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Carta a Ana Patricia Botín, paradigma de la estupidez feminista

Redacción




Enrique de Diego.

No tengo el gusto de conocerte, Ana Patricia. He entrado algunas veces en sucursales del Banco de Santander pero nunca estás allí. No sé cómo lo consigues, pero siempre están con un humor de perros, tratando de manera desapacible al cliente, enarbolando normas restrictivas que vienen de ti. Si alguna vez nos encontramos, no tengo inconveniente en saludarte, aunque pareces mujer de pocas luces. Es muy habitual que quienes han recibido bienes de fortuna sin merecerlos, como es tu caso, exhiban sus intensos complejos de culpa haciéndose los progres. Eso es muy habitual entre los artistas, que ganan grandes fortunas por no hacer prácticamente nada y entonces les sale un tono clerical bastante gregario. Es lo que Ludwig von Mises denominaba el “comunismo de Broadway”. A ti, Ana Patricia, como a todas las estúpidas, te ha dado por el feminismo, que es facilón y está a la altura de cualquier indigente mental: es un marxismo de vacinilla y cloaca. ¡Hasta le tiene cogido el punto Irene Montero!

Cada 8 de marzo no se te ocurre felicitar a los bomberos por su patrono San Juan de Dios, sino que, chica aplicada de Bilderberg, sirvienta de los recados globalistas, siempre pones en tu twitter alguna chorradita feminista para hacerte poco menos que la podemita. Este año, en tanto que parida, la has bordado. Te has preguntado si la automatización y la inteligencia artificial son machistas. ¡Que paren el mundo que el cerebro de Ana Patricia ha pedorreado! Esa es materia que me resulta especialmente inquietante y sobre la que pienso escribir un libro en fechas próximas, pero he reconocer que tu planteamiento, Ana Patricia, me ha desconcertado, como me desconcertó que no derramaras una sola lágrima en el funeral de tu padre, Emilio Botín, como si se tratara de una muerte conveniente. Aquello del muerto al hoyo y el vivo al bollo o a la presidencia del Santander, que es un buen bollo.

Una sonriente Ana Patricia Botín en el funeral de su padre.

No me voy a ir del tema ni voy a empezar a hablar de María Sánchez Corral, el último amor de tu padre, con la que se quería casas, lo que te hubiera creado muchos problemas y te podía haber dejado con un palmo de narices. Tu argumento es, desde luego, pedestre. Tanto la automatización como la inteligencia artificial los primeros empleos que destruyen son los más mecánicos y rutinarios, que son los que mayoritariamente están ocupados por mujeres, según tú, metida a discípulo del mago Tezanos. Y ¿qué tiene que ver eso con el machismo, el heteropatriarcado y tu santa madre o tu padre, que en gloria esté? Eres, Ana Patricia, el paradigma de la estupidez feminista. Coges, como los tontos, la linde y no paras. Te reproducen tus chorradas y ocurrencias, y las dan pábulo mediático, no porque tengan interés, sino por cartera de publicidad, que es lo que les interesa a gente como Totoyo.

Ana Patricia Botín y su esposo, en el funeral de Ciudadano Botìn.

Tanto la automatización como la inteligencia artificial lo que pretenden, en última instancia, es acabar con la especie. El sueño satánico de Bilderberg, Soros, Rockefeller, Rotschild y los coros y danzas de las petardas feministas, verduras de las eras. Acabar con las mujeres y los hombres, sobre la base de que son ineficientes (las mujeres occidentales están abjurando de la maternidad, lo que tú no has hecho, y te honra). Prometer hasta meter una sociedad de ocio en la que todos seamos prescindibles, como en la distópica Humanity Bureau, mediante chorradas, para desarmarnos, como esa de las zampabollos del Pacto de Toledo que primero nos dijeron que nos iban a pagar las pensiones los emigrantes y como ya no cuela, ahora afirman que nos las pagarán los robots. ¿Para qué, si nos van a dejar inservibles?

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Ana Patricia Botín, con su padre. /Foto: elconfidencial.com.

Mira, Ana Patricia, eres más corta que el rabo de una boina y por eso ejercer de musa feminista facilona y hortera de bolera. Nada de lo que posees te lo tienes merecido. Se debe a ser la hija de Emilio Botín, ese de quien ni tan siquiera sabemos dónde fue su deceso. Viene a cuento de esa chorrada para idiotas de la brecha salarial. ¡Para brecha salarial la que hay entre tu sueldo y el mío! Que tu ganas 11 millones de euros al año, siendo bastante inútil, aunque te baile el agua Totoyo. Con esta estupidez máxima del 8 de marzo, que es de traca y de vergüenza ajena, se han publicado innumerables estupideces feministas, porque el feminismo está monopolizando la estupidez y las subvenciones. Por ejemplo, una policía que responde al nombre de Mónica Gracia resalta el dato de que hay 31 comisarias frente a 366 comisarios. Pero, ¿ha mejorado la eficacia policial? ¿Tenemos una mejor Policía? ¿Cada una de esas comisarias y comisarios son eficientes, tienen la convicción de servir al contribuyente? Zaida Cantera denuncia que en la cúpula del Ejército “el número de mujeres no llega 3%? Pero, ¿tenemos unas Fuerzas Armadas mejor preparadas? En un medio leo que “sólo el 28% de los directores de los principales diarios son mujeres”, pero la verdad es que tanto ellas como ellos son bastante inútiles, ¿o es que tenemos un periodismo más profesional, más libre, más independiente y con mayor capacidad para buscar la verdad? Afirman que se ha pasado desde 1977 hasta nuestros días del 1% de parlamentarias al 40%, pero ¿acaso ha mejorado la labor del legislativo? ¿ejerce mejor el control del ejecutivo? O ¿es la misma mierdocracia de 1977 o aún peor? Las cosas van mejor en la Justicia donde la Judicatura está ya con el 53% de mujeres, pero ¿hay una Justicia mejor, más independiente, más justa? Todas estas mandangas estadísticas se corresponde a mentalidades colectivistas y totalitarias y no estoy dispuesto a salir del sentido común del individualismo metodológico: cada persona ha de ser juzgada con respecto a sus actos. Hay comisarias inútiles y comisarios inútiles, todos los parlamentarios y parlamentarias son una pandilla de parásitos y todos los directores y directoras de medios son una pandilla de incapaces vendidos al oro del Banco de Santander. En cuanto a eso de la brecha salarial, haces sumas de ingresos por géneros y luego dividir, que seguro que ni tan siquiera llegan a tanto, es una soberana gilipollez que no es digerible ni por la mentalidad más garrula.

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Para brecha salarial, la que hay Ana Patricia entre tú y yo y lo demás es comentario y la cuenta de la vieja. En cuanto a eso de la automatización y la inteligencia artificial la vamos a tener que combatir todos unidos, los hombres y las mujeres. Con la ayuda de Dios, venceremos a tu satánico Club de Bilderberg, feminista de pacotilla.