Editorial.
La izquierda, hace unas décadas, se presentaba como la heredera de la ilustración y detentadora de la cultura. En tanto que marxista, pretendía defender una ciencia que se movía en el sentido de la historia. De todas aquellas falacias sólo queda hoy una floración de inmensa estupidez que produce pena.
Con motivo del alevoso y terrible asesinato de la profesora de estética Laura Luelmo la izquierda, tanto el PSOE como Podemos, se ha hundido en el cenagal del más completo ridículo exhibiendo una total indigencia mental. Reiterándose a sí misma que es la única que protege a las mujeres, cuando lo único que defiende es un negocio innoble, en realidad lo que se hace es desprotegerlas a todas y a ellas.
En un auténtico disparate lógico, tanto el PSOE como Podemos han establecido el curioso silogismo de que puesto que está en vigor la prisión permanente revisable y se ha producido el crimen de Laura Luelmo no sirve como medida disuasoria. Es un absurdo, un despropósito. Cualquier mente puede entender: a) que si la prisión permanente revisable hubiera estado en vigor cuando el degenerado Bernardo Montoya asesinó a la anciana de 82 años no estaría en la calle y Laura Luelmo está viva, sin haber pasado por el terrible calvario padecido en su muerte, con dos días de agonía; b) si Bernardo Montoya es condenado a prisión permanente revisable no volverá a matar a nadie.
Las estupideces de la portavoz de Podemos, Ione Belarra son de récord Guiness. Esas hipotéticas medidas vaporosas para que se impida el asesinato antes no tienen consistencia y considerar infame la defensa de la prisión permanente revisable en este caso es de un deterioro moral absoluto. Los exabruptos balbuceantes de la alucinada, Carmen Calvo, una mujer que no parece en condiciones de controlarse, son simplemente patéticos.
Hemos explicado dos argumentos referidos a la equidad en relación con el crimen y a la eficacia de la medida, en el bien entendido caso de que en muchas naciones, y en muchas democracias, Bernardo Montoya, asesino confeso, sería ajusticiado. Por supuesto, la prisión permanente revisable tiene un carácter disuasorio pero de seguro consigue que quien ha matado una vez no pueda volver a hacerlo. Parece mentira que la estulticia de la izquierda actual no le permite ver ni lo más obvio.