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Vista a la derecha (1): Albert Rivera, en la centralidad de la derecha secularizada

Redacción




Enrique de Diego.

Se ha puesto de moda entre los analistas políticos decirle lo que debe y tiene que hacer Albert Rivera. Ciudadanos, y más concretamente Albert Rivera, que no es todo el partido, pero sí buena parte, es uno de los ganadores de las elecciones generales y una de las opciones de coalición para que Pedro Sánchez forme gobierno, a pesar de distancias muy grandes en la cuestión catalana, donde Albert Rivera pide la aplicación inmediata del artículo 155, se posiciona contra los indultos; y del compromiso previo del líder de Ciudadanos de no pactar, bajo ningún concepto, con Pedro Sánchez para no entrar en la órbita del sanchismo.

Es obvio que los compromisos tácticos en política están sujetos a las circunstancias y se mueven en el terreno de lo posible. La fragmentación de la derecha en tres opciones ha dado, Ley D’Hondt mediante, como era obvio, y se advirtió por activa y por pasiva desde Rambla Libre, la victoria a Pedro Sánchez, mucho más que al PSOE. Se trata de una victoria, en gran medida, personal.

José Antonio Zarzalejos, respetable analista, considera a Albert Riverauna decepción”, por cuanto le parece que ha desertado del centro para pasar al bloque de derecha y pugnar por el liderazgo de la oposición, ante la manifiesta debilidad del PP y el fuerte cuarteamiento del liderazgo de Pablo Casado, quien ha tenido que ser sostenido en esta dura prueba por Alberto Núñez Feijoo, seguramente su más tenaz adversario, tras esta mera tregua. Entiende Zarzalejos que Rivera está reforzando la polarización rechazando de plano el acuerdo con Pedro Sánchez y echándolo en brazos de los nacionalistas. Su tesis, mejor elaborada y argumentada, es muy similar a la de la CEOE y a otros poderes fácticos económicos interesados en un marco de estabilidad.

Pedro Sánchez con Albert Rivera, en las consultas en La Moncloa. /Foto: elmundo.es.

No se le escapa a Zarzalejos que el 26 de mayo es como una mini segunda vuelta, en la que está en juego mucho poder, autonómico y local, y que, como bien recomendó San Ignacio de Loyola, «en tiempos de tormenta no hacer mudanza» y ningún partido, ni líder se mueve un ápice cuando están en el inmediato horizonte unas nuevas elecciones. En cualquier caso, tocaría a Pedro Sánchez el acercamiento y la oferta.

Federico Jiménez Losantos no es propiamente un analista, sino un simple alucinado, repartiendo consignas imposibles y, en buena medida, delirantes, así que no hay que tener muy en cuenta su consigna numantina: “¡A resistir!”. Uno de los personajes más nefastos para la derecha por lo menos ha caído en cuenta, demasiado tarde, de que existe la Ley D’Hondt, aunque no deja de quedar fascinado por su propia estupidez: “En las municipales y autonómicas no funciona la Ley D’Hondt como en el Congreso y en el Senado y en las grandes ciudades, como mucho, se pierde un concejal o un diputado autonómico”. Se pierden más, pero un concejal o un diputado autonómico no son despreciables y pueden ser decisivos.

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Pugnando por el liderazgo de la derecha

Es notorio que Albert Rivera está pugnando por asumir el liderazgo de la derecha y avanzar hacia el sorpasso respecto a un PP noqueado. Rivera no es una izquierda patriótica, como me indican algunas mentes habitualmente lúcidas, sino que es el líder de una derecha secular o pagana. Ciudadanos está bien instalado en el electorado entre los 30 y 45 años, entre varones y ha avanzado fuerte en una asignatura pendiente como era eso que llaman la España vaciada. Es un partido que ha calado muy bien entre los autónomos, cuadros medios, profesionales y pequeños empresarios, porque promete menos impuestos. Se refiere también a las familias monoparentales y no plantea ninguna exigencia ética en términos de orden moral natural. No quiere cambiar la sociedad, sino amoldarse a ella.

Sus votantes no suelen tener referencias religiosas, no dirigen su vida hacia Dios, pertenecen a una sociedad secularizada y no siguen pautas de moral objetiva, sino que consideran que lo moral es lo legal. Pueden rechazar el aborto para ellos, pero les resulta indiferente que los otros lo practiquen. Ciudadanos, en esa línea pagana, está a favor de la eutanasia, que convertirá los hospitales y las residencias de ancianos en lugares inquietantes de la cultura de la muerte; una posición que, subliminalmente, conecta con discursos como el excesivo gasto médico y la sostenibilidad de la pensiones.

Los votantes de Ciudadanos si no se ven afectados por los efectos más perversos de la corrección política o la ideología de género, no están dispuestos a confrontarse con la corriente dominante de los medios y los centros de propaganda de las ideas hegemónicas. Sus preocupaciones se limitan a su calidad de vida, a los fines de semana, las vacaciones, los viajes al extranjero y eso genérico de la calidad de vida, de forma que están contra la presión fiscal excesiva y a favor de la unidad de España como factor de estabilidad.

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Toda vez que Ciudadanos ha asumido cierta defensa genérica de la tradición, compaginando el «paraíso de las mascotas», con la caza y los toros, el mundo rural que en las andaluzas apostó con inusitada fuerza por Vox, ha oscilado ahora hacia los predios de la formación naranja.

El centro no existe, pero sí la centralidad

Eso no es el centro, porque el centro no existe, de hecho las definiciones geométricas resultan aparentemente sencillas pero intelectualmente incómodas, como bien explicaron Maurice Duverger y Norberto Bobbio. Existe más la centralidad dentro de los bloques, la corriente hegemónica donde confluyen los moderados. Ese gran oportunista que es Pedro Sánchez ha recuperado la centralidad de la izquierda para el PSOE, amenazado antes por Podemos, y Albert Rivera -otro oportunista- está en condiciones de ocupar la centralidad de la derecha.

Fran Hervías. /Foto: YouTube.com.

Ciudadanos es un partido que no levanta rechazo. Sus cuadros suelen ser de gente preparada, con experiencia profesional, relativamente jóvenes, con suficiente oratorio y telegenia. Rivera ha contado con algunos colaboradores sumamente eficaces como es el caso del secretario de organización, Fran Hervías, que ha sido capaz de mantener unido un partido de aluvión, con dosis escasas y paradójicas de democracia interna, pero suficientes de cara a la imagen y que ha resuelto situaciones tan difíciles como el pucherazo de las primarias de Castilla y León.

Esa mezcla de unidad y renovación es una fuerza tumbativa frente a un PP ajado y desacreditado por la corrupción. Ciudadanos ha conseguido ya el sorpasso en sectores y en ciudades importantes y ahora tiene de empopada los vientos alisios mientras el barco pepero está desarbolado y hace aguas por los cuatro costados. Consolidarse como la centralidad de la derecha, sustituyendo al PP, es un objetivo legítimo, alcanzable y de alto rédito que se va a decidir en el horizonte inmediato del 26 de mayo. Muchos indicios apuntan a que Albert Rivera y Ciudadanos lo van a conseguir.