Yolanda Couceiro Morin.
El pasado 10 de marzo se inauguró en Miami el que fue sin duda el primer puente feminista de la Historia [1]. Un hito que se ha convertido en un fiasco. Con 9 muertos de por medio, como balance de su meteórica existencia.
La historia está en todos los medios. Cinco días después de su apertura al público, el puente se ha derrumbado, dejando un reguero de muertos y heridos.
https://youtu.be/-xduRnBAxrc
La responsabilidad de esa construcción recae en una empresa dirigida en gran parte por mujeres. Mujeres feministas de última generación hay que especificar. El detalle no carece de importancia. Cuando hay muertos de por medio, nada carece nunca de importancia.
La empresa constructora MCM es propiedad de cinco hermanos, pero gran parte de su personal técnico son mujeres. Incluso algunos de los trabajadores de la empresa son mujeres. MCM se enfrentó hace poco a una demanda por contratar «empleados incompetentes, inexpertos, no calificados o descuidados«. Un aviso que cayó en saco roto.
La «ideología» de la empresa era el feminismo. Que una empresa de construcción esté abonada a una determinada ideología ya es una caso curioso, que además esa ideología sea el feminismo, entonces es una catástrofe. A las pruebas me remito.
Recientemente una de las arquitectas de la citada empresa había dicho: «La creencia en la meritocracia (es decir premiar a alguien por sus logros o excelencia) es un signo de supremacía blanca» (Traducción simultánea: «Para acceder a puestos de jerarquía y poder basta con pertenecer a alguna minoría con derecho a cupo, no es necesario tener las competencias adecuadas«). Eso hubiera bastado para que le hubiesen retirado la licencia inmediatamente y encerrado en un lugar adecuado por un tiempo prudencial. Eso no se hizo y, sin duda, esta luchadora empoderada recibió aplausos y parabienes por sus valientes palabras, y el resultado ha sido un puente «inclusivo y progresista» valorado en 14 millones de dólares que la ha costado la vida a una decena de personas.
Supongo que el lema de la empresa era: «We build bridges, no walls. Fuck Trump!».
Pues si, las mujeres que hicieron el puente eran afines al feminismo y a la «liberación» de la mujer. Estas mujeres priorizaron aspectos estéticos y humanísticos en el proyecto. El feminismo prioriza lo humanístico y lo emocional, es cosa sabida. Lo racional y lo científico es demasiado masculino, por lo tanto opresor y acosador. El feminismo está íntimamente ligado con la producción de estas mujeres que hacen puentes para demostrar que «nosotras podemos«.
El puente era un puente peatonal, y la constructora MCM había modificado su diseño para que fuera más «elegante» y había quitado ciertos cables y torres de soporte (pilares considerados demasiado «fálicos«). Es evidente cuando una empresa está más preocupada por ser políticamente correcta que por hacer una estructura que no colapse, los puentes se caen. Ninguna de estas «genias» de la ingeniería fue capaz de darse cuenta que las estructuras de soporte eran necesarias. Lo importante era hacer un puente políticamente correcto, un puente contra el machismo heteropatriarcal. Y lo han logrado. «¡Nosotras lo valemos!»
Una de estas superwomen del Tercer Milenio dijo lo siguiente: «Para mí, como mujer e ingeniera, es muy importante poder promocionar esto con mi hija porque creo que las mujeres tienen una perspectiva diferente. Podemos poner un toque artístico y también podemos construir».
Está de más decir que somos muchas las mujeres capacitadas para hacer un trabajo bien hecho, pero ninguna ligada al progresismo o feminismo. De más está decir que los puentes construidos por hombres también se caen en ocasiones. De lo que se trata es que no se puede mezclar churras con merinas e inventarse, por motivos ajenos a la ciencia y las técnicas y vulnerando simple sentido común, una arquitectura o ingeniería feminista, antirracista, inclusiva, multicultural o gay-friendly, ya que estamos. Hemos llegado a extremos que serían cómicos si no tuvieran consecuencias tan dramáticas.
Este puente, con su breve y trágica existencia, es la metáfora perfecta del feminismo actual: un desastre, un fracaso, un peligro, un timo, un derrumbe, un montón de escombros…
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