Enrique de Diego.
La chapuza policial es de vergüenza y dice muy poco o muy mucho de nuestro sistema policial y de nuestra policía científica. El 13 de agosto aparece en una nave industrial de Madrid, en donde se produce un incendio, el torso de una mujer dentro de una maleta. Al torso se le ha rociado de sosa caustica para favorecer la combustión y a la mujer se le han arrancado los implantes mamarios porque contienen una numeración que haría más fácil la identificación. La nave estaba alquilada a César Román Viruete, un estafador compulsivo, que hace mucho tenía que haber estado entre rejas, y que en ese momento, desde el 1 de julio, figuraba como desaparecido después de haber dejado un reguero de cheques sin fondo, sueldos sin pagar, estafas a sus socios.

A pesar de ello, y del macabro hallazgo cuando los bomberos acudieron a apagar el fuego, y de que su novia Heidi Paz Blunes, una hondureña de 25 años, que ha dejado atrás a dos niños pequeños en su nación de origen, y con el que ha entrado en relación como empleada de una de las cinco sidrerías montadas por el patético rey del cachopo, no es hasta septiembre cuando la Policía española solicita pruebas a la madre de Heidi para cotejar el ADN y no es hasta el 15 de noviembre cuando se certifica que el cadáver corresponde a la hondureña.
¡Tres meses, tres largos meses, en los que César Román Viruete podía haber dado la vuelta al mundo o haber iniciado una nueva vida repitiendo sus andanzas! Alguien tendría que dar explicaciones. Este pobre hombre, ahora sospechoso de asesinato, ha sido detenido en Zaragoza, donde trabajaba en una céntrica cafetería. Había cambiado su aspecto físico rasurándose el pelo y dejándose barba. Con su metro cincuenta y dos, su aspecto enclenque, siempre sacando pecho, disfrazarse de algo le resultaba ciertamente difícil. La propietaria de la cafetería lo reconoció y lo denunció. Ya pesaba sobre él una orden de detención emitida ¡tres meses después! Una chapuza policial de las que hacen época.

Pero es que este personaje, que se ensañaba con los perros como un psicópata, que estafó y fue denunciado por seis jóvenes periodistas, que fue denunciado por malos tratos por su exesposa Nati, que en otros tiempos firmaba los cheques sin fondo, debía haber estado entre rejas hace tiempo. Quedan muchos interrogantes. Si es verdad que estuvo sacando dinero de entidades bancarias por una cifra cercana a los 100.000 euros, ¿cómo necesitaba estar trabajando de camarero? Y por supuesto todo lo relacionado con el espeluznante crimen de Heidi. Ambos estuvieron el 14 de julio emborrachándose en un bar y destrozándolo marchándose sin pagar. ¿Se fue creyendo tanto sus personajes César Román que, al final, asumió la del asesino?
Por lo demás, lo que vamos sabiendo de su cutre biografía tiene un tinte de modernidad y sociedad permisiva. Un hogar roto, un niño casi abandonado que crece con sus abuelos, un manojo de complejos por una infancia infeliz y un físico deplorable, y en el explosivo brebaje altas dosis de cocaína. La comedia es ya una horrible tragedia.