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Segunda carta al antipatriota Juan Manuel de Prada: No eres más que un lacayo de los separatistas, discípulo de Zapatero y émulo de Pedro Sánchez

Redacción




Enrique de Diego.

Has tardado poco en contestarme, lacayo infame de los separatistas, tras girar visita a Barcelona y rendir pleitesía a los editores secesionistas para que te sigan publicando en tu decadencia desmerecida. Dices que tus declaraciones a La Vanguardia, otrora española, han levantado “gran polvareda”, aunque en los buscadores sólo aparece mi carta y un titular ajustado que proclama que “Prada abraza el nacionalismo”. Lo que Prada abraza es a ver si le dan algún premio con el que llenar la faltriquera, que lo de tertuliano no da para tanto.

Deja de ensuciar, tarugán de las altas torres el “pensamiento tradicional” español, al que tú no perteneces, manipulador de cuarta, ni tienes de él ni repajolera idea. No te calces la boina roja, que es muy digna. Tú, Prada, no eres más que un discípulo de Zapatero y émulo de Pedro Sánchez. Esa aberrante patada a la lógica de España como “nación de naciones” es de la cuadra analfabeta y mercenaria de Zapatero, no es de Menéndez Pelayo ni de Vázquez de Mella ni de Donoso Cortés.

Persistes en tu agresión a la racionalidad, vendepatrias al menudeo y al baratillo. Concretas que has dado en ver si el “excelenteXavi Ayén ha puesto “un titular llamativo sacado de contexto” pero has llegado a la conclusión de que ha hecho un “encomiable esfuerzo sintético”. Teniendo en cuenta la empanada mental en la que chapoteas, la jerigonza de tu pensamiento obtuso, el caos de ideas que has evacuado para quedar bien con los editores secesionistas y poder regresar a Zamora, nuevo Wellido Dolfos, el elogio al tal Xavi Ayén es merecido, pues han de haber saltado sus neuronas ante tanta contradicción rampante.

Doblar el espinazo ante el dinero separatista es una actitud más común de lo que parece y es preciso desenmascarar a tanto patán con alma de servicio de librea. Un presunto liberal llamado Lorenzo Bernaldo de Quirós, con tal de que le dejen publicar y le paguen algo, anda también con el soniquete de “las Españas”. Así que lo tuyo, Prada, no es confrontación del pensamiento tradicional con el liberalismo, sino la simple lucha humana por la supervivencia, la prebenda y las migajas que caen de la mesa de los separatistas.

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Te maldigo, Juan Manuel. Te publicarán los secesionistas, pero no te van a leer los patriotas españoles y a la postre los primeros te dejarán en la estacada. No hay ninguna nación de naciones como no hay un perro de varias cabezas, zapaterillo Prada. Por supuesto, Cataluña nunca ha sido nación, ni lo será. No es “una nación como un castillo”, pedazo de pardillo. La nación, sin duda, es un proceso evolutivo y su noción ha cambiado con el tiempo. El reino, por ejemplo, ya no es patrimonio de la familia real, aunque eso se lo han creído bastante Juan Carlos de Borbón y tu maestro Pedro Sánchez con su Falcon. Cataluña nunca fue reino, sino una serie de condados yuxtapuestos, deudos y vasallos de la Corona de Aragón.

Don Rodrigo Ximénez de Rada. /Foto: euskomedia.org.

Lee, gañán, el De Rebus Hispaniae, de don Rodrigo Ximénez de Rada, el ideólogo y encargado de la logística de Las Navas, donde cabalgaron juntos Pedro II de Aragón, Sancho VII el Fuerte de Navarra y Alfonso VIII de Castilla. De Rebus Hipaniae, De los Hechos de España. La confluencia unitaria era la lógica de la legitimidad de la lucha contra el invasor, que lo era del reino godo, que es desde cuando existe España, y no desde Felipe V ni desde las Cortes de Cádiz, ni desde la Constitución de 1978, ni desde tu maestro Zapatero. Siempre puedes irte al Maestrazgo con Cabrera.

San Isidoro de Sevilla. /Foto: aciprensa.com.

Puedes ilustrarte, ignorante proteico, saboreando el Alabanza a España -¡a España!- de San Isidoro de Sevilla con la que abre su libro Historia Gothorum:

Tú eres, oh España, sagrada y madre siempre feliz de príncipes y de pueblos, la más hermosa de todas las tierras que se extienden desde el Occidente hasta la India.

Tú, por derecho, eres ahora la reina de todas las provincias, de quien reciben prestadas sus luces no sólo el ocaso, sino también el Oriente.

Tú eres el honor y el ornamento del orbe y la más ilustre porción de la tierra, en la cual grandemente se goza y espléndidamente florece la gloriosa fecundidad del Pueblo Godo.

Con justicia te enriqueció y fue contigo más indulgente la naturaleza con la abundancia de todas las cosas creadas, tú eres rica en frutos, en uvas copiosa, en cosechas alegre…

Tú te hallas situada en la región más grata del mundo, ni te abrasas en el ardor tropical del sol, ni te entumecen rigores glaciares, sino que, ceñida por templada zona del cielo, te nutres de felices y blandos céfiros…

Y por ello, con razón, hace tiempo que la áurea Roma, cabeza de las gentes, te deseó y, aunque el mismo poder romano, primero vencedor, te haya poseído, sin embargo, al fin, el floreciente Pueblo de los Godos, después de innumerables victorias en todo el orbe, con empeño te conquistó y te amó y hasta ahora te goza segura entre ínfulas regias y copiosísimos tesoros en seguridad y felicidad del imperio.

España nunca ha sido, porque tal monstruosidad es imposible, una nación de naciones, estulto de los cojones. No de los “Coños” que es el título de tu primera novela, ramplona como esta última de Lucía en la noche, que se va a pudrir en el almacén, por fatuo y vendepatrias.

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