconomía TV tuvo un programa de entrevistas titulado “Diálogos al límite”, que, por supuesto, no eran al límite, salvo de la adulación empalagosa.

Todo se le vino abajo en 2004 con la llegada de Zapatero a La Moncloa. Adiós RNE y TVE. Había que recolocar al inútil de Carlos Dávila, que ya vivía del partido a costa del contribuyente. Un partido es un famiglia, una mafia, un ejército, del que forman parte los lacayos, y como los marines o cosa nostra, no se deja a nadie tirado…siempre a costa del contribuyente, que paga gustos y ganas. Sufragando a tanto chupóptero no va a haber para pagar ni las pensiones ni a los funcionarios. El soldado Dávila es, a su modo, un funcionario del partido y mantener a este tipo de gente es gravoso –tienen un tren de vida elevado y no se apean- y va hundiendo instituciones, hasta que hundan del todo a la nación, que ya queda poco.

A los feudos: Valencia y Madrid, pero siempre a costa del contribuyente

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Bueno, pues perdido el poder nacional, quedaban sitios, refugios, en los que vivir del cuento. Al PP le restaban dos feudos: Valencia y Madrid y allí le colocaron al mantenido. En 2005, empieza un programa muy bien pagado en Canal 9, bajo el rótulo “En exclusiva”. Otra vez la monserga de ir de periodista: Carlos Dávila no ha dado una exclusiva en su vida. En 2007, entra también en Telemadrid, junto a otro de la famiglia: es colocado en el programa “Madrid opina” de Ernesto Saénz de Buruaga, el pelota mayor de Aznar. Ya completa el sueldo para sus necesidades. Además, han empezado a financiarle, de manera oscura, con El Corte Inglés, por medio, el programa radiofónico “La espuela”, junto a Jaime González y la entonces su compañera afectiva, Isabel Durán. Muy plural. No lo escuchaban ni en Génova.

Cerrando todo a su paso

Un personaje cada vez más irrelevante y desprestigiado que responde al nombre de Julio Ariza Irigoyen sienta plaza de magnate de los medios del PP y recluta lacayos. Carlos Dávila, que no es médico y hace tiempo dejó de ser periodista, desembarca como jefe de publicaciones y, bueno, las cierra todas, todas. Entre los lacayos, el soldado Dávila es el más tosco y chusquero; en vez de escribir, aporrea con el bate de beisbol, como cuando en la fenecida revista Época, una lástima, que él cerró, va cerrando todo lo que por donde pasa, publicó sin fuentes ni nada que Jaime de Marichalar era cocainómano. Todo por vender un par de ejemplares más o como cuando difamó a seis militantes de UPyD –partido que el PP consideraba competencia- que le costó, a Intereconomía, que Dávila es más agarrado que un chotis, 120.000 euros o como cuando la emprendió, sin fundamento, contra la alcaldesa socialista de Lasarte a costa de ayudas a Nicaragua y la adjudicó una lujosa mansión, que en realidad era del farmacéutico del lugar.

El fiasco de La Gaceta, que nació muerta

A pesar de su manifiesta incompetencia, en octubre de 2009 se le pone al frente del diario La Gaceta, que había fundado un gran periodista navarro, Juan Pablo Villanueva. La Gaceta nació muerta, fallida, nunca vendió un pimiento (salvo cuando se repartieron vídeos del espléndido programa de Alfonso Arteseros, “España en la memoria”, al que nunca pagaron los derechos de autor). Era previsible, porque el soldado Dávila sólo sabe de elogiar al PP y agredir a los enemigos, pero de noticias, no sabe nada. Fue una agonía, desde el primer día, aunque hubo que mantenerle con dosis superlativas de adulación, mientras él chillaba y vejaba a todo el mundo, tratando de eludir su responsabilidad.

Todos perdieron el empleo menos él, residuo radioactivo

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El 14 de junio de 2012, con una deuda estratosférica, con un ERE en marcha, de modo que todos cuantos trabajaron en La Gaceta perdieron el empleo, menos el soldado Dávila, al que el PP recolocó con cargo, siempre, al contribuyente. ¡Y pensar que este personaje se define como liberal de los de Joaquín Garrigues Walker! Pobre Joaquín, cuántos expolios se cometen en tu nombre.

Así que María Dolores de Cospedal le puso, con sueldo y VISA, de director de comunicación de ENRESA, Empresa Pública de Residuos.

Residuos radioactivos. ¿Qué ha hecho en ese cargo el soldado Dávila? Comer a dos carrillos y tirar de VISA.

Que a tamaño inútil lo pague el sufrido contribuyente de por vida

¿Qué se hace con un lacayo que es un inútil, una negación? No se le deja nunca tirado. Siempre está el contribuyente para pagar las juergas y los restaurantes. Así que, cesado en ENRESA, de tapadillo, reaparece, de tapadillo, con un programa en la 2, El ojo clínico, de ¡divulgación médica! Programa que no se votó en el Consejo, por ser de cuantía menos al millón de euros: 13 capítulos que cuestan 328.000 euros al contribuyente, contratados con la productora 113 Producciones del cómico que no tiene gracia Federico de Juan Echávarri, otro lacayo del estruendoso naufragio de la factoría Ariza, y con la fashion Ana Gugel, partenaire en su día del lacayo alopécico Antonio Jiménez. Todo queda abajo, en la casa de los lacayos. Y 1.700 euros por programa para el soldado Dávila, más unas tertulias en 13 TV, que paga el contribuyente católico (y el no católico, que lo de la crucecita es una mentira y una estafa).

¿Cómo iba a poder vivir el inútil y tosco soldado Dávila, que no ha probado el menú del día desde hace décadas? ¡Que pague el contribuyente! Y luego dicen que no hay dinero para la Ley de dependencia ni para pagar las pensiones…¡Con tanto lacayo mantenido!

¿Hasta cuándo van a abusar de nuestra paciencia? ¿Hasta cuándo habrá que estar manteniendo al vetusto soldado Dávila?