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Derecho de réplica: Federico Jiménez Losantos, un personaje muy menor, casi ínfimo

Redacción




Enrique de Diego.

Un hooligan –todavía queda alguno, esa es la noticia- de Federico Jiménez Losantos ha tenido la osadía de mancillar este digno digital con un comentario en el que dice que Losantos nunca escribiría un libro sobre mí. La ignorancia siempre es atrevida y la menguante secta losantiana es muy ignorante. Dos cuestiones: He escrito un libro sobre César Vidal, personaje de nivel y enjundia, y Losantos sí ha escrito un libro sobre mí. Luego lo cuento.

No he escrito un libro sobre Losantos, un personaje muy menor, casi ínfimo. He escrito, con gran éxito (si es que todo se reduce a la banal moral de éxito y hemos de caer en le vulgaridad de confundir mérito con popularidad), un libro sobre César Vidal o incluso más aún sobre el acoso que sufrió a manos de dos mediocres en Es.Radio.

Es una historia apasionante, y como tal ha sido recibida, sobre la amistad, la lealtad, la condición humana en sus aspectos más sórdidos, la envidia, la adulación, la soberbia y el periodismo en ese microcrosmos que es una redacción, donde los periodistas son perseguidos y medran los aduladores y conspiradores de cuarta.

César Vidal recogiendo el premio Torsón de Oro del escultor Santiago Santgiago, en presencia de Cristina Cifuentes. /Foto: protestantedigital.com.

Lo que le sucedió a César Vidal, y que le llevó al exilio, es el paisaje habitual de las redacciones, sólo que en su caso resulta más hiriente y lacerante, hasta situarse como paradigma. Reconozco que me resulta difícil de asumir que esa historia haya podido suceder. Vidal es persona de gran altura moral, lo que para otros resultará una bofetada, y de valores intelectuales contrastados. Tiene dos doctorados, más estudios de filosofía y teología. Domina y traduce numerosos idiomas. Es el mejor historiador del momento, novelista de mucho nivel; un auténtico renacentista cristiano. En USA, donde parece que todavía no se liban sacrificios en el ara de mediocridades como Dieter Brandau y Javier Somalo, fue recibido con los brazos abiertos y se le concedió de inmediato la residencia permanente por sus muchos méritos,

He descubierto a César Vidal. No redescubierto, pues nunca le había tratado, aunque sí seguido, con admiración y respeto, en la distancia, aunque su cercanía a Losantos levantaba en mí resquemores infundados y errores de juicio. Es una persona muy humana, muy leal y tiene una extraña virtud: tiene un sincero cariño por sus seguidores, por la audiencia. Esto es completamente anormal. Lo habitual es que los comunicadores y los tertulianos desprecien a su audiencia a la que manipulan. Vidal, como sabio e ilustrado, considera que aprende de la audiencia. Un detalle: en el post puesto en su muy seguida web cesarvidal.com ha contestado uno por uno a todos los comentarios reflejados. Esto no lo hace nadie. Y de ahí deviene un flujo inmenso de reciprocidad.

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Como dice Jesús, y recuerda Vidal, ‘de qué sirve ganar el mundo si se pierde el alma’. Ese mensaje divino da una dimensión nueva y distinta a la existencia, te inmuniza hacia la estupidez mostrenca de la moral de éxito. ‘Yo sé bien de quien me he fiado’, como encomia San Pablo, te permite no caer en sectas humanas tan garrulas como la losantiana.

Si por sí mismo no fueran pocos los méritos de César Vidal, tuvo un gesto de amistad heroica, más allá del deber, rechazando la prórroga de su contrato dos años en la COPE. Losantos no hubiera hecho lo mismo si hubieran estado cambiados los papeles. Y por si eso fuera poco, Vidal consiguió un espléndido negocio para Libertad Digital, y para Losantos, que es el accionista mayoritario, con la venta de las cinco licencias de TDT concesión gratuita de Esperanza Aguirre Gil de Biedma y de las Mercedes, por tres millones de euros a Trinity Broadcasting Network. No cobró comisión alguna, lo que le honra, porque lo hizo por un proyecto, pidiendo sólo que a la gente de su equipo, y a otros, se les mejorará su situación, se les devolvieran los recortes en sus sueldos, a lo que Losantos se comprometió y, por supuesto, no cumplió, porque es un personaje sin honor y sin palabra, que no se viste por los pies.

Después de todo eso, César Vidal, un valor inmenso, un amigo lealísimo, un puntal de Es.Radio, tenía que haber sido tratado con todo respeto, entre algodones, y no ser sometido al acoso de la mezquindad y a la saña de la envidia. Es una canallada de libro. Vidal aún tiende a exculpar a Losantos que es el culpable sin medias tintas, el jefe de la conjura, ya explicaré por qué, porque esto no ha hecho más que empezar.

Pero sí, Losantos sí ha escrito un libro sobre este humilde servidor –la vida es una lección de humildad, y se aprende antes o después-. Ese libro se titula El linchamiento, y en lo referido a Losantos debería titularse el relinchamiento, porque este personaje muy menor, casi ínfimo, relincha. Miente más que habla. En todo lo que ha tenido que ver conmigo o de lo que yo conocía, el chico de Orihuela del Tremedal no hace más que mentir, pero de una manera vil y grosera, como un aprendiz de bolchevique. Cuando habla de su biografía hay que ponerle en entredicho cualquier cosa que diga porque no diferencia entre la verdad y la mentira. Así que en un libro dedicado a su salida de la COPE, me sitúa en posición estelar como si yo hubiera sido el responsable de su desgracia. El largo capítulo que me dedica se titula “Enrique de Diego y los policías del 11-M”. Y ese Enrique de Diego es el menda. Lo digo por el osado sectario losantiano del ignorante comentario.

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Federico Jiménez Losantos y Julio Ariza, vidas paralelas. /Foto: blogs.periodistadigital.com

Cuando se da un adelanto de un libro, el autor suele ofrecer lo que considera más interesante del texto. Pues bien, Libertad Digital ofreció como suculento adelanto un extracto de ese capítulo, y todo para decir que quien suscribe es “un personaje menor”. Demasiada pólvora quemada para esa premisa. Así que El linchamiento es el mío. No contento con su hazañita, este petimetre sin lecturas, este alguacil zampabollos, pidió mi cabeza a Julio Ariza, alma gemela, aunque quizás más listo para las presuntas estafas. Y Ariza, como Herodes, la concedió. ¡Gran favor! Tal y como estaba Intereconomía, había que salir de allí por piernas y debo a Losantitos, de manera indirecta, mi salvación, pues de otra manera me hubiera visto atrapado en la red de ruina e indignidad en la que se han visto otros, que siguen saliendo en televisión para no salir del mercado pero que no cobran, con atrasos abrumadores de nóminas y deudas millonarias. Yo no hubiera permitido ese trato vejatorio y esclavista, así que Losantitos me evitó también haber cometido una locura. Mi agradecimiento es infinito.

Tengo, pues, respecto a mi benéfico linchador derecho de réplica y lo voy a ejercer. ¡Vaya si lo voy a ejercer! Losantos, un personaje menor, no es más que un lastre para la derecha y para España. Y hasta a lo mejor saco otro libro. Una segunda parte.